Archivo ABC
ArchivoHemeroteca
ABC MADRID 01-05-2011 página 20
ABC MADRID 01-05-2011 página 20
Ir a detalle de periódico

ABC MADRID 01-05-2011 página 20

  • EdiciónABC, MADRID
  • Página20
Más información

Descripción

20 PRIMER PLANO Beatificación de Juan Pablo II DOMINGO, 1 DE MAYO DE 2011 abc. es sociedad ABC BBB de hacía mucho tiempo... Su relato era fascinante. Era el de una persona que se resiste a creer en lo imposible pero que lo siente ya en su interior: A la salida de la misa estaba convencida de que me había curado. Mi mano izquierda había dejado de temblar y mi rostro había cambiado. Vuelvo a escribir de nuevo y al mediodía abandono de golpe toda la terapia El 7 de junio se fue al neurólogo que la cuidaba desde hacía cuatro años y que, al verla moverse con soltura, le preguntó un poco enfadado si había doblado la dosis de dopamina. El médico escucha, constata con estupor la desaparición completa de los síntomas clínicos, y no logra comprender mi estado después cinco días de no tomar ningún medicamento Con precisión de enfermera, Marie Simon- Pierre confirma que han pasado seis años desde que dejé de tomar los medicamentos, y desde mi curación he vuelto a la vida normal. Soy una hermana entre las hermanas y amo prestar mi servicio con sencillez y alegría a las madres y los recién nacidos. Ahora presto especial atención a las familias en dificultad, a los enfermos de párkinson y a otros enfermos que piden la oración de nuestra comunidad religiosa Era una preparación conmovedora para la fiesta de hoy. Los pensamientos iban desde el escenario visible del Circo Máximo hasta la tumba de San Pedro en el Vaticano, donde los restos mortales de Juan Pablo II pasaban la última noche antes de subir a la basílica. Y también a un tercer lugar- -que afloraba en las oraciones y los relatos- -donde su alma grande disfruta de la presencia del Señor y de María, la otra gran protagonista de la velada durante el Rosario a través de un enlace televisivo con cinco santuarios que amaba Karol Wojtyla, desde el de la Divina Misericordia en Cracovia hasta el de Fátima en Portugal. El tiempo avanzaba rápido hacia la medianoche y el nuevo día: domingo de la Divina Misericordia y, además, uno de mayo, fiesta del trabajo. Juan Pablo II elevó a los altares a Faustina Kowalska y estableció esta fiesta de la Divina Misericordia a pesar de la oposición de algunos liturgistas. Pero era también un trabajador: lo había sido como ayudante del dinamitero en una cantera, como responsable de una caldera en el turno de noche en una fábrica de sosa cáustica. A las pocas semanas de ser elegido Papa, se reunió con un grupo de obreros y les dijo: Yo también he sido un trabajador. ¡Soy uno de vosotros! Su beatificación en el día del trabajo es una fiesta por partida doble. Las velas y los cirios iluminaron la noche de vigilia en el Circo Máximo AFP En la fiesta del trabajo QUIEN LO PROBÓ LO SABE JUAN MANUEL DE PRADA A lgunos, para referirse a la beatificación de Juan Pablo II, han acuñado el término irónico de turbobeatificación Aducen que los seis años transcurridos desde su muerte no son suficientes para ponderar un papado tan extenso y prolífico en acontecimientos como el suyo; y, ciertamente, la perspectiva de seis años no basta para digerir el ingente magisterio de Juan Pablo II, ni tampoco para enjuiciar la influencia que su pontificado ejercerá sobre el futuro de la Iglesia. No sabemos, ciertamente, si dentro de cinco o diez siglos Juan Pablo II será recordado como hoy lo es San Gregorio Magno; pero sabemos- -aquí y ahora- -que su vida entera fue un viaje hacia la intimidad con Cristo, una epopeya en pos de las raíces de la fe, una rebelión contra el miedo y la complacencia que agarrotan a muchos católicos. Y sabemos- ¡vaya si lo sabemos! -que en ese viaje en el que calcinó hasta la última reserva de sus fuerzas físicas nos tomó de la mano, mostrándonos que la misión primordial de un cristiano consiste en identificarse con Cristo, entrañándose en su misterio, abrazando la débil y renqueante naturaleza humana, que es la que Cristo eligió para hacerse presente entre nosotros. Esta imitación de Cristo es el distintivo de la santidad: es la vocación a la que todos los seguidores de Cristo estamos llamados; y la que la Iglesia, en los casos más heroicos, premia con la proclamación canónica de beatitud o santidad. Sin esta identificación plena con Cristo podremos ser seguidores más o menos escrupulosos de unos ritos o liturgias, u observantes más o menos rigurosos de unos preceptos morales, pero nunca cristianos en el estricto y más puro sentido de la palabra. Juan Pablo II, al convertir su vida en una lección viviente de teología, con sucesivas estaciones en el calvario de la persecución, la enfermedad y el rechazo del mundo, nos hizo más comprensible el misterio de la Encarnación. A través de una abnegada catequesis del sufrimiento, a través de una pasión apostólica que fue poco Más que simpatía Somos muchos los que, viviendo nuestra fe de un modo remolón, descubrimos en Juan Pablo II una atracción irresistible a poco minando su salud, a través de una nueva mística de la oración, a través de una renovada exaltación de los sacramentos, Juan Pablo II nos enseñó que nuestro frágil barro puede tener la dureza del diamante cuando lo impulsa y alienta la búsqueda indesmayable de Cristo. En algún pasaje de Ortodoxia, Chesterton afirma que mucho más asombroso que curar a un enfermo es convertir a alguien en un hombre nuevo. Cuando Jesús consigue que unos burdos y mezquinos pescadores abandonen sus barcas y lo sigan, está obrando un milagro mucho más difícil que borrar las llagas del cuerpo de un leproso o devolver la vista a un ciego. Somos muchos los que, estando alejados de la Iglesia o viviendo nuestra fe de un modo cansino y remolón, descubrimos en Juan Pablo II una corriente de atracción irresistible que no nacía de la mera simpatía. Juan Pablo II despertó en nosotros la nostalgia de una vida plenamente cristiana, en medio de un mundo que nos empujaba a la búsqueda de una felicidad hedonista y utilitaria. Y así nos convirtió en hombres nuevos, hombres que vuelven el rostro a Dios y que lo contemplan en el rostro de cada hombre que sufre. Este es el legado de santidad de Juan Pablo II. Quien lo probó lo sabe.

Te puede interesar

Copyright (c) DIARIO ABC S.L, Madrid, 2009. Queda prohibida la reproducción, distribución, puesta a disposición, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de esta web, en cualquier forma o modalidad, sin previa, expresa y escrita autorización, incluyendo, en particular, su mera reproducción y/o puesta a disposición como resúmenes, reseñas o revistas de prensa con fines comerciales o directa o indirectamente lucrativos, a la que se manifiesta oposición expresa, a salvo del uso de los productos que se contrate de acuerdo con las condiciones existentes.