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ABC MADRID 02-09-2011 página 15
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ABC MADRID 02-09-2011 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC VIERNES, 2 DE SEPTIEMBRE DE 2011 abc. es opinion OPINIÓN 15 POSTALES JOSÉ MARÍA CARRASCAL ¿LA ÚLTIMA MENTIRA? Siempre nos quedará la duda de si esa reforma de la Constitución no es más ficticia que real C OSAS veredes piensa uno viendo al PSOE y al PP defender hombro con hombro en el Congreso su propuesta conjunta para introducir en la Constitución un tope al déficit público, frente al resto de los grupos parlamentarios. Incluso casi dan ganas de añadir: Bendita sea la crisis que lo ha hecho posible Pero nos acordamos de los inmensos daños que está causando, de las tragedias que ha producido y de los peligros a que nos ha expuesto, y nos arrepentimos de inmediato. Lo que parece claro es que los dos grandes partidos no han logrado convencer a los pequeños de que se unan a su iniciativa. Es más, les han enfurecido hasta el punto de que la mayoría de ellos han presentando enmiendas que tratan de detenerla o anularla. Es muy posible que estén sinceramente convencidos de su inutilidad e incluso perversidad. Pero tampoco puede ser ajeno algo bastante más sencillo y prosaico: esos partidos pequeños vienen viviendo de la rivalidad entre los dos grandes. Algunos son simples desgajaduras de ellos; otros, como los nacionalistas, entes con agenda propia, en buena parte ajena a la de los partidos de ámbito nacional, ya que cuanto más fuerte sea la Nación española- -vamos a usar la mayúscula que aparece en la Constitución- más débiles serán ellos. Así que, aunque todos están de acuerdo en la necesidad de poner coto al endeudamiento público, buscan, según costumbre establecida en esta España de las Autonomías, que sean los demás quienes ahorren. Pero su verdadero miedo es el apuntado: que los dos grandes lleguen a entenderse para resolver los problemas fundamentales que tiene hoy planteado el país. Una posibilidad, lo decimos con pesar, que no se vislumbra en lontananza. Ha sido ésta una alianza coyuntural, forzada por una situación límite, que era necesario atajar, como cortar una pierna gangrenada o poner un torniquete a una vena por la que mana sangre a borbotones. Pero sigue habiendo un abismo entre el zapaterismo y un PP al que intentó meter en un lazareto, aliándose con las fuerzas más radicales del nacionalismo periférico, desenterrando cadáveres de la guerra civil y dando la vuelta a la historia de España, a sus tradiciones y alianzas. Son estas cosas que no pueden borrarse de la noche a la mañana, por mucho que convenga que se borren cuanto antes. Aparte de que siempre nos quedará la duda de si no estamos ante la última mentira de Zapatero, ante su última chapuza. De si esa reforma de la Constitución no es más ficticia que real. Hay todo tipo de antecedentes y motivos sobrados para la sospecha. Sin ir más lejos: el que se haya dejado para una ley orgánica posterior la fijación del límite de endeudamiento, algo que introduce una variable con diseño de boomerang. Y no digamos ya si, en esas negociaciones posteriores, se decide incluir que sean los parlamentos autonómicos quienes fijen ese tope, como pide CiU. ¿Están hablando de ello Rubalcaba y Durán por los pasillos del Congreso? No es que los dedos se nos vuelvan huéspedes. Es que el propio Zapatero ha dejado abierta esa posibilidad al decir que la propuesta catalana tendrá un trámite de diálogo y negociación posterior. Sería la última vez que engañase a Rajoy, a Merkel, a Sarkozy, a él mismo, a todos. Y nuestra condena definitiva. UNA RAYA EN EL AGUA IGNACIO CAMACHO CHAPUZA NECESARIA Este mal arreglo improvisado in extremis tiene virtudes objetivas que compensan sus errores de método y trámite C MÁXIMO UALQUIERA de los actores políticos que han pergeñado la reforma expréss de la Constituciónreconoceenprivadoquese trata de una chapuza... imprescindible. De un mal menor, de una solución de emergencia improvisada bajo la presión europea según el clásico manual de estilo zapaterista, un tosco como sea aceptado por conveniencia por el PP para evitarse el engorro de tomar la iniciativa en su próximo gobierno. (Los populares están también convencidos de que en esa hipótesis contarían con la oposición del Partido Socialista) En democracia importan, y mucho, las formas, ylasdeestaprecipitada maniobradejanbastante que desear; no por la ausencia de un referéndum quesóloreclamanquienesdesean impugnarla Constitución en sí misma, sino por la falta de debate previo y público, por la prisa remendona y el aire oscurantistadelacuerdo, porel apremiante arreón enplena agonía de una legislatura finiquitada. Sin embargo, este mal arreglo improvisado in extremis, tan propio de un mandato caracterizado por lasrectificacionesylos volantazos, tiene virtudesobjetivas que compensan sus errores de formulación, método y trámite. El primero es la recomposición de un consenso transversal entre los dos grandes partidos que hace mucho que se echa de menos en la política española, y que habría evitado mucha crispación si hubiese aparecido en otros momentos decisivos delas dos últimaslegislaturas. Ese pactode Estado ha sido el gran ausente del zapaterismo y una de sus lacras esenciales. Su reaparición postrimera constituyeunabuena noticia y, conciertovoluntarismo moral, un síntoma esperanzador para un futuro en el que va a ser necesaria la unidad en torno a objetivos comunes. Ahora sabemos que si se quiere se puede, aunque sea en condiciones de emergencia que, por otra parte, se van a repetir con toda probabilidad a corto y medio plazo. Peroademás, laconstitucionalización delaestabilidadfinanciera deja resueltomalquebien unproblema- -el dela limitación del déficitexigida por losavalistasdeladeudaespañola- -quetal vezsóloseaabordable en una situación de tanta excepcionalidad como ésta, en la que coinciden ante un país en quiebra un Gobierno terminal y una oposición a punto de dejar de serlo. Es decir, una dosis de responsabilidad repartida. Queda pendiente la ley orgánica que regule la letra pequeña de la enmienda constitucional, pero el PSOE ya no podrá desmarcarse demasiado del sentido de su voto previo. Y si con el PP en el poder siente la tentación demagógica de recuperar el discurso del derroche proteccionista, en brazos de los sindicatos y del 15- M, estará atado a una decisión que no sólo ha respaldado sino que ha partido de su propia iniciativa. Las cosas no se han hecho bien pero quizá no pudieran hacerse de otro modo. Y quien podía haberlo hechomejor es, en todocaso, quienha queridohacerlo de esta manera.

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