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ABC MADRID 18-11-2012 página 55
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC DOMINGO, 18 DE NOVIEMBRE DE 2012 abc. es sociedad SOCIEDAD 55 Pensilvania alberga el segundo campo gasístico mayor del mundo El impacto ambiental del fracking La extracción de gas por medio de fracturación hidráulica, una técnica comúnmente conocida en Estados Unidos como fracking trae de cabeza a los ecologistas. Los defensores del medio ambiente ven en este método, cuyo uso está en clara expansión, una amenaza tanto para la naturaleza, como para la salud de los seres humanos. Desde que a las petrolíferas les entró la fiebre por el fracking cientos de organismos locales y gubernamentales han dedicado sus esfuerzos a demostrar que esta técnica no es tan inocua como la pintan. Unos defienden que el gas pizarra obtenido con esta técnica es un combustible fósil limpio. Otros aclaran que sería limpia si no se tuvieran en cuenta las filtraciones de gas metano que su extracción produce. Según un modelo diseñado por Steven Hamburg, principal científico del Fondo por la Defensa del Medio Ambiente (EDF) cuando la filtración de metano supera el 2 por cien, el gas natural deja de ser más limpio que otros combustibles como el carbón. El principal problema ante las emisiones de gas metano es que no hay consenso sobre cuánto gas se libera con el fracking Diferentes estudios han obtenido distintos resultados que van del 2 al 7,8 por cien. En Colorado, en los Estados Unidos, se concentra el 8,5 de las reservas naturales de gas del país, por lo que hay allí un boom de fracturación hidráulica, informa María Picatoste. REUTERS En el cambio de milenio, los campos de gas estadounidenses languidecían. Las tecnologías de perforación horizontal y de fractura son conocidas desde hace décadas, pero todavía en 2000 no se extraía un centímetro cúbico de gas pizarra. El angustioso objetivo que marcó Richard Nixon en 1973, tras el shock petrolero, de alcanzar la autosuficiencia energética en 1980 parecía más lejano que nunca. Hasta que en 2007 estalló la llamada revolución del gas pizarra Hoy día, uno de los estados clave en estas elecciones, Pensilvania, alberga el segundo campo gasístico más grande del mundo, detrás del gigante offshore iraní de Pars Sur, en el Golfo Pérsico. Independencia energética El gas pizarra obtenido mediante la inyección a alta presión de agua, arena y productos químicos contra las rocas que rodean los pozos, ha pasado en una década de representar el 1 de la producción doméstica de gas en 2000 al 20 en 2010. Se considera que, en la actualidad, podría suponer ya un tercio, y el departamento de Energía de EE. UU. estima que alcanzará el 46 en 2035. Aunque no existe un consenso sobre las reservas extraíbles existentes, al largo plazo es uno de los factores junto a la producción de biocombustibles y formas no convencionales de petróleo (arenas asfálticas etc. -que, según las predicciones de la compañía BP, llevarán a EE. UU. a alcanzar la independencia energética en 2030. La implicación a largo plazo es todo un movimiento sísmico geoestratégico para las relaciones de EE. UU. con Oriente Medio, Asia y los países de la OPEP. Pero, al corto plazo, la Arcadia feliz del gas pizarra ha tenido dos consecuencias más inmediatas cuyos supuestos beneficios pone ahora en cuestión un informe presentado esta semana por científicos del Centro Tyndall sobre cambio climático de la universidad de Manchester. El gas ha sustituido al carbón como fuente de generación de electricidad. Durante décadas, este servía para proporcionar la mitad del consumo energético Reservas de gas Pueden llevar a EE. UU. a alcanzar la independencia energética en 2030 Científicos británicos Más de la mitad de las emisiones de CO 2 evitadas en EE. UU. han sido exportadas como carbón en EE. UU. En 2011, la cifra había bajado al 42 la más baja desde 1949, según cifras del departamento de Energía de EE. UU. que prevé que en 2012 el porcentaje sea solo del 36 Este desplazamiento del carbón por las formas convencionales y no convencionales de gas ha permitido a EE. UU. reducir sus emisiones de CO 2 en un 8,6 desde el máximo alcanzado en 2005, hasta volver a los niveles de 1992. Un círculo virtuoso que se convierte en tóxico cuando se introduce en la ecuación el impacto en el exterior. El efecto de sustitución descrito ha abaratado el coste del carbón estadounidense, que ha pasado a ser exportado fuera de las fronteras de EE. UU. El carbón es, según el último Informe Estadístico de BP, el combustible fósil que más rápido crece. Representa ya el 30 del consumo de energía primaria en el mundo, el nivel más alto desde 1969. Y su consumo ha crecido un 8,4 en países emergentes, según la Agencia Internacional de la Energía. Los precios más bajos en los últimos 18 meses y la ineficacia disuasoria del mercado europeo de emisiones hacen más sexy todavía al carbón. El efecto de este revival negro del carbón la fuente de energía que más CO 2 produce- es alejar un poco más el objetivo de reducir un 2 %l as emisiones en 2050 para mitigar el cambio climático. Los cálculos presentados en este informe sugieren que más de la mitad de las emisiones de CO 2 evitadas en el sector eléctrico de EE. UU. han sido exportadas como carbón explican los autores del informe de la universidad de Manchester. Debemos considerar seriamente si esta edad de oro del gas es en realidad una celda dorada que nos atrapa en un futuro alto en carbono alerta John Broderick, responsable del informe. Tranquilidad estratégica Con la dialéctica política instalada en las estrategias de salida de la crisis con la llamativa excepción del alcalde republicano de Nueva York, Michael Bloomberg, apoyando a Obama por sus políticas sobre cambio climático- la revolución del gas pizarra seguirá siendo percibida como un yacimiento de empleo y tranquilidad estratégica en EE. UU. Pero, desde el punto de vista energético, las implicaciones ambivalentes de la apuesta por el gas preocupan a muchos. Según alertaba Paul Stevens en un informe publicado en agosto por el respetado think- tank británico Chatham House, el gas podría terminar sustituyendo no solo al carbón (barato) sino a las (relativamente caras) energías renovables; muy malas noticias desde el punto de vista del cambio climático

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