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ABC MADRID 07-02-2013 página 52
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  • EdiciónABC, MADRID
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52 CULTURA JUEVES, 7 DE FEBRERO DE 2013 abc. es cultura ABC El escritor Javier Sierra presenta en la pinacoteca El maestro del Prado un enigmático viaje entre lienzos Ronda nocturna en el Museo del Prado A. ASTORGA MADRID las ocho, por la entrada de los Jerónimos. La invitación para pasar una noche a solas con El maestro del Prado en las tripas de la pinacoteca llega con sigilo, enigmática, en un sobre ¡zas, la bicha! Madrid a esas horas es capital sin dolor, con el frío cortándote la yugular como un carnívoro cuchillo. Ni un alma por las calles, ni una dama con jubón amarillo. Micciona en el árbol de la ciencia de Cibeles algún perro descarriado. Bajamos las escalinatas de los Jerónimos y oteamos una mesnada de cámaras, periodistas y reporteros fieles escuderos de Carlos V victorioso tras la batalla de Mülhberg. Con el DNI entre dientes para que nos identifiquemos por si al alguien le da por descuidar un goya, pasamos el fortín, y llega el anfitrión: el escritor Javier Sierra (Teruel, 1971) traducido a 40 idiomas, único español contemporáneo en el top ten de los más vendedores en Estados Unidos, que presenta novela: El maestro del Prado (Planeta) Ni un japonés a la redonda. Carretera y manta por las tripas del Museo del Prado. Primera parada: El Jardín de las Delicias Frente a esta obra de El Bosco, en septiembre de 1598 murió Felipe II esperando encontrar el camino para que su alma ingresara en el más allá: Como adamita que era Jerónimo Bosco, la interpretación del tríptico es a la inversa. El panel del infierno representaría el momento histórico en el que nos en- A contramos, de la máxima corrupción de la carne, de la ausencia de naturaleza. El panel central sería el esfuerzo que harían los adamitas por regenerar ese ser humano que está en fase de disolución. Y su objetivo sería integrarse en el paraíso. Los adamitas espiritualizaron la erótica. Los Hermanos del Espíritu Libre, el culto por el cuerpo, eran atletas que no veían el sexo como una incitación a la lujuria Brueghel el Viejo era maestro en paisajes, escenas bucólicas de vida, bíblicas. Su excepción es El triunfo de la muerte descrito en el capítulo XX del Apocalipsis: La destrucción total de la Humanidad y la llegada del reino milenario. Hordas de soldados de la muerte empujan hacia máquinas terribles a los últimos humanos. En apariencia, no hay esperanza... El escritor Javier Sierra, autor de El maestro del Prado ABC Nastagio Degli Onesti Los únicos fantasmas del Prado anidan en estas tres tablas de Boticelli. Sierra rescata un cuento del Decamerón: La historia de los amantes crueles, que cuenta la aventura de Nastagio, un joven de Rávena, que es rechazado por una joven adinerada y fruto de la depresión acude a un bosque para quitarse la vida. Allí aparece un jinete enarbolando su espada con unos perros de caza persiguiendo a una muchacha. Nastagio intenta socorrerla y parar al jinete, que le dice que está cumpliendo una misión divina... Resulta que ese jinete acudió a ese bosque y se quitó la vida tras ser rechazado, y Dios decidió castigarle a él por suicida y a ella por rechazarlo. Mora- El Prado sube la entrada a 14 El Museo del Prado subirá a partir del día 8, de 12 a 14 euros la entrada general y la reducida de 6 a 7 euros. De lunes a sábado, de 10.00 a 20.00 horas, y domingos y festivos de 10.00 a 19.00 horas será gratis para estudiantes entre 18 y 25 años; menores de 18 años; personas con discapacidad y la persona que le acompañe; así como los visitantes en desempleados. De lunes a sábado, de 18.00 a 20.00 h. domingos y festivos de 17.00 a 19.00 h. será gratis, como el 19 de noviembre. leja: más vale no rechazar a un hombre no sea que caiga una maldición La transfiguración fue la última pintura del maestro de Urbino, Rafael, que murió con 34 años. En medio de la escena aparece una mujer, de espaldas, representación de Sofía, la sabiduría clásica, que apunta con sus dos índices a un niño estrábico: Con la sabiduría se puede llegar a comprender la existencia... Pasamos ante la delicia de Felipe IV, La perla de su corona: la Sagrada Familia, de Rafael, en donde cautiva la mirada perdida del niño Jesús. Nos estremecemos ante La Gloria de Tiziano, y finiquitamos el paseo nocturno con otro Tiziano en la soledad del Museo del Prado y de Carlos V pensando en la victoria de Mülhberg, que susurra desde el lienzo: Debemos irnos, nuestro tiempo se cumple La pintura más estremecedora ANÁLISIS JAVIER SIERRA E s uno de los lienzos del Museo del Prado que más me estremecen. Y no por su tamaño. Sus 3,46 metros de alzada casi pasan desapercibidos en el zaguán que da a la gran galería de la pinacoteca, en parte porque allí la mala luz lo oscurece. Pocos visitantes se detienen a contemplarlo, ignorando que ese cuadro fue el último encargo del emperador Carlos V a Tiziano, cuando el primero ya barruntaba la cercanía de la muerte. Al pintor que era mayor que él, y que ya le había prestado importantes servicios como Carlos V en la batalla de Mühlberg- le pidió que lo retratase de rodillas, cubierto por un lienzo blanco, seguido de su difunta esposa Isabel de Portugal, su hijo Felipe y su madre. Tiziano tardó más de la cuenta en cumplir con el encargo pero cuando en 1554 el emperador lo tuvo por fin en sus manos, se lo llevó como una de sus posesiones más preciosas a Yuste. Allí, en su exilio, orga- nizó sus exequias, incluso las ensayó actuando como muerto Y allí se postró una y otra vez, con enfermiza insistencia, ante esta joya del arte. El emperador se contemplaba a sí mismo. O mejor, contemplaba su alma implorando entrar en el cielo. Como si viéndose allí representado memorizara mejor el camino a seguir en el más allá. Órdenes de paso El emperador Carlos V se contemplaba a sí mismo. O mejor, contemplaba su alma implorando entrar en el cielo Qué impresión se llevó el paisajista Martín Rico en 1872 cuando durante una visita al Escorial, los monjes le acercaron hasta el sarcófago de Carlos V, movieron su tapa y le permitieron asomarse a su interior. Fue él quien descubrió que el cuerpo del emperador había resistido el envite de los siglos y que mostraba el mismo rostro que retrató Tiziano en esta obra. Pero, sobre todo, se sobrecogió al contemplarlo envuelto en una sábana idéntica a la que Tiziano imaginó. El emperador así me lo susurró el guía que da título a El maestro del Prado- había inmortalizado en esa pintura sus órdenes de paso al otro mundo. ¿Cómo, pues, no estremecerse ante esta Gloria?

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