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ABC MADRID 23-01-2013 página 49
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC MIÉRCOLES, 23 DE ENERO DE 2013 abc. es cultura CULTURA 49 Edwards La Oda a Stalin de Neruda es lo más estúpido que he leído ESCRITOR, PREMIO CERVANTES El escritor chileno Jorge Edwards, ayer durante la entrevista con ABC JOSE RAMÓN LADRA Memorialista con gran memoria, publica Los círculos morados primera parte, que van de sus traumas infantiles al conocimiento de Neruda ANTONIO ASTORGA MADRID E l escritor Jorge Edwards (Santiago de Chile, 1931) nació frente al cerro Santa Lucía, que es donde Pedro de Valdivia fundó la ciudad de Santiago. Fue en un caserón con ratones y goteras. No olvidará el pequeño Edwards el ruido de esas goteras entre las lágrimas de la lluvia y una claraboya que las distribuía. Con ocho años, tumbado sobre la alfombra, entra en la literatura leyendo los 30 tomos del Diccionario Enciclopédico Hispanoamericano, que poseía su abuelo paterno y le dejó en testamento cuando murió. Es monaguillo del cardenal de Santiago llevando el incensario. Escribirá cuentos, novelas, ensayos, memorias, columnas, trabajará en el Servicio Exterior chileno desde 1958 al golpe de Estado de 1973, y se convertirá en Persona non grata para el castrismo con el primer libro crítico de un intelectual latinoamericano contra la dictadura de Fidel Castro. Le expulsan de Cuba, evoca a Pablo Neruda Adiós, poeta... (premio Comillas) gana el Nacional de Literatura de Chile, y el premio Cervantes le consagra entre los gran- des. Ahora, como embajador de Chile en París, ha escrito en la mesa de Neruda Los círculos morados (Lumen) la apasionante historia de su vida, años de bohemia y rebeldía con causa, vinos literarios entre desfile de grandes ideas... Nosotros bebíamos vino de lija barato, que te dejaba un círculo morado en las comisuras de los labios. Esto ocurría en La Alameda, en el centro de Santiago, y mi casa quedaba cerca. Yo tenía angustia porque si me veían esos círculos morados pensarían que venía de tomar vino. Mi madre estaba muy preocupada, porque tenía un único hermano, que era alcohólico, y que murió de cirrosis. Un amigo mío de ese tiempo me llamó y me reveló: Oye, tu mamá me llamó por teléfono en esos años para preguntarme si tú no eras muy borracho Y mi amigo le dijo: No, señora, yo soy más borracho que su hijo Jorge, y a él le va a ir muy bien en la vida porque es muy inteligente, muy organizado A mi madre tampoco le faltaba razón Jorge Edwards era un niño pituco (pijo) y tímido, impecable, de perfecta cortesía, que nacía a un mundo bruto y violento. En Los círculos morados se ha atrevido a contar las heridas debidas a un cura, el padre Eduardo Cádiz, un sacerdote bajo de estatura, movedi- Infancia Me alejé de la práctica religiosa porque mi generación fue lectora de Kafka, Camus, Sartre... Neruda Era muy tragón. Le gustaban las grandes piernas de cordero, el jabalí. Nada de ostras ni viscosidad Patria La patria son las tías, pero las tías y abuelitas, con las que viví junto a un brasero en mi caserón de goteras zo, miope, fanático del fútbol. No sé cuánto tiempo tardó ¿semanas, meses? en darme besos en la soledad de un estudio. Se suponía que eran besos castos, de hermanos en una confraternidad espiritual, superior. Pronto pasó a situaciones más escabrosas... ¿No había revelado el episodio ni siquiera a su familia? Era un cura loco, y no quise desarrollar eso demasiado, ni explotarlo como tema, pero tenía que contarlo. Te das cuenta de que eso es raro, y no te atreves a contarlo. Se lo conté a amigos; a la familia, no. Si un cura te hace un daño psicológico, y si además tú no lo puedes contar, es otro daño a tu libertad de expresión. Mire, he recibido algunos testimonios de curas, y una carta de un arzobispo emérito, Bernardino Piñera, tío del presidente, de 97 años. Me dice que para un sacerdote como él leer lo que cuento es doloroso. La iglesia chilena reaccionó y miró con cierta honestidad el tema, pero hay muchos casos en todas partes del mundo. Hubo una declaración de la iglesia chilena diciendo que ese cura había hecho gran daño, y que fue expulsado de la Compañía de Jesús y de la Iglesia. Murió de civil. ¿Después de tanta educación jesuítica usted terminó agnóstico? Yo me alejé de la práctica religiosa porque mi generación fue lectora de Kafka, Camus, Sartre... Sí, quise salir rápido de la cosa religiosa de la infancia. ¿Al descubrir que a su madre unos parientes le han leído el diario de su vida nace su pulsión literaria? A raíz de ello yo escribí una novela, La mujer imaginaria La imprensión que me dio el relato de mi madre fue muy fuerte. Mi madre destruyó el diario y me dijo que ese cuaderno que ella destruyó apareció en mí como una corriente. Eso es la brutalidad y la crueldad del mundo chileno actual. Recuerdo que

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