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ABC MADRID 23-12-2012 página 17
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ABC MADRID 23-12-2012 página 17

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC DOMINGO, 23 DE DICIEMBRE DE 2012 abc. es opinion OPINIÓN 17 UNA RAYA EN EL AGUA EL RECUADRO ANTONIO BURGOS CHICHARRAS CALLADAS En esta España en la calle protestando contra los recortes, ¿no les extraña que los de Marinaleda anden tan calladitos? H AN venido retratados en ABC, pero de un modo insólito. El uno no va vestido con el uniforme del cuerpo bolivariano al que pertenece, ni con el carísimo sombrero sudaca de trenzado de palma, ni con las costeadas adidas de siete leguas, ni lleva en la mano la botella de agua mineral, de reglamento en las huelgas de hambre. El otro tampoco porta en bandolera el imprescindible megáfono de encabezar manifestaciones, ni anda levantando el puño cerrado, ni va emitiendo rítmicas consignas pareadas para que las coreen sus pastoreados seguidores. Hablo de Sánchez Gordillo, el alcalde de la reserva natural marxista- leninista de Marinaleda, y de su compadre Diego Cañamaro. Ambos no están retratados esta vez asaltando mercadonas, ni ocupando oficinas del INEM, ni bañándose en pelota picada en la piscina del hotel de Moratalla. Están en las gradas del público del Parlamento (de la Señorita Pepis) de Andalucía como señal de protesta. La sentada suele ser, en efecto, una forma habitual y estudiantil de protesta, que acaba cuando vienen los guardias a levantar por la fuerza a los que están en mitad de la puta calle. Pero esta sentada de Gordillo y Cañamero es más confortable. Están apoltronados en sendos mullidos sillones de preferencia, en una protesta callada, sin megáfonos, banderas ni pancartas. Gordillo, que es diputado del mentado Parlamento de la Señorita Pepis, para protestar se ha ido desde su esca- ño de IU a la tribuna de invitados, con Cañamero. ¿De qué protestan de forma tan civilizada, que si no es por la foto de ABC no sabemos que andan enfadadetes? Pues protestan porque aunque IU es su socia no quieren votar a favor de los recortes del gobierno del PSOE: 1.000 millones, el 10,6 de menos, en el presupuesto de Sanidad y en Educación, 600 millones, el 8,6 menos. Y digo yo: en esta España en la calle protestando contra los recortes todo el mundo, los profesores, los padres de alumnos, los estudiantes, los médicos, las enfermeras, los enfermos de los hospitales de Madrid, los MIR, los jueces, los abogados, los funcionarios, ¿no les extraña que los de Ma- rinaleda no protesten ahora de nada y anden tan calladitos? Los de Marinaleda, cuando ven a los que protestan, deberían decir como servidor cuando está en una reunión y alguien empieza a contar un chiste de tartamudos. Le digo: -No, déjame que lo cuente yo, que soy tartaja profesional, con carné belmontino, y lo haré mucho mejor que tú, que eres un simple aficionado. Los de Marinaleda, encabezados por el vividor Gordillo, igual. Deberían decir a médicos, profesores, jueces y funcionarios en sus protestas contra los recortes: -Váyanse a sus casas y dejen que protestemos nosotros por ustedes. Ustedes son unos aficionados y nosotros somos profesionales de la protesta. Ni por esas. Van de Belinda los que en verano asaltan tiendas, intentan entrar en los cortes ingleses, agreden a las cajeras del Mercadona y se llevan los carros llenos de gloria bendita, porque dicen que la cosa está muy achuchada. Mucho más acuchada está la cosa ahora que en el verano y ya ven: la única protesta advertida por parte de estos profesionales es la mullida sentada de Gordillo y Cañamero en primera fila de barrera parlamentaria. Y ahora que la Junta recorta tela en Sanidad y en Educación, ¿no os metéis en carretera, hijos míos? Claro, ¡cualquiera es el guapo que ahora como protesta se baña desnudo en la piscina de Moratalla, con el frío que hace! Son como las chicharras. Únicamente dan el cante en el verano, cuando con el estiaje informativo tienen aseguradas las aperturas de los telediarios. Por eso no cantas, chicharra gordillesca, conozco tu sonsonete... IGNACIO CAMACHO LUZ DE NAVIDAD El arte y la cultura son el paisaje sentimental que enmarca de belleza y emociones la espiritualidad navideña UCHO antes de que se inventase el derroche del consumo navideño, ahora atemperado a la fuerza por la crisis, los maestros flamencos pintaban multitudes festivas patinando sobre canales helados y los músicos barrocos centroeuropeos componían cantatas corales destinadas a las misas de Nochebuena en Leipzig, Friburgo o Heidelberg. La Navidad, conmemorada en todo el universo como eje de un impulso de buena voluntad, está en el centro de la cultura europea que nos identifica como civilización y nos dota de una estructura intelectual y moral común, y es en Europa donde su celebración ha alcanzado mayor refinamiento y altura estética. Desde los belenes napolitanos a los mercadillos urbanos polacos o alemanes; desde los villancicos populares castellanos y las zambombas flamencas jerezanas a los oratorios de Palestrina o de Bach; desde las sobrias natividades del Bosco o de Memling a las sofisticadas adoraciones de los Magos de Rubens o Durero, una formidable tradición artística enriquece la espiritualidad navideña hasta convertirla en un delicado paisaje sentimental que enmarca nuestras vidas con una orla de belleza y de emociones. Se puede vivir de espaldas a la religión o a sus liturgias; se puede permanecer indiferente al sentido doctrinal de la festividad cristiana; se puede rechazar el edulcorado ternurismo, la apología consumista o la artificial exaltación familiar como adherencias impropias de estos días significados. Pero nadie puede sustraerse al profundo significado emocional y humanístico de una efeméride universal que a partir de la hegemonía del cristianismo ha trascendido credos y dogmas para asentarse como gran fiesta de la intimidad y de la paz. Si la Semana Santa es la gran fiesta del perdón, la Navidad lo es de la concordia. Por eso se iluminan las ciudades, se intercambian regalos y se embellecen los hogares: se trata de la representación socializada de un sentimiento fraternal y de convivencia que encuentra en la familia de Jesús el símbolo de la más primordial de la comunidades. El intimismo navideño se puede criticar por su puntual ocasionalidad, que convierte los buenos sentimientos en una suerte de tregua en medio de una existencia radicalmente conflictiva; aún así, al menos una vez al año despierta en nosotros un idealismo cordial y solidario que rescata la capacidad humana para la expresión del cariño y vuelve conmovedor el esfuerzo de algunos no creyentes por disociar del hecho religioso su propia necesidad de compartir los ritos afectivos. Al igual que otras grandes celebraciones espirituales, la navideña ha sido capaz de imponerse desde la fe hacia la cultura con una gigantesca potencia de sensibilidad emotiva. Como subraya Stefan Zweig a propósito del Mesías de Haendel, sólo una inspiración de índole muy poderosa, capaz de sacar lo mejor de nosotros mismos, puede alumbrar un acontecimiento tan incontestable. M MÁXIMO

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