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ABC MADRID 05-01-2012 página 14
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ABC MADRID 05-01-2012 página 14

  • EdiciónABC, MADRID
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14 OPINIÓN AD LIBITUM PUEBLA JUEVES, 5 DE ENERO DE 2012 abc. es opinion ABC MANUEL MARTÍN FERRAND ¡VIVAN LAS CAENAS! ¿Cómo se puede, en razón del libre albedrío, manifestarse en contra de un derecho potencial? E L hombre, incluso si es español, nace libre y es responsable de sus actos. Luego, entre la pereza y el progreso, la libertad tiende al adelgazamiento mientras el Estado asume cuotas de la libertad individual para cambiarlas, cuando puede, por patrones de bienestar. Como si el bienestar fuera un concepto unívoco y común para todos. Quizá por eso, recién aprobada la Constitución de 1812, los absolutistas salieron a la calle para gritar: ¡Vivan las caenas! Y volvió el rey felón por donde solía. La libertad, eso sí, es incómoda. Nos obliga al conocimiento para poder llegar al criterio y eso es duro cuando no se tiene el hábito de pensar, tal y como exige el vigente sistema educativo. Ahora, en tiempos de crisis y dificultad, es cuando la libertad del individuo, la de cada uno de nosotros, se hace indispensable para, entre otras cosas, no dejarse arrastrar por el pesimismo dominante y su doble expresión partitocrática. Simultáneamente, y por parecidas razones, se agudiza en muchas personas el rechazo a la libertad en la que encuentran unos, los creyentes, un trasunto del diablo y otros, los agnósticos, un privilegio que anida en los bolsillos de los potentados y no, como mejor parece, en el corazón de las personas conscientes de su propia dignidad y de sus derechos irrenunciables y humanos. La mera hipótesis de una total libertad de horarios comerciales, un resto del liberalismo que le dio razón política de ser a Esperanza Aguirre, tiene soliviantados a los pequeños comerciantes o, al menos, eso proclaman quienes dicen ser sus representantes. Se entiende que cualquiera esté en contra de una nueva obligación; pero, ¿cómo se puede, en razón del libre albedrío, manifestarse en contra de un derecho potencial? La libertad es una e indivisible, como predicó Salvador de Madariaga antes de hartarse en sus intentos de romper las cadenas que, desde las Navas de Tolosa, son símbolo y expresión nacionales. Quienes niegan la libertad de horarios comerciales, como los que se oponen a la libertad de cátedra o a la religiosa, no están contra la fe, la enseñanza o el comercio, sino contra la libertad misma. Esa cosa tan deseable para unos y tan incómoda para los que prefieren que el Estado, la Autonomía o el Ayuntamiento organicen sus vidas y, después de ayudarles a venir al mundo contribuyan también a su funeral. Si el comercio, actividad libérrima desde la noche de los tiempos, rechaza su derecho a abrir o cerrar cuando mejor le venga, ¿cabe esperar, aquí y ahora, la implantación de los minijobs, el horario flexible en la Administración o cualquiera otra expresión de la voluntad individual? PERSPECTIVA FERNANDO FERNÁNDEZ EL CAPITAL POLÍTICO ESTÁ PARA USARLO Si el Gobierno no acomete una reforma laboral ambiciosa no perderemos de vista los cinco millones de parados U N cierto activismo es inevitable en todo gobierno nuevo. Más aún si la herencia recibida es desastrosa y la demanda de cambio aplastante. Pero no es una buena guía de actuación política porque lleva a decisiones inconsistentes y genera incertidumbre y desconcierto. El gobierno decretó el viernes un drástico ajuste fiscal que le debería dar oxígeno hasta los presupuestos. Es entonces cuando se requiere un plan sistemático, integral y coherente de estabilización, liberalización y consolidación que devuelva la economía española a la senda de crecimiento. Lo que compete hasta entonces es hacer la reforma laboral, financiera y autonómica; y estudiar y trabajar mucho para cuadrar ideas y números. Acabar con la excepción laboral hispánica es la prioridad. Mientras en Alemania el desempleo está en mínimos históricos, España sigue fabricando parados a ritmos incluso superiores a los del año 2010. Es evidente que algo huele a podrido en el mercado de trabajo español. Como olía en Alemania en los dos mil, en Holanda en los noventa, en Suecia en los setenta, y en tantos otros sitios cuyos gobernantes tuvieron el coraje político de cambiarlo. Tres son a mi entender los componentes principales de esas reformas que con mayor o menor intensidad se han aplicado en los países de éxito, y ninguno de ellos tiene que ver con la religión ni con el clima, sino con poner fin al clientelismo político y sindical y a la captura de rentas por parte de grupos sociales privilegiados. Alemania es un país industrial y una máquina exportadora, lo que ayuda a crear empleo. Pero mantener ese status con salarios altos obliga a subordinarlos a la productividad y la competitividad de cada industria, y a bajarlos incluso en términos nominales cuando sea necesario. Obliga también a que políticas como la educativa, la energética, incluso la ambiental, se condicionen a las necesidades de la economía. O eso, o el paro. Se sabe menos que en Alemania trabajan cuarentaiún millón de personas, la mitad de la población, y en España no llegamos al cuarenta por ciento. El bajo nivel de la tasa de empleo tiene más causas económicas que sociales o culturales. Lo explican factores como la rigidez de la regulación del trabajo a tiempo parcial, las elevadas cuotas a la Seguridad Social y otros impuestos sobre el empleo, las dificultades autoimpuestas a la movilidad geográfica o funcional de los trabajadores o la política de jubilaciones anticipadas- si algún lector tiene alguna duda sobre sus efectos letales a medio plazo que se de una vuelta por Asturias y vea las consecuencias de la extraordinaria generosidad de los ochenta en la reconversión de la minería, siderurgia o naval. Factores todos ellos que los economistas agrupamos en un palabro, el salario de reserva, sobre el que hay que incidir a la baja en España para acabar con el desempleo masivo. Por último, y tiene que ver con el salario de reserva, todos estos países actuaron sobre las prestaciones por desempleo en dos direcciones: endureciendo las condiciones de acceso y permanencia- a la tercera oferta rechazada fuera aunque suponga pérdida de categoría y cambio de residencia- y aumentando la caída en la prestación con el tiempo de permanencia para incentivar la búsqueda temprana de empleo. Todos estos temas han sido y son tabú en España. Pero les aseguro que si no perdemos la inocencia y el gobierno derrocha capital político en este tema, no perderemos de vista los cinco millones de parados en esta legislatura.

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