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ABC MADRID 26-01-2013 página 82
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  • EdiciónABC, MADRID
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82 GENTESTILO Álbum de familia Un siglo de glamour en el Archivo de ABC SÁBADO, 26 DE ENERO DE 2013 abc. es estilo ABC José Luis López Vázquez comparte confidencias con Rocío Jurado en una fiesta. Al fondo, Carmen Sevilla ARCHIVO ABC EL SEÑOR DE MINGOTE, ENTRE GIGANTAS ÁNGEL ANTONIO HERRERA quí José Luis López Vázquez, en estampa de mucho pasado, está entre dos gigantas de nuestras variedades de oro, Carmen Sevilla, de oficio su belleza, y Rocío Jurado, de oficio folclórica con garganta de seda de trueno. López Vázquez está como de más, en la escena, y esta impresión define a fondo al actor, al hombre, que siempre estaba como un poco de sobra, en todo, pero nunca se acababa de ir. Alguna vez lo leí por ahí, y para siempre: López Vázquez es el señor de Antonio Mingote. Quiero decir que López Vázquez llegó a acuñar como nadie al peatón hispánico, al tristón de semáforo o cabina de teléfono, al vecino sin nombre del tercero que sale a echar a tiempo su quinielita y, de A paso, les mira las minifaldas de pasamontañas a las turistas, entre el susto y el deleite. López Vázquez eternizó al español cualquiera, que es como decir que no es cualquier actor, sino todo lo contrario. Profesional del cabreo El revés de López Vázquez, fue, y es, Fernando Fernán Gómez, que tiene apostura de Cyrano de Madrid, y agolpa toda la decisión que siempre les falta, premeditadamente, a los personajes de López Vázquez. Premeditadamente y afinadamente. Decisión que incluye el mal genio. López Vázquez, en persona, también lo tenía, a veces, solo que de otra manera. Los dos son, en general, dos profesionales del cabreo, solo que López Vázquez lleva el cabreo interior, y Fernán Gómez lo lleva por fuera, muy desabrochado de ira ante los periodistas alegres o bien frente a todo, o casi todo, el reparto de la película que toque. A López Vázquez nos lo escoltan Carmen Sevilla y Rocío Jurado, dos chicas del pasado casi remoto que lucen paradójicamente muy modernas. Jurado, aquí, tan joven, aún no se ha cargado de Peatón histórico López Vázquez eternizó al español cualquiera, al tristón del semáforo o cabina de teléfono todos los oropeles atuendarios que componen su imagen principal, con algo de figuranta coplera de Dallas y otro algo de reinona del salero del sur, incluyendo hombreras de piedra, repostería de cardados y joyones como galápagos del lujo. Eso vendría luego. Aquí tiene aire de gran promesa llegada con timidez a la capital del mal, y ese flequillo de un solo tajo que ahora llevan las ninfas de las series de prime- time, y Penélope Cruz, que dicen que se lo pone o se lo quita de postizo, según proceda en la agenda del día. Carmen Sevilla es el bellezón del momento, pero su belleza es eterna, si se fijan, porque pudiera haber trabajado anteayer de última chica Bond, sin más retoque que el cambio de abrigo. Lleva, encima, esas gafas grandes, sobradas y de sol que ahora se colocan las famosas, incluso para salir de noche. Sobre todo si van a un cóctel de noche. Es una guapaza a bordo de unas gafas, esas gafas de diva, ahora tan de moda, que parecen necesitar no un estuche, sino un aparca. López Vázquez, entre las dos fabulosas, parece querer irse antes de haber llegado, con el pitillito aún a medio, con el whisky de vaso alto de los que siempre se quedan solos al final de la juerga.

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