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ABC MADRID 18-01-2013 página 15
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ABC MADRID 18-01-2013 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC VIERNES, 18 DE ENERO DE 2013 abc. es opinion OPINIÓN 15 EL BURLADERO UNA RAYA EN EL AGUA CARLOS HERRERA MAL ROLLO La ciudadanía tiene la sensación de que le están robando en sus narices, lo cual puede ser cierto M UY mal rollo. La clase política se enfrenta a un desafío creciente y difícil: capear la creencia generalizada de que la corrupción alcanza hasta los últimos rincones del patio común. La España política cuenta con el concurso de miles de hombres y de mujeres que ejercen la profesión política, la mayor parte de ellos con remuneración. Del total, la inmensa mayoría trabaja digna y esforzadamente por el bienestar de sus conciudadanos; lo hace con mayor o menor acierto y con mejor o peor disposición, pero lo hace sabiendo que la recompensa es a muy largo plazo y no siempre acontece. Es evidente que nadie acude a la carrera política forzado por una pareja de la Guardia Civil, y que el poder, por pequeño que sea, adopta forma de sirena libidinosa que a muchos obnubila. Cierto es que en el desarrollo de labores políticas hay no pocos inútiles que en la vida civil apenas desempeñarían trabajos rudimentarios y que si han llegado a un cargo es merced a haber crecido en el ámbito de un partido político y a haber realizado el correspondiente meritoriaje, sin embargo también lo es que notables profesionales con proyección indudable abandonan sus quehaceres para dedicar una etapa de su vida al servicio público renunciando a retribuciones más jugosas. De estos segundos los más desconfiados afirman que si dejan bufetes, despachos y parquets por algo será, y que alguna esperanza de trincar albergará su entendimiento, lo cual es el colmo de la desconfian- za, pero es lo que hay. Es más, también se desconfía del que llega no teniendo nada: algo estará buscando. La noticia que conocimos ayer según la cual el ex tesorero del PP Luis Bárcenas poseía una cuenta de 22 millones de euros en Suiza no ayuda, precisamente, a aplacar los ánimos. Al parecer, el también ex senador popular retiró la cuenta y dispersó esos millones- -suyos en totalidad o en parte- -al saberse investigado por los tejemanejes de Gurtel, lo que nos lleva a preguntarnos: ¿cómo es posible que el tesorero de un partido político disponga de una cuenta en Suiza por valor de veintidós millones de euros? A esa pregunta se suceden otras que son, en sí mismas, absolutas sospechas: para qué, de qué, con quién... Este mazazo cae sobre los hombros del PP como una plasta humeante, maloliente y marrón, la cual obligará a los muchachos de Génova a dar algunas explicaciones, y al mismísimo Luis Bárcenas a justificar lo muy difícilmente justificable, ya que un político puede ser rico, haber hecho negocios- -siempre pasando por el fisco- incluso tener cuentas en Suiza- -siempre que sean en dinero A y con conocimiento del Banco de España- y puede mantener una empresa que vaya trabajando legítimamente si no coincide con los asuntos públicos que maneja en sus cargos de responsabilidad, pero no puede decir que va a Suiza porque le gusta el esquí alpino y demostrarse que es titular de una abultada cuenta que aparece y desaparece en virtud de sus vicisitudes con la justicia. Explicaciones dará y veremos si convence a alguien, pero antes se habrá llevado por delante a más de uno y habrá puesto en serias dificultades a algunos- -o alguna- -que afirmó que si se demostrase que un miembro ejecutivo del PP tenía cuentas en Suiza debería dimitir inmediatamente. Esta gota añade caudal al río de indignación de la ciudadanía que tiene la sensación de que le están robando en sus narices, lo cual puede ser cierto. Y que cree que le roba todo el mundo, lo cual es falso. De ello al linchamiento a las instituciones y a los políticos sólo hay un paso que muchos estás dispuestos a dar, sin diferenciar la paja y el grano, desafortunadamente. Los partidos tienen la obligación de ser inflexibles con los elementos corruptos. De lo contrario el mal rollo se va a convertir en algaradas dramáticas. IGNACIO CAMACHO EL CONTABLE Es extraño que Rajoy, tan receloso, tan escéptico, dejase la caja del partido en manos de un tipo tan opaco ALA, muy mala pinta tiene el asunto del tesorero Bárcenas. En pleno escándalo por las cuentas suizas del clan Pujol, al PP se le ha abierto un considerable boquete en la retaguardia. La plana mayor del partido ha encajado el golpe con una elocuente, incómoda perplejidad; no saben cómo gestionar este embarazoso contratiempo y, lo que es peor, ignoran hasta dónde se les puede colar el agua que entra en tromba por el agujero. Cuando, tras largos meses de dudas, apartaron del cargo a su turbio cajero creyeron haber resuelto el problema. Sólo lo habían aparcado. Luis Bárcenas es un tipo complicado. Hermético, correoso, enigmático, algo tenebroso en su inquietante familiaridad con el dinero, en su experta naturalidad para desenvolverse en los conductos de la ingeniería financiera. Es de esa clase de personas que en su modo de comportarse y de hablar parecen haber incluido una especie de cláusula de confidencialidad tácita, como si expresasen sin palabras su plena conciencia de que son gente acostumbrada a moverse en espacios por donde la mayoría no debe o no sabe circular. Un hombre duro, resuelto, curtido, taimado, del que nadie se sorprendería que en ciertos ambientes poco refinados pudiesen llamarle Luis el Cabrón Cuando alguien exige confianza sin preguntas, el que se la otorga le está entregando sin recibo las llaves de su propia honestidad. Y el tesorero de un partido no sólo es el encargado de administrar sus cuentas sino de conseguir financiación. De recaudarla. La corrupción es una excrecencia inevitable de la política pero el nivel de tolerancia de los dirigentes se mide por su capacidad de reacción ante la sospecha. Con su estilo contemplativo, tardón, Rajoy demoró demasiado tiempo la inexcusable depuración de un colaborador bajo sospecha. Y antes de eso, avaló su elección como contable sin disponer de un retrato claro del personaje y de su naturaleza. Bárcenas, simplemente, estaba allí, era un hombre del aparato, de la casa. Es extraño que el presidente, tan receloso, tan escéptico, tan poco inclinado a confiar más que en un círculo estrecho y contrastado, abandonase la caja de la organización en manos de un profesional tan opaco. En un momento de extrema sensibilidad social, los manejos financieros de Bárcenas- -al margen de su eventual relevancia penal- -colocan al partido del Gobierno ante una situación más que delicada. Salpican la credibilidad de la lucha contra el fraude, cuestionan la amnistía fiscal, extienden una perturbadora suspicacia. Cuando el poder exige durísimos sacrificios en forma de impuestos y recortes, necesita respaldarlos con una imagen de impoluta honestidad corporativa en la que no encaja de ningún modo un trasiego de cuentas en Suiza. El daño está hecho pero la reacción, la respuesta, queda pendiente. La reputación del liderazgo exige algo más que silencio y espera. M MÁXIMO

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