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ABC MADRID 05-01-2013 página 46
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  • EdiciónABC, MADRID
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46 CULTURA La gloria para Francia La carta y la geometría SÁBADO, 5 DE ENERO DE 2013 abc. es cultura ABC El Meridiano, 1735- 44 Informes secretos Además de su misión científica dio al Rey informes de la injusta tiranía ejercida sobre los indios La misión científica era vital para la Viajó a Quito con académicos galos La medición se hizo con triángulos época: medir un grado de Meridiano para la misión que reveló la forma de a lo largo de 400 kilómetros entre en el Ecuador. Esta es la carta la Tierra. El papel español se olvidó Quito y Cuenca, en el Ecuador Jorge Juan, espía y científico que pudo cambiar la historia antes de Trafalgar Importó el sistema inglés de construcción naval. Su plan era mantener la supremacía de España en el mar JESÚS GARCÍA CALERO MADRID no de los más grandes científicos del Siglo de las Luces o uno de los más efectivos espías que España ha tenido. Jorge Juan y Santacilia (17131773) nació hoy hace 300 años, fue el ingeniero militar que hizo posible el milagro naval español con los primeros Borbones. Su poderoso proyecto de flota, con el apoyo político que le otorgó el Marqués de la Ensenada, habría cambiado la historia sin duda, evitando la supremacía inglesa en los mares a finales del XVIII y, seguramente, por tanto, la derrota en Trafalgar. Pero ambos cayeron en desgracia por intrigas cortesanas alimentadas por el sagaz embajador inglés de la época: Benjamin Keene, consciente del peligro que suponían esos planes para su país. Jorge Juan fue el sabio español tal y como se le conocía en toda Europa perteneció a las academias de ciencias de París, Berlín y Londres. En la capital del Támesis fue, durante unos pocos meses, un temible agente al servicio de Su Majestad española, un hombre capaz de revelar importantes secretos del enemigo, espiar su sistema cons- U Última carta a Carlos III Días antes de morir en 1773 dice al Rey en una carta que descuidar la flota traerá grandes desgracias tructivo el mejor de la época y minar sus astilleros, provocando una fuga de cerebros y manos expertas. Salvo unas jornadas educativas del Museo Naval y un discreto acto en su localidad natal, Novelda, el tercer centenario de este gigante de nuestra historia ha pasado en el más injusto olvido oficial. En una época de gran atraso fue uno de los pocos españoles que podía codearse con la élite científica de Europa. Se había formado en la gadita- na Escuela de Guardiamarinas, donde Felipe V había creado una reserva ilustrada. Jorge Juan se asomó allí al universo a través del novedoso prisma de Newton y las explicaciones científicas de la mecánica celeste. España era aún un país de grandes atrasos que desconfiaba del progreso, con el acecho siempre temible de la Inquisición, agitada por el infame casticismo que atacaba cualquier avance procedente del extranjero. Felipe V recibe en 1734 la solicitud de su primo Luis XV para que se permita a los inquietos académicos franceses viajar a Quito con el fin de medir un arco de Meridiano bajo el Ecuador y así obtener el valor de un grado terrestre. La empresa era vital por aquel entonces, puesto que, dominada la Latitud, fallaban los cálculos de Longitud, por lo que no había precisión en la navegación ni en la cartografía. Jorge Juan iba a jugar un papel vital en la solución. El Rey pide que dos oficiales preparados les acompañasen, realizaran sus propios cálculos y vigilasen de cerca a los gabachos. Para el cometido fueron elegidos dos pimpollos, Antonio de Ulloa (19 años) y Jorge Juan (21) recién graduados, pero que demostraron en aquel viaje que cambiaría sus vidas una capacidad asombrosa. No tenían graduación militar así que hubo que ascenderles a tenientes de navío. Y encima el Rey les pidió algunas misiones secretas, porque quería conocer de primera mano el estado real de sus pueblos de ultramar. Jorge Juan, con madurez y liberalidad ejemplares, recabó toda la información y denunció la tiranía con la que los encomenderos, gobernadores y curas corruptos asolaban a los indios, en la mejor escuela de Fray Bartolomé de las Casas. La misión del Meridiano les ocupó 9 años durísimos. Desde Quito a Cuenca realizaron triangulaciones en un área

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