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ABC MADRID 13-02-2012 página 5
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ABC MADRID 13-02-2012 página 5

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC LUNES, 13 DE FEBRERO DE 2012 abc. es ENFOQUE 5 La mula Catalina y los miembros de Ecoaldea contrarios a la instalación del almacén de residuos nucleares en Villar de Cañas EFE Villar de Cañas, caravana en rojo y verde Más tercos que la mula Catalina JAIME GONZÁLEZ El hombre que susurraba a las mulas habló ayer con Catalina reclutada por los ecologistas para abanderar la protesta contra la instalación en Villar de Cañas del Almacén Temporal Centralizado (ATC) Catalina está harta y menea su cabeza, gruesa y corta, porque no entiende nada, salvo que los integrantes de la denominada Ecoaldea -una suerte de amish que viven de espaldas al mundo recluidos en un gueto donde cultivan prejuicios- -la tienen secuestrada y la obligan a tirar de la carreta, donde moran una gallina y un cochino, miembros de honor de una rudimentaria Arca de Noé que es la expresión más rancia de esa caravana verde que partió de Mota del Cuervo y llegó ayer a su destino. El hombre que susurraba a las mulas dice que Catalina está triste porque tiene caídas las orejas, como si el animal fuera incapaz de soportar la dureza del camino. A veces gime o lanza un suspiro que, a modo de relincho, te llega al corazón envuelto en un lamento o un desgarro de amargura. La mula Catalina es víctima de la explotación verde. Son implacables, porque han abonado el futuro con boñiga de vaca y no les crece otra cosa que moscas, tantas que Catalina tiene agujetas en el rabo por intentar quitárselas de encima. El hombre que susurraba a las mulas contó ayer en privado que Catalina no entiende cómo puede haber gente que ponga cerco al progreso. Villar de Cañas es un pueblo tocado por los dioses, un páramo donde cayó la fortuna para dicha de sus gentes. A los vecinos les pasa lo que a la mula Catalina que están hartos de que los aprendices de brujo de la izquierda sigan abonando el futuro con estiércol. Son muy raros: adoran a una gallina y a un cochino y viajan en carreta de regreso a un lugar que ya no sale en los mapas, como si hubieran perdido las coordenadas del mañana. Ya ves, Catalina, los hay más tercos que una mula le susurraba ayer el hombre a sus oídos... Y Catalina le miraba con los ojitos húmedos de pena mientras hacía con las pezuñas pequeños círculos en el suelo, que es la manera que tienen las mulas de pedir socorro y reclamar la libertad.

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