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ABC MADRID 07-03-2013 página 5
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ABC MADRID 07-03-2013 página 5

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC JUEVES, 7 DE MARZO DE 2013 abc. es ENFOQUE 5 Hugo Chávez conversa en octubre de 2005, en su despacho de Miraflores, con el ahora director de ABC, Bieito Rubido ABC En la muerte de Hugo Chávez Los mapas de la vida BIEITO RUBIDO DIRECTOR DE ABC El mayor error cometido con Hugo Chávez ha sido infravalorarlo. Lo escribió en su día uno de sus más conspicuos opositores, el periodista Teodoro Petkoff. Primero fueron sus compatriotas quienes no supieron mesurar su verdadera dimensión. En especial, el presidente Caldera, que lo amnistía y luego no lo inhabilita para dedicarse a la política, a pesar de protagonizar una intentona golpista en 1992. Algo impensable en Europa. Más tarde, no lo consideraron sus rivales en las elecciones. Y las ganó. También manifestaron cierto desprecio los países vecinos y, por supuesto, los norteamericanos. Hasta que se les atragantó con su exportable revolución bolivariana. Finalmente, el concierto internacional lo tomó a broma mientras él, a bordo de un avión, de país en país, hizo que el petróleo se disparase por encima de los 100 dólares el barril. Eso sí, sumió a su Venezuela en una radical división de buenos y malos. Instaló como pocos el sectarismo en todas sus acciones de gobierno. Expropió a quien le incomodaba, erradicó la clase media y malgastó su riqueza en oro negro con aquella disparatada diplomacia de no alineado, estrategia que el comandante denominó para su mejor venta como socialismo del siglo XXI. Allá por octubre del 2005, tuve la oportunidad de entrevistarme con Hugo Chávez en su despacho del palacio de Miraflores. Conversamos por espacio de tres horas. Primero en su escritorio y, más tarde, alrededor de una mesa caribeña, en un patio trasero. Allí comimos. Yo, apenas unos canapés. Él no dejó de tomar café puro y muy negro. Era su dieta. Se la servía un corpulento sargento; al parecer, la única persona merecedora de su confianza. A este suboficial fue a quien se le encomendó su custodia en el intento de golpe de abril del 2002: pudo haberlo matado, pero se convirtió en su principal protector. Chávez era un apasionado de los mapas y de los planos. Por todos lados los había en su despacho oficial en Miraflores. Durante nuestra dilatada conversación, pidió que le trajesen uno de España y se detuvo en hacerme preguntas acerca de ciudades, comunidades y otros aspectos. La entrevista periodística había terminado, pero seguimos hablando de todo. Hugo Chávez se demostró un gran conversador y hábil seductor en la distancia corta. Decía exactamente lo que su interlocutor quería oír. Me aseguró que Venezuela nunca llegaría a ser un régimen comunista como Cuba. Sin embargo, hablaba con admiración de Fidel Castro y de su revolución. Y me advirtió: No te engañes, el pueblo venezolano es consumista, no comunista Pocos días después, se celebraba la Cumbre Iberoamericana en Salamanca. Con el mapa de España en la mano, me aseguró que le encantaría viajar hasta Santiago de Compostela, pero que él era un jefe de Estado y, como tal, no podía presentarse allí si no era invitado. Aquella misma tarde hice las gestiones pertinentes, y el presidente venezolano cumplió con la ilusión confesa de abrazar al apóstol en Compostela. No hizo el Camino de Santiago. Ni siquiera la vida le dejó hacer el camino de vuelta. Al fin y al cabo, ha muerto joven, a los 58 años. Su pasión por los mapas le desorientó y, como la paloma de Alberti, se equivocó: creyó que el norte era el sur. Creyó que era eterno. Creyó que el avance de los hombres es más cuestión de emoción que de razón. También en esto se equivocó. Como tantos otros. Tal vez por no saber interpretar los mapas de la vida.

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