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ABC MADRID 07-03-2013 página 13
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC JUEVES, 7 DE MARZO DE 2013 abc. es opinion OPINIÓN 13 EL CONTRAPUNTO UNA RAYA EN EL AGUA ISABEL SAN SEBASTIÁN ÑATALUCA Si alguien no podía ceder en modo alguno a la tiranía del pensamiento único nacionalista, ese alguien era el fiscal jefe A interpretación sesgada e interesada que hace el nacionalismo catalán del término democracia es tan retorcida como el orden de las sílabas que dan título a esta columna. Están todas las que componen el nombre de Cataluña, pero colocadas de tal modo que resulta irreconocible. Lo mismo que hacen Junqueras, Mas, Navarro o el fiscal Martín Rodríguez Sol al pervertir los conceptos que dan sentido y contenido al modelo político que rige nuestra convivencia. Se llenan la boca hablando de derecho a decidir y repiten machaconamente que el más ejemplar ejercicio democrático posible es consultar a la ciudadanía a fin de conocer su voluntad. Olvidan deliberadamente incluir en la ecuación una de sus variables sustanciales: el ámbito de decisión, que la Constitución, libremente refrendada por la inmensa mayoría de los españoles, incluidos los catalanes, sitúa de forma inequívoca en el conjunto del pueblo español, titular de la soberanía nacional; es decir, de la propiedad del territorio español, indivisible e inalienable. Ésa es la primera y más grave perversión del término y su significado. La base sobre la que asientan el grueso de sus lamentos, proclamándose víctimas de un Estado despótico que les amordaza, cuando en realidad nunca en toda la Historia han sido otra cosa que parte constituyente de ese Estado o de L uno de los reinos (el de Aragón) que se fusionaron para constituirlo hace ya más de cinco siglos. Omiten de la ecuación el ámbito de decisión, lo que desvirtúa automáticamente uno de los pilares que sustentan el edificio democrático: La prevalencia de las decisiones mayoritarias sobre los deseos de las minorías, merecedoras de respeto y consideración, pero no de prevalencia. Algo que a ciertas minorías con tendencia a considerarse mejores que el conjunto les cuesta mucho aceptar. Omiten de la ecuación el ámbito de decisión, desprecian la voluntad de la mayoría y suprimen la regla sagrada por la que se rige el sistema: La Ley, fuera de la cual no hay democracia posible, sino caos. Lo cual redobla la gravedad de la actuación protagonizada por Rodríguez Sol, cuya dimisión debería verse acompañada de alguna sanción suplementaria, habida cuenta de la gravedad de su conducta. ¿Quién es él para erigirse en consejero legal del secesionismo y asesorar a los separatistas sobre el modo de encajar a empujones un referéndum de autodeterminación en una legislación que excluye expresamente esa posibilidad? ¿Acaso no representa el Ministerio Público, es decir, los intereses generales de España? Si alguien no podía ceder en modo alguno a la tiranía del pensamiento único nacionalista ese alguien era el fiscal jefe, porque su misión consiste precisamente en velar porque la Ley impere por encima de los intereses partidistas y las escaramuzas políticas. El hecho de que un jurista, miembro veterano de la Carrera, haya sucumbido al clima asfixiante creado por los autoproclamados guardianes de las esencias patrias demuestra el nivel de opresión intelectual que ha llegado a imponer el régimen vigente en esa comunidad autónoma desde los albores de la Transición. Y resulta tremendamente elocuente. Pero por más que insistan en sus verdades a medias, repitan sus tergiversaciones, perviertan los conceptos y retuerzan el lenguaje, la democracia es y seguirá siendo el gobierno que nace de la voluntad de la mayoría, libremente expresada en el marco de la legalidad. Como Ñataluca es y seguirá siendo Cataluña. IGNACIO CAMACHO CAUDILLAJES Como casi todos los caudillos populistas, Chávez surgió de un sistema en crisis gestionado por partidos corruptos UGO Chávez no fue de ninguna manera un demócrata pero tampoco en puridad técnica un dictador. Era más bien un autócrata, un caudillo populista que utilizó la democracia para legitimar el ejercicio de un poder esencialmente autoritario con el que fue recortando libertades y garantías hasta construir un régimen personalista, clientelar, caciquil y arbitrario. Sin embargo a pesar de una primera intentona golpista, sus mandatos estuvieron siempre respaldados en victorias electorales; más o menos viciadas por el abuso de su posición hegemónica, el dominio ventajista de los medios de comunicación y la manifiesta coacción del aparato oficial, pero incontestables en la medida en que concurría una oposición organizada que aceptaba los resultados. Por eso más allá de la simple diatriba del chavismo como indiscutible anomalía política conviene detenerse en las causas que propulsaron su liderazgo social y destruyeron un sistema de larga tradición liberal- republicana. Como casi todos los fenómenos populistas, Chávez surgió de una profunda crisis partitocrática en la que habían fracasado las organizaciones convencionales. La alternancia de socialdemócratas y democristianos que había dotado de relativa estabilidad a Venezuela acabó en una cleptocracia generalizada que condujo al país al hundimiento económico y arrastró en fango de corrupción el prestigio de unas de las clases dirigentes más ilustradas de América. Una casta de blancos ricos se adueñó de las instituciones y las quebró provocando una catástrofe sociofinanciera y un marasmo político. El chavismo aglutinó la protesta social y el malestar racial con un inflamado mensaje mesiánico y nacionalista, el clásico cóctel de los redentorismos iluminados, y tuvo éxito porque levantó un proyecto donde otros sólo habían sembrado desesperanza. A partir de ahí sucedió lo de siempre: la presunta regeneración derivó en un caudillaje militarista, aplastante y visionario, envuelto en el sueño de grandeza de una confusa mística revolucionaria que mezclaba los entorchados de Bolívar con la boina del Che Guevara. Otro naufragio de la civilidad democrática que ni con la retórica antimperialista ni con el dinero del petróleo ha logrado disfrazar de respetable la cerril grosería de su fundamentalismo exaltado. La lección de esta experiencia es que cuando la democracia pierde legitimidad y disuelve su vínculo representativo suele terminar en manos de salvapatrias más o menos estrambóticos. En Latinoamérica hablan un hueco lenguaje altisonante y usan gorra de plato o uniforme de camuflaje; en la Europa desarticulada por el desencanto enarbolan discursos oportunistas y se expanden en la órbita posmoderna de las redes sociales. Todos se caracterizan por predicar a sociedades cansadas soluciones fáciles para problemas complejos, pero la tentadora melodía de Hamelin conduce a un vertedero. H 110 AÑOS DE HUMOR GRÁFICO EN ABC Antonio Casero (26 07 1928) ¡Mi mare de mi alma... ¡Me he roto la cabeza... ¡Que no te has hecho ná hombre... levántate! ¡Que me he roto la cabeza... Y si no, ¿de dónde ha salido ese serrín que hay en el suelo...

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