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ABC MADRID 19-02-2013 página 14
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  • EdiciónABC, MADRID
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14 OPINIÓN AD LIBITUM PUEBLA MARTES, 19 DE FEBRERO DE 2013 abc. es opinion ABC MANUEL MARTÍN FERRAND TEMAS PARA EL DEBATE La mayoría de los grandes asuntos que nos afectan se debaten o, mejor, se negocian lejos del Parlamento C OMO en España mandan más los calendarios, las agendas, que los acontecimientos y la razón, mañana toca debate sobre el estado de la Nación. Es, según sus ediciones precedentes, un acto parlamentario de naturaleza litúrgica en el que los asuntos a tratar suelen tener poco que ver con los que están en boca de los ciudadanos. En estos momentos, incluso por encima del drama del paro, las gentes hablan de corrupción, de la de unos y otros, y, sobre todo, del caso Urdangarín o como quiera llamársele a ese proceloso tinglado en el que aparecen, aunque no implicados, varias personas de la Familia Real y de su entorno personal y afectivo. La política acostumbrada del dejar pasar en la que Mariano Rajoy es maestro de maestros, silenciará Nóos y cuanto conlleva esa singular sociedad de intermediación y así, una vez más, la temática parlamentaria no resultará coincidente con la calle. En los transportes públicos, en los bares y cuantos lugares son propios para la conversación espontánea se habla, incluso apasionadamente, del terremoto que tiene su epicentro en un jugador de balonmano. Que el asunto, de la manera que fuere, no se contemple en el debate de mañana, será una falsificación del estado de La Nación según lo ven los ciudadanos. Los contribuyentes. Los dos grandes- -perdón, mayores- -partidos del espectro nacional que, por su representatividad, protagonizan el debate de marras, llegarán a él divididos. Cada uno por su cuenta y a su modo; pero sin fortalecer ninguno de los dos grupos básicamente homogéneos en los que venía sustentándose nuestro bipartidismo fáctico. La prioridad de Rajoy, si hacemos caso a las fuentes inspiradoras que suelen utilizar tanto en La Moncloa como en la calle Génova- -otro de los muchos errores de comunicación en que suelen incurrir los de la gaviota- es anunciar los logros alcanzados por su política y su eficacia recolectora en el último Consejo de la UE. Aún así tendrá que enfrentarse, en más o en menos y de Luis Bárcenas a Ana Mato, a los asuntos que la oposición, por positiva que quiera parecer, no puede ignorar sin grave coste de imagen frente a su militancia decadente y sus electores menguantes. La mayoría de los grandes asuntos que nos afectan se debaten o, mejor, se negocian lejos del Parlamento. Sin luz, taquígrafos y, mucho menos, televisión en directo. Así es en los plenos periódicos del Congreso y en buena parte de sus comisiones especializadas; pero, excluido el debate presupuestario, el que elabora la Ley clave para cada año de Gobierno, el del estado de la Nación debiera ser, en el orden político, un vivo reflejo de la demanda e inquietud sociales. Si, sobre una democracia de mala calidad, se excluye del debate público lo que interesa, ¿cómo nadie va a asumir lo que importa? COSAS MÍAS EDURNE URIARTE LOS DE LA CEJA Y LOS DEL BIGOTE Volverán los españoles al cine y se acordarán de Eva Hache y de su mitin contra el Gobierno del PP, y optarán por una película extranjera NRIQUE González Macho, el presidente de la Academia del Cine, debía de tener mala conciencia con los suyos, los progresistas que controlan con puño de hierro el cine español, tras escarpársele en la entrevista de Inés Martín Rodrigo en este periódico el domingo que Bardem no podría hacer un discurso político en una ceremonia de Hollywood porque allí no se lo permiten, le cortan y no vuelve a hacer nada en su vida De ahí que soltara por la noche que el cine español no es de los de la ceja ni de los del bigote ¿Bigote? ¿A quién se refería? ¿A un Gobierno de hace casi diez años? ¿A algún dictador? Pero, sobre todo, ¿en qué personas del cine español pensaba? Como él mismo sabe, si en el cine español hay alguien de derechas, no existe constancia pública de ello, porque o bien no se atreve a hablar o, si lo hace, lo vetan en todos los sitios. Por eso el único problema de los Goya y del cine español es el de los mítines políticos de la ceja. Y el silencio impuesto a todos los demás. Eso sí que es pensamiento único, lo de las ceremonias públicas de nuestro cine. He ahí el debate realmente interesante y no tanto el de la pertinencia de E los discursos políticos en un acto de entrega de premios. Porque, en efecto, cada uno hace uso de su libertad de expresión como le parece, incluso en actos subvencionados con el dinero público. Al fin y al cabo, casi todo está subvencionado con el dinero público y ello no impide la expresión de las ideas de cada uno. Lo llamativo del cine español es que esas ideas tengan una coincidencia ideológica progresista del cien por cien. Que no haya ni la más mínima disidencia, ni una sola voz divergente que diga esta boca es mía en esa ceremonia de los Goya. Que los artistas de derechas tengan tanto pánico a manifestarse. Lo que indica, sobre todo, una cosa, que a los únicos que les ocurre en España lo que en Hollywood es a los que hacen mítines políticos de derechas. Esos, como diría González Macho, no vuelven a hacer nada en su vida O tienen grandes dificultades para hacerlo. No hay otra manera de entender que, mientras la sociedad española es políticamente plural, incluso mayoritariamente de derechas en las pasadas elecciones, el cine, sin embargo, sea exclusivamente de izquierdas. Luego está el miedo de los disidentes, de esos artistas que no comulgan con el progresismo y, sin embargo, callan. Y contribuyen también a la imposición del pensamiento único, y, sobre todo, a la imagen nefasta del cine español. Y pagan todos ellos por esa percepción de un cine politizado, radical y, además, sectario, intolerante con quienes no se pliegan al progresismo dominante. Luego lloran los cineastas por la crisis del cine español, incapaces de ver que una ceremonia como la del domingo no hará más que acrecentar esa crisis. Volverán los españoles al cine y se acordarán de Eva Hache y de su mitin contra el Gobierno del PP y optarán por una película extranjera sin insultos incorporados a su opción ideológica y al partido por el que votaron. Y los indiferentes, alguno habrá, se acordarán del horror estético de Eva Hache y el vestido de los lacitos negros. Mitin progresista y, para colmo, ni siquiera un poco de glamour. Cine americano, por favor, o francés, que es excelente.

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