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ABC MADRID 19-04-2012 página 16
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  • EdiciónABC, MADRID
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16 OPINIÓN JUEVES, 19 DE ABRIL DE 2012 abc. es opinion ABC PECADOS CAPITALES A LOS CUATRO VIENTOS MAYTE ALCARAZ El debate de las diputaciones Defender por defender no tiene sentido. Si las propias diputaciones afirman que el 26 por ciento de sus competencias son impropias, es evidente que hay que devolverlas a la entidad que tiene capacidad financiera para asumirlas. Y si hablamos de devolver competencias y vaciar de funciones a las diputaciones, entonces es de sentido común estudiar y debatir en profundidad si merece la pena mantener este modelo o ha llegado el momento de cambiarlo. Pulmonía en la Bolsa Nuevo mínimo en la Bolsa española. El contencioso de Argentina, la súbita decisión de ACS de vender sus acciones de Iberdrola para reducir su deuda y el aumento histórico de la morosidad en la banca española hasta un 8 por ciento confluyeron ayer para generar la perfecta tormenta bursátil y precipitar al Ibex a su mayor caída anual. Hoy, las miradas de los inversores no se despegarán de la barrera psicológica de los 7.000 puntos. La botella medio llena del FMI No es el momento de precipitarse con visiones apocalípticas del futuro económico de España. Las previsiones del FMI sobre el posible incumplimiento del objetivo del déficit son eso, previsiones, realizadas sobre datos del pasado. La realidad tangible es la que el director del Departamento Financiero del propio FMI y el secretario del Tesoro de EE. UU. expusieron ayer: España está haciendo muchas cosas bien y las reformas son prometedoras EL REY De entre las puestas en escena que pudo elegir Don Juan Carlos, optó por la única creíble: dar la cara P ENO por ellos. Ayer él cumplió. Cargó sobre dos muletas la miseria de los años (y de los miserables) miró a cámara y zas, en once palabras, desarmó a los desalmados. A algunos les pilló el mejor por qué no te callas del Rey llenando de munición el ipad, preparados para cambiar la última historia de España por la república de la Noria. A otros, con el marfil afilado para hincar el diente sobre la cerviz de la Monarquía, reduciendo la figura histórica de Don Juan Carlos a un ancianito caprichoso e indolente con ganas de jugarse unos euros al tiro al elefante. A los más mezquinos, metiendo el hocico en la vida íntima de una pareja con el ojo del rigor a prueba de deontología de Sálvame Ya se sabe que, en España, al que asoma la cabeza o le vuelan el sombrero o le quitan la corona. Y el Rey que se equivocó con una cacería, fue víctima de otra cargada de injurias y de veneno del escorpión. A ustedes no sé, pero a mí no hay muchas personas- -ya no digo nada un Rey- -que con una edad respetable me hayan mirado a los ojos y, cargadas de humildad, me hayan pedido perdón por un acto hecho sin dolo. Normalmente los afectos y la confianza suelen encerrar una patente de corso que justifica cualquier daño infligido en la convivencia humana. Estoy convencida de que para muchos- -quizá millones- -de personas que ayer escucharon (pero sobre todo vieron, porque fue más para ser visto que oído) el mea culpa del Rey, aquello les supo a fruta desconocida, les permitió saborear los matices de un acto de humildad, rara avis en la vida. Y, caramba, el que miraba a la cámara y pedía disculpas era el Rey en un acto casi insólito en la cúspide de los Estados occidentales. Isabel II también se equivocó por no manifestar como su pueblo el duelo por Lady Di. Ella rectificó y acudió a los funerales. Pero aquella majestad nunca pidió disculpas. Ni Giscard por los diamantes de Bokassa ni Chirac por su implicación en un caso de corrupción, ambos prebostes de la república entre las repúblicas; ni lo hizo el dimitido Christian Wulff, acusado de cohecho mientras presidía Alemania, la república top ten de Europa. De entre las puestas en escena que pudo elegir Don Juan Carlos optó por la única creíble: dar la cara. Algunos de los predadores de la red ya se frotaban los tuits esperando que Don Juan Carlos se desmarcase con cualquier ironía por la que escapar del escrutinio público. Y no debió ser fácil la decisión para quien fue educado como un futuro Rey, democrático, sí, pero sin la presión asfixiante de la sociedad de la información y, mucho menos, sin el antídoto contra la carcoma de venganza y cobardía que a veces se come la red a mordiscos. En serio, hay Rey para rato. CARTAS AL DIRECTOR El carisma del Rey La fría sala de prensa del hospital San Jose se iluminó. Una mayestática figura con porte majestuoso hizo su aparición. Era él, Don Juan Carlos, Rey de España. Esperándolo, ávido de cualquier información, un enjambre de micrófonos, grabadoras y cámaras. De sus labios, una frase: Lo siento, me he equivocado; no volverá a suceder Fue suficiente, ya no importaba lo que había dicho antes o lo que dijera después; ya había dado el titular. A España volvieron la calma, el sosiego y la esperanza. Aquellos que días atrás habían demostrado su deslealtad y falta de respeto a la Corona tuvieron que esconder sus cabezas debajo de la arena y tragarse esas pretensiones de volver a tiempos pasados- -de nefasto recuerdo para los españoles, por cierto- así como las declaraciones sobre la presunta falta de capacidad y liderazgo de nuestro Monarca. Me da rabia, sin embargo, que hayamos tenido que llegar a estos extremos, que el Jefe del Estado se vea obligado a pedir disculpas, no por un viaje a África- -poco oportuno, si se quiere- sino por unos politicastros pancarteros e interesados que estos últimos días se han dedicado al bombardeo sistemático de la figura del Rey con el único propósito de su menoscabo. Habría que recordarles a estos tipejos, y a otros de su calaña, que gracias a Don Juan Carlos y a la democracia que Un gran gesto La demagogia y verborrea irresponsable de nuestra clase política, además de la de algunos medios de comunicación, ha puesto a nuestro Rey ante la tesitura de presentar sus disculpas al conjunto de los ciudadanos por el hecho de administrar sus vacaciones como le viene en gana, igual que hacemos el resto de españoles. Lo siento mucho. Me he equivocado, no volverá a ocurrir ha dicho Su Majestad nada más salir del hospital donde se hallaba ingresado tras su accidente en Botsuana. No era necesario, al menos para mí, pero ahí queda el detalle de grandeza y humildad del personaje más importante de nuestra Transición democrática. Su gesto ha dejado, de un plumazo, pasmada y sin argumentos a toda nuestra mediocre clase política, que, a partir de este momento, deberá pedir perdón de continuo a todos los españoles por sus errores persistentes y continuados. Si no respetamos a nuestra instituciones, y la Corona es la más importante de todas ellas, mal vamos a respetarnos entre nosotros. JOSÉ LUIS CUENCA MADRID nos trajo ellos pueden soltar por sus bocas esas lindezas y otras muchas con total libertad; y que es el carisma de nuestro Monarca lo que permite a España ser recibida en países que ellos ni soñarían con pisar porque los echarían. Vaya desde estas líneas un afectuoso saludo a la Casa Real y a quienes la integran. Su sabiduría y su saber estar han sido, son y serán, un referente para España de su honorabilidad. ÍÑIGO VILLACIEROS Y MANSO DE ZÚÑIGA MADRID sus errores, que por cierto son muchos. Sinceramente, me ha impresionado. ¡Gracias, Majestad! Se merece todo el apoyo y cariño de las personas que con humildad sabemos rectificar y reconocer nuestros fallos. MANUEL MARQUES GIMÉNEZ MADRID Pedir perdón Me ha impresionado el ver a Su Majestad el Rey pedir perdón nada más ser dado de alta. Me parece que es un gesto que engrandece a la persona. Parece sencillo pedir perdón, pero no lo es. ¿Cuánta gente en España debería pedirlo o haberlo pedido y sin embargo nunca se escucha? Desde aquí digo que el ser consciente de los errores propios y decirlo públicamente convierte a nuestro Rey en un Tomen nota Señores políticos de un signo y otro: tomen nota de la humildad de Su Majestad el Rey, y sepan pedir disculpas cuando cometan equivocaciones, y reconocer

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