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ABC MADRID 22-01-2013 página 15
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ABC MADRID 22-01-2013 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC MARTES, 22 DE ENERO DE 2013 abc. es opinion OPINIÓN 15 MONTECASSINO UNA RAYA EN EL AGUA HERMANN ¡NO EN MI NOMBRE! El que roba en tu bando roba en tu nombre. Te traiciona y engaña. Destruye tu prestigio y reputación D ESPRECIO mucho más a quienes roban mientras pretenden defender mis ideas que a cualquier ladrón ajeno, adversario o enemigo Con esta frase quise terciar ayer en el interminable intercambio de acusaciones entre quienes creen llegado el momento de linchar y criminalizar a todo el Partido Popular y quienes responden a éstos recordando el largo y reconocido acervo de corrupción acumulado por el Partido Socialista en 35 años de democracia. Las respuestas a estos 133 caracteres no se hicieron esperar y comprobé que muchos no entendían siquiera el postulado de la frase. La mayoría, en un esfuerzo de equidad, se manifestaba convencida de que todos los ladrones son iguales e igual de despreciables. Muy pocos entendieron la especial severidad con quien delinque en el bando propio. No entienden que el que roba en tu bando roba en tu nombre. Te traiciona y engaña. Destruye tu prestigio y reputación. Porque desde fuera siempre te considerarán de la misma condición que el peor de tu bando. Y viola tu honor porque quiebra la exigencia moral del acto de buena fe de asociarse con un objetivo decente, incompatible con el latrocinio. Esta incomprensión tiene que ver con el trato otorgado en esta sociedad nuestra al concepto de honor. Pocos valores han sido peor tratados en la educación, en los medios y en las nuevas costumbres que el concepto del ho- nor, esa antigualla. Hoy, la mayoría lo confunde con orgullo. O peor aun, con soberbia. Además, cualquier valor inmaterial tradicional pasa hoy por ser una casposa rémora reaccionaria. El honor convertido en un derecho y defendido como tal en las leyes es, en realidad, la reputación u honra social. Tampoco es el honor ese concepto tan propio de tiempos tiernos que es la autoestima con el que la industria de la psicología, pedagogía y el wellness nos recomienda querernos, mimarnos y consolarnos. El honor es un compromiso de exigencia a uno mismo. Que impone un código siempre mucho más estricto que las leyes y las convenciones. Porque responde a una voluntad de ser mejor, de vocación elitista. De ser cada vez mejor que uno mismo. Y de ser mejor que los demás. Una vocación que, por tanto, consiente y acepta en los demás unos fallos, actitudes o conductas, que no se tolera a sí mismo. Quienes tuvimos una educación alemana en décadas de posguerra tenemos una ventaja al respecto. El enorme peso de los crímenes cometidos en nuestro nombre convertía en una máxima prioridad combatir el instinto gregario. La resistencia del individuo a la presión de la masa pero también la individualización del crimen, del delito, frente a la culpa colectiva (Kollektivschuld) fomentaba ese concepto del honor. Que no era ya por supuesto el honor prusiano. Pero cultivaba la auto exigencia en el diálogo interior de una forma que no he vuelto a ver. Y por supuesto, la educación permanente en la memoria y la conciencia de un padre que cayó víctima de la Gestapo con el 20 de julio hasta el final de la guerra. Pero que sabía que eso había sido demasiado tarde. Y siempre cargó con su responsabilidad previa en el trágico fracaso de las elites que se rebajaron a gregarios. Que no condenaron, frenaron y combatieron a los criminales cuando aun se podía haber evitado la monstruosidad. Son éstas, para mí, razones de peso para una especial sensibilidad al respecto. Para considerar una agresión añadida a cualquier tropelía, el hecho de que se cometa al abrigo de la propia nación, partido o colectivo. El honor es voluntad propia, pero hay que salvarlo día a día. Y no del enemigo, sino del que combate bajo la misma bandera. IGNACIO CAMACHO EL ESPEJO Y LA MADRASTRA La cruz de Griñán son los EREs trucados y como no la puede soltar le molesta verse reflejado con ella a cuestas ENSABA un servidor seguir dándoles la matraca con el Barcenasgate, ese monumental terremoto que sacude la silla de Rajoy, pero la sobreactuación socialista contra una portada de ABC aconseja una breve digresión para aclarar algunos conceptos sobre lo que el viejo y sobado Weber llamaba ética de la responsabilidad. Por lo visto Griñán y sus pretorianos griñaninis- -que ni han estudiado ni trabajado en su vida- -son los únicos andaluces capaces de creerse sus propias lucubraciones exculpatorias en el viscoso asunto de los ERE trucados, cuyo sórdido eco debería provocarles siquiera un poco de vergüenza antes de ponerse tiquismiquis sobre la supuesta atribución de culpas penales que por ahora nadie les ha imputado. Sucede que entre los omnímodos poderes que dominan en Andalucía aún no disponen del de dictar la línea editorial de algunos periódicos. Para eso ya tienen a Canal Sur y quizá se hayan malacostumbrado a manejar los titulares. Por muchas vestiduras que se rasguen, el presidente andaluz y su antecesor Chaves no encuentran modo de disimular el desafuero que durante ¡diez años! ocurrió bajo su guardia. Fondos de reptiles, partidas opacas, subvenciones concedidas en post its, jubilados del partido en empresas donde nunca habían trabajado. Dinero del desempleo fundido en copas y polvos, advertencias del interventor desoídas, firmas en barbecho. Una desenfreno corrupto ejecutado en los despachos del Gobierno autonómico desde el sentimiento de impunidad que proporcionaba un poder latifundista, cortijero. Un sumario judicial tan extenso y complejo que ha provocado un colapso de estrés a la juez instructora. Racimos de imputados, entre ellos varios altos cargos nombrados y o confirmados por los dos sucesivos presidentes de la Junta. Y un clamor social que señala un veredicto de culpabilidad moral inequívoco. No pueden eludir las evidencias pringosas, los testimonios descarnados, el torrente de abusos desencadenado ante una opinión pública perpleja por la desfachatez insolente, provocadora, del saqueo. Demasiado ruido para que se haga el sordo un político con tan buen oído para la música. Fue su actual socio de gobierno Diego Valderas, cuando aún no se había dejado alquilar de costalero a cambio de unas cuantas carteras y varias decenas de cargos, quien apuntó al presidente de la Junta como la X del escándalo. Luego le ha echado por encima para que no se resfríe un capote tapamiserias pero eso sólo habla de la triste condición de la naturaleza humana; cada penitente lleva su cruz en esta siniestra procesión de títeres, rufianes y marionetas con hilos demasiado visibles. La cruz, o la X, de Griñán se llama responsabilidad política y como no la puede soltar le molesta verse reflejado con ella a cuestas en los cristales de la prensa. Pero en la sociedad libre no hay madrastras de Blancanieves que puedan romper a su capricho los espejos. P MÁXIMO

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