ABC MADRID 18-02-2013 página 13

ABC LUNES, 18 DE FEBRERO DE 2013 abc. es opinion OPINIÓN 13 UNA RAYA EN EL AGUA EL CONTRAPUNTO ISABEL SAN SEBASTIÁN LA CEBOLLA PODRIDA CATALANA Tan extendida estaba esta práctica gansteril, que muchos diputados apagaban sus teléfonos móviles al entrar al Parlamento R ESULTA que en el basurero de la vida pública española, trufada de casos de corrupción que implican a todos los estamentos, desde la más alta institución del Estado hasta el más modesto ayuntamiento, pasando por autonomías, partidos políticos, patronal y sindicatos, Cataluña no era un mirlo blanco. Lejos de poder erigirse en oasis como proclamaban quienes invocan constantemente una presunta diferencia cualitativa de dicha región con respecto al resto de la Nación, la comunidad que gobierna Artur Mas aparece como una de las manzanas más putrefactas del cesto. ¡Que ya es decir! O mejor, una cebolla en trance de descomposición, cuyo hedor aumenta hasta lo insoportable a medida que se van quitando capas. Resulta que Pascual Maragall se quedó corto cuando acusó a los dirigentes de CiU de tener un problema llamado tres por ciento porque, según hemos ido sabiendo con el transcurso del tiempo, las comisiones ilegales de uso común en dicha comunidad alcanzaban porcentajes de cuatro y hasta cinco puntos, habida cuenta de que era menester repartir la extorsión arrancada a los contratistas entre el partido hegemónico, el partido por excelencia, el portador de las esencias patrias, Convergencia Democrática de Cataluña, su socio menor, Unió, y por supuesto los encargados de recaudar, que exigían su correspondiente parte. Ahí está el caso Palau, a modo de paradigma, con el corolario del embargo de la sede barcelonesa de CDC a guisa de símbolo de insuperable elocuencia. Ahí están las gravísimas acusaciones que pesan sobre Jordi Pujol Ferrusola, primogénito del que fuera molt honorable president y número dos de la citada formación, implicado en incontables negocios turbios que habrían generado beneficios opacos al fisco, llevados a Andorra en bolsas de billetes de 500 y 200 euros, según la denuncia que su expareja ha presentado ante el juez. Y ahí están, por si le faltara algún detalle escabroso y al mismo tiempo grotesco a toda esta trama vomitiva, los espías de la agencia Método 3. Resulta que alguien, presuntamente José Zaragoza, secretario de organización del PSC, ordenó investigar a esta mujer en el marco de una operación más amplia destinada a buscar posibles conexiones directas entre Pujol jr. y el mencionado caso Palau. Seguramente el encargo se pagó con dinero procedente de nuestros bolsillos, habida cuenta de que somos los contribuyentes quienes financiamos el grueso de la actividad de los partidos políticos, incluso cuando es tan inconfesable como en el asunto de referencia, que dista mucho de ser una excepción. Resulta que en Cataluña todo el mundo espiaba a todo el mundo. Tan extendida estaba esta práctica gansteril, consistente en grabar conversaciones privadas de manera ilegal, que muchos diputados apagaban sus teléfonos móviles al entrar al parlamento, porque incluso allí eran vulnerables a la acción de los detectives contratados por el adversario en busca de munición apta para un chantaje. Y los móviles, dicen los entendidos, eran susceptibles de servir de instrumentos de escucha. Lo que significa que, al menos en el ámbito de los grandes partidos, era vox populi lo que se cocía, pese a lo cual nadie lo denunció, suponemos que por miedo a lo que pudiera salir de la propia familia (nunca mejor dicho) o por temor a perder semejante fuente de poder basado en el manejo de información tenebrosa. No hay bandera independentista capaz de cubrir semejante escándalo ni victimismo susceptible de disimular su hedor. La próxima vez que el separatismo catalán se atreva a invocar el argumento de que España nos roba confiemos en que la ciudadanía tenga elementos suficientes para identificar al ladrón. IGNACIO CAMACHO WIKI IZQUIERDA De los rescoldos del 15- M ha surgido una red de activismo populista que le madruga al PSOE la iniciativa y la calle CASO por primera vez desde la Transición, o desde que la Transición acabó con la hegemonía clandestina del Partido Comunista, la izquierda española no está del todo liderada por el PSOE. De los escombros del zapaterismo y de los rescoldos del 15- M ha surgido una red de plataformas, asociaciones y movimientos populistas que le está madrugando la iniciativa y la calle a una socialdemocracia convaleciente de la doble derrota electoral que la desalojó del poder en 2011. Los partidos convencionales, sustentados sobre aparatos jerárquicos, necesitan para afianzar su clientela de un soporte institucional que el socialismo clásico ahora mismo no tiene salvo en Andalucía. En cambio a ese nuevo y emergente magma de activismo radical le basta con Twitter para organizarse sobre objetivos inmediatos de combate. Genera liderazgos repentinos y extremistas como el Ada Colau, la inflamada portavoz del grupo antidesahucios, y se nutre de una mística de agitación incubada en el desencanto ciudadano. La oleada antipolítica favorecida por la corrupción ha creado un caldo de cultivo para proclamas linderas con el credo antisistema. Y los recortes del bienestar proporcionan una fácil recluta de descontentos en sectores precarizados cuyos miembros sienten la amenaza de la pauperización o el desempleo. Aunque la fama intrigante de Rubalcaba lo sitúa detrás de cualquier movilización en el imaginario de la derecha, la realidad es que el líder de la oposición tiene un serio problema en esta crecida de la wiki izquierda. Ni el PSOE ni los sindicatos controlan ya los tiempos ni los movimientos de una parte significativa de su electorado potencial decidido a autogestionar sus demandas. A menudo van por detrás, tratando de sumarse a las protestas o de encauzarlas en su propia estrategia. Con poco éxito: el sábado hasta Beatriz Talegón, la joven y efímera estrella que reprendió en Cascais a los jerarcas de la Internacional Socialista, salió zarandeada de una manifa contra los embargos. Ni siquiera los dirigentes de IU, empeñados en situarse a la vez dentro y fuera del marco institucional, han logrado sintonizar de pleno con esta suerte de nuevos sansculottes que cada vez se sienten más conscientes de su fuerza. El fenómeno es importante porque plantea una gran incógnita sobre el futuro de la política socialdemócrata. En esa amalgama de disconformes hay una masa crítica capaz de volcar unas primarias abiertas e imponer a cualquier candidato un programa impregnado de maximalismo anticapitalista. El estancamiento del PSOE, incapaz de beneficiarse del desplome del PP, sugiere una incipiente quiebra del bipartidismo y estrecha el espacio de centro en el que siempre se han dirimido las mayorías electorales. Si la crisis continúa desmantelando las clases medias no van a ser los partidos tradicionales sino el propio régimen constitucional el que se vea en un aprieto. A MÁXIMO