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ABC MADRID 07-01-2013 página 14
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ABC MADRID 07-01-2013 página 14

  • EdiciónABC, MADRID
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14 OPINIÓN LA FONTANA DE ORO PUEBLA LUNES, 7 DE ENERO DE 2013 abc. es opinion ABC FÉLIX MADERO HINCHAR EL PERRO Cuando reformen la Ley Electoral pensaremos que PP y PSOE van en serio A LGUNA vez deberíamos tener el coraje de negarnos a publicar naderías para entretener al público que religiosamente paga un euro y pico por un periódico. Ese público cualificado e imprescindible en una sociedad en la que reinan la tontería y la ordinariez merece respeto, y espera que alguien, nosotros, por ejemplo, les defendamos ante la marabunta de palabras y eufemismos con que comunica nuestra clase dirigente. Alguna vez deberíamos tener el coraje de no hinchar perros por encargo de políticos incapaces de decir la verdad, ávidos en cambiar todo para que luego las cosas sigan igual. ¿Qué hacemos aireando un pacto improbable para la reforma de la administración? ¿A cuento de qué radiamos unos encuentros inverosímiles entre dirigentes del PP y el PSOE para reformar esa gran covachuela que conforman diputaciones, ayuntamientos, comunidades, mancomunidades, fundaciones y otras zarandajas? Ni los de Rajoy quieren pactar ni los de Rubalcaba lo desean. A cambio de entretenernos venden encuentros para filtrar que no puede ser que Rajoy y sus ministros ganen menos que los regidores de Barcelona, Madrid, Bilbao y Zaragoza. ¿Ahora caen en el desatino? Y a modo de gran descubrimiento se escandalizan porque los ayuntamientos tienen competencias que deberían ser de las diputaciones y las diputaciones de las comunidades. El escándalo en España es siempre relativo porque aquí los escandalizados no están lejos del parto mismo del escándalo. Tras lustros de deficiencias institucionales ahora caen en la cuenta de que hay que darle al Senado más poder, y de paso, claro, nos da un ataque de risa a los que hemos escuchado presidente tras presidente decir semejante estupidez. Escucha uno que hay que convertir el Senado en una auténtica cámara de las autonomías y le entra la risa floja. ¿Y qué hacemos con los diecisiete parlamentos regionales? No nos tomen el pelo, por favor, y hagan con esa Cámara lo que entenderíamos sin explicaciones: cerrarla. Pero no va a ser así, a cambio hacen papeles en los que se dice que hay que clarificar el papel del Estado. ¿A estas alturas hay que clarificarlo? ¿Verdad que no imaginan a franceses y alemanes haciéndose semejante pregunta? He ahí una razón por la que una nación es percibida con seriedad, porque hace tiempo que encontraron las respuestas a las preguntas que nos seguimos haciendo los españoles. He aquí una razón por la que los españoles no podemos ser percibidos con rigor y entusiasmo. Cuando PP y PSOE acuerden la reforma de la Ley Electoral entonces tendremos derecho a pensar que lo demás va en serio. Cuando asuman con valentía que los ciudadanos tenemos derecho a votar en listas abiertas, cuando podamos elegir a dirigentes que respondan ante los ciudadanos y no ante el jefe de su partido tendremos el derecho a pensar que todo lo demás va en serio. Hasta entonces que nos dejen en paz. Y sobre todo que encarcelen al socialista andaluz de prosa zafia y zumbona que propone constitucionalizar la financiación autonómica. Pobrecito reformador, qué manera de hinchar el perro. EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA LA NOCHE MÁS OSCURA Bigelow exonera a Obama, dando pábulo a las patrañas de la propaganda progresista A película de Kathryn Bigelow La noche más oscura suscita en estos días una agria polémica en los Estados Unidos en torno a las fuentes que su guionista habría empleado para reconstruir la investigación que permitió localizar el paradero de Bin Laden. Se sospecha que una o varias gargantas profundas podrían haber suministrado, desde el seno de la propia CIA, datos secretos; y también que tales gargantas profundas habrían tratado de justificar métodos non sanctos- -en especial, el empleo sistemático de la tortura en los interrogatorios a miembros de Al Qaeda- -que, a juicio de la Comisión de Inteligencia del Senado, no habrían servido- -risum teneatis- -para obtener informaciones cruciales. Habría que empezar señalando que la película de Bigelow resulta decepcionante: desde luego, en la reconstrucción misma de la investigación, pero también- -y sobre todo- -como obra cinematográfica. Bigelow no consigue, en casi ningún pasaje del larguísimo metraje de la película, transmitir esa impresión de descenso a los infiernos que acompaña a la protagonista- -una agente de la CIA destinada a Pakistán, interpretada por Jessica Chastain- -en su búsqueda obstinada del líder terrorista. Bigelow, que opta por una fórmula narrativa y un estilo muy próximos al documental, confunde sin embargo el naturalismo propio del género con L una falta de vibración humana que por momentos impregna su película de aridez o monotonía; y, en sus momentos más álgidos, Bigelow adopta soluciones inverosímiles que redundan en una película muy poco convincente, llena de componendas y cínicos sobrentendidos. Diríase que la directora, consciente de que trabaja con un material altamente inflamable, hubiese querido adoptar un tono desapasionado que a la postre se torna- -por ambiguo- -inconsecuente. Ocurre así, por ejemplo, en el tratamiento que otorga al empleo de torturas en los interrogatorios de la CIA. Primeramente nos muestra que tales torturas eran habituales durante el mandato de Bush; y que luego, llegado Obama al poder, son por completo erradicadas. Como semejante patraña (Bush Obama no hay quien se la trague, Bigelow opta por un solución narrativa de llamativa ambigüedad moral: aunque durante el mandato de Obama no se vuelven a perpetrar torturas, la protagonista sigue trabajando con una pista obtenida durante el mandato de Bush; y comprobamos cómo los agentes directamente implicados en los interrogatorios con torturas, lejos de ser defenestrados, siguen ocupando puestos de mando en la CIA. El apaño resulta un tanto indecoroso: por un lado, Bigelow exonera a Obama, dando pábulo a las patrañas de la propaganda progresista; por otro, reconoce cínicamente que el empleo de torturas fue determinante para localizar el paradero de Bin Laden. Otros pasajes de la película adolecen de idéntico cinismo. Especialmente chirriante resulta, en las secuencias finales, el sosiego que adoptan los miembros de las fuerzas especiales encargados de abatir a Bin Laden, de regreso a la base militar de Afganistán. No parece verosímil que, después de tamaño dispendio de adrenalina, unos jóvenes que acaban de concluir con éxito una misión tan peligrosa se comporten de este modo. Se puede entender que Bigelow no los muestre sometiendo el cadáver de Bin Laden a todo tipo de sevicias, pero su actitud melancólica resulta de una deshonestidad irrisoria. Son los peligros de adentrarse en la noche más oscura con el petate cargado de mentiras; o, lo que todavía es peor, de medias verdades.

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