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ABC MADRID 22-01-2012 página 14
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  • EdiciónABC, MADRID
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14 OPINIÓN AD LIBITUM PUEBLA DOMINGO, 22 DE ENERO DE 2012 abc. es opinion ABC MANUEL MARTÍN FERRAND LA PÚRPURA DEL PODER Cabe esperar que, con cuatro años, ampliables en otros cuatro, por delante, Rajoy y los suyos afinen su talento comunicador L A propaganda es, con toda legitimidad, la púrpura del poder contemporáneo. Del mismo modo que los grandes señores de la antigüedad subrayaban su importancia con el sonar de las trompetas y el boato de su presencia, los eventuales discontinuos del poder democrático necesitan para la mayor eficacia de su trabajo una sutil maquinaria que, capaz de burlar el ejercicio periodístico del contrapoder, disminuya la repercusión y el ruido de sus errores al tiempo que agiganta y pregona la dimensión de sus aciertos. El exceso en la propaganda es un síntoma de totalitarismo, pero su carencia acredita, además de un cierto grado de desdén frente a la opinión pública, el escaso talento de un equipo de Gobierno. En una sociedad mediática con tentaciones imagocráticas no parece posible la supervivencia de un gobernante que, dentro de los territorios de lo verdadero, no aplique la lupa de la propaganda a la pequeñez de la realidad. A partir de lo dicho más arriba, resulta insólita- -tan sorprendente como inquietante- -la existencia de un Gobierno, como el de Mariano Rajoy, empeñado en fabricar sus propios fracasos y, no contento con ello, en pregonarlos a los cuatro vientos. Quizás sea una forma exótica de coquetería y, del mismo modo que algunos hacen broma de sus escaseces para parecer más abundantes, Rajoy y su equipo manejan la contradicción en sus presencias públicas para realzar su condición humana y su lejanía de una perfección que siempre resulta impertinente. Estoy pensando en la brillante iniciativa de instalar a Mario Vargas Llosa, el más notorio y brillante de los escritores felizmente vivos de la lengua española, en la responsabilidad del Instituto Cervantes. Eso se piensa y, después, se gestiona. No se anuncia antes de conocer la respuesta del interesado porque su negativa, por razonable que sea, tiene aires de fracaso para sus proponentes. En un Gobierno rodeado de bocazas- ¿pueden no serlo quienes no tienen otra opción vital que el trabajo partidista? -es inevitable que se avienten proyectos e ideas que debieran ser prudentemente reservados hasta su buen fin. Bastantes son los fracasos inevitables, los forzados por las circunstancias, como para añadir a su número los fracasos inventados, los que son fruto del tanteo a una posible solución para un problema concreto o una necesidad determinada. El PP, desde siempre, ha sido muy torpe en sus planteamientos de propaganda. En eso, la superioridad del PSOE es manifiesta. Pero cabía esperar, y todavía cabe que, con cuatro años, ampliables en otros cuatro, por delante, Rajoy y los suyos afinen su talento comunicador. PROVERBIOS MORALES JON JUARISTI IDONEIDADES Lo importante para el Cervantes no es darle una presidencia prestigiosa, sino que se tenga claro cuál debe ser su cometido E STOS últimos días se ha pedido desde varios medios mi opinión acerca de la idoneidad de Mario Vargas Llosa para la presidencia del Instituto Cervantes, apelando a mi condición de antiguo director de dicho organismo. Supongo que se pensaba que tal circunstancia confería cierta autoridad a mis eventuales declaraciones, lo que parece excesivo. Tengo, por supuesto, opiniones firmes sobre Vargas Llosa y también sobre el Instituto Cervantes, pero no derivan de haberlo dirigido en otro tiempo con aciertos y errores (por fortuna, no demasiado brillantes unos ni demasiado graves los otros) sino del conocimiento de la obra del escritor. Ya he escrito en anteriores columnas lo que pienso de éste. A mi juicio, es el mejor novelista vivo de nuestra lengua. Siempre he admirado su valentía en la defensa de las libertades políticas, su clarividencia y su honestidad, y tengo por un auténtico privilegio haber disfrutado de su conversación en contadas ocasiones; menos, en todo caso, de las que yo habría deseado. Si alguien cree que se le hacía un honor proponiéndolo como presidente del Instituto Cervantes, se equivoca. El honor habría sido para el Instituto en el caso de que el Nobel peruano hu- biera aceptado la propuesta, una hipótesis ante la que he sido escéptico desde el momento en que se conoció la iniciativa del Gobierno. Aunque lamento por el Cervantes que Vargas Llosa haya declinado la presidencia, me alegro por él y por sus lectores fieles- -entre los que me cuento- temerosos de que la carga del cargo pudiera mermar su fecundidad literaria Lo importante es que Mario Vargas Llosa siga escribiendo magníficas novelas y que el Gobierno tenga una idea clara de lo que se debe hacer con el Instituto Cervantes, que ha sido un instrumento eficaz para las finalidades que se le asignaron por consenso en el momento de su fundación, hace veinte años, pero que ha seguido trayectorias erráticas y confusas cuando se ha pretendido utilizarlo en proyectos partidistas como la pintoresca Alianza de Civilizaciones preconizada por Rodríguez Zapatero. La difusión y enseñanza del español como lengua de relación internacional y la promoción de la industria cultural española en el exterior son objetivos razonables y suficientes para dotar de sentido al Instituto, y lo que precisa éste, más que una presidencia prestigiosa, es una dirección ejecutiva identificada con aquéllos. El perfil ideal de un director para el Cervantes sería, pienso yo, el de un buen conocedor, y mejor aún, un especialista de la lengua española en su inmensa variedad, con experiencia en gestión de cooperación cultural con otros países, y, claro está, de lealtad fuera de toda duda al Gobierno actual. Durante esta semana, los periódicos han aireado el nombre del filólogo Rafael Rodríguez Ponga, antiguo director de la Agencia Española de Cooperación Internacional y actual diputado del Partido Popular por Cáceres, como posible candidato del Ministerio de Asuntos Exteriores para dicho cargo. Si así fuera, me parecería una muy sabia decisión. En cualquier caso, creo más urgente abordar el nombramiento de un director capaz de encauzar el Instituto Cervantes que ponerse a buscar una alternativa a Mario Vargas Llosa para presidirlo. Algo que no va a resultar fácil ni quizá necesario.

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