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ABC MADRID 23-02-2011 página 15
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ABC MADRID 23-02-2011 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC MIÉRCOLES, 23 DE FEBRERO DE 2011 abc. es opinion OPINIÓN 15 EL RECUADRO ANTONIO BURGOS DE SABINA A IKEA A un comerciante se le ha ocurrido poner en su escaparate: Se necesitan clientes. No necesaria experiencia ¿A usted no le ocurre que cuando ve una película que le entusiasma, como a mí la del rey inglés tartajoso, la recomienda a todo el mundo para que la vea? Pues eso me pasa con mi pemaniano Bachillerato Nocturno de la Gracia, pegado a la radio escuchando las coplas del concurso del Carnaval de Cádiz. Si el otro día no me resistí a transcribir el cuplé de la chirigota Ricas y maduras sobre el futuro de Isabel Pantoja, con el ritornelo de su ovillejo con reja, cárcel y presa (que no ibérica) hoy estoy deseandito contar a alguien la gracia que tiene la chirigota de Kike Remolino, los que en años pasados fueron Los tijeritas y Las pitorrisas que este año van de Joaquín Sabina, sombrero hongo incluido, ronquera incluida, guitarra blanca incluida. Se llaman Los Joaquín Pamplina, cantautor de la Plaza Mina jugando con una rima popular gaditana, que a las fruslerías las considera pamplinas de la Plaza Mina lugar románticamente delicioso, donde está el Museo en el que yacen doblemente las tumbas de los fenicios que tanto en Cádiz dieron que hablar, que, como los duros antiguos, se los encontraban los arqueólogos a la orillita del mar. No sé si son habituales del Ikea o si hasta tienen tarjeta de IkeaFamily, que es como ser socios protectores de estos suecos que nos venden el mundo baratísimo, por piezas, con instrucciones para armarlo. En Jerez, como en media España, han puesto un Ikea y el Ikea, como está mandado, no puede estar ausente del periódico anual cantado que son las coplas de Carnaval. Y los chirigoteros, que fueron a Ikea como está mandado, le sacaron al punto la copla sobre la dificultad de armar ese sofá precioso que venden allí tan barato. Dice así el cuplé: Mi parienta con el Ikea se ha vuelto loca y eso me enfada. En mi casa tó es del Ikea y yo he montao ya hasta las almohadas. Una vez que fuimos comimos dentro el Ikea un pollo asao, y me quedé muerto cuando vi que puso el pollo con instrucciones y desmontao. Mi mujer iba cada día y traía algún detallito, y tengo llena la casa de lápices chiquetitos. Me resultaba muy raro que al Ikea fuera tós los días, pá mí que en vez de con ella estaba casao con el de Bricomanía. Un día la seguí al Ikea y vi que me era infiel con uno de allí, pude comprobarlo. Y me ha puesto dos peazocuernos yahora nosé cómohay que montarlos Y por si no fuera rotundo el acierto humorístico, el cuplé, como mandan los cánones de Carnaval, va rematado por un estribillo relativo al disfraz del personaje que la chirigota representa. En este caso, Los Cantautores a lo Sabina. A los que, en el Cádiz de la crisis, les entra la duda con Serrat cuando cantan: Yo sé que en esta tierra Los Cantautores van a gustar, porque la gente de Cádiz, tan sólo escucha a Serrat. Tabacalera... ¡Serrá! Delphi, ¡Serrá! Navantia si sigue igual... Serrá, serrá, serrá Estas coplas suenan en una ciudad a la que le chorrea la gracia por el espumerío de las olas del Campo del Sur. Tanto, que en plena crisis, a un comerciante se le ha ocurrido poner en su escaparate este cartel, al modo de los anuncios pidiendo dependientes: Se necesitan clientes. No necesaria experiencia UNA RAYA EN EL AGUA IGNACIO CAMACHO LA PARADOJA DEL GOLPE Aquella payasada siniestra estabilizó y vacunó la democracia española, pero acabó bien casi por casualidad C MÁXIMO OMO el tiempo y el papel lo aguantan todo, cada aniversario del 23- F sale una pléyade deventajistas y enteradostratando de perfilarse ante la posteridad por el mejor lado a base de bulos retroactivos y milongas exculpatorias. Puede que la Historia sea en el fondo un palimpsesto que se reescribe a conveniencia de parte, pero para eso es necesario que antes la palmen los testigos y en su ausencia se pueda manipular la memoria. Treinta años aúnson pocos para borrar lashuellas de aquella payasada siniestra, de modo que el que quiera aparecer mejor favorecido en el retrato de los hechos tendrá que esperar al menos otra generación a la que colarle la leyenda. Entre las teorías conspiratorias trufadas de conjeturas chismosas, las versiones victimistas de elusión de responsabilidades y la piadosa tendencia colectiva al bucle melancólico de la autocomplacencia se ha construido una leyenda de la intentona golpista que de alguna forma tapa su carácter sórdido, su chapucera condición y su patética escenografía de asonada cuartelera. El final feliz nos ha acabado volviendo indulgentes con nosotros mismos y en la distancia tendemos a buscar claves ocultas y sofisticadas intrigas paraborrar la evidenciadequela aún jovendemocracia zozobró porque un grupo de zafios salvapatrias de uniforme aprovechó la debilidad estructural del país para sacar de paseo con sorprendente facilidad los demonios a medio enterrar de nuestra más cerril tradición exaltada. Aquel lance aventurero salió mal- -es decir, bien- -medio de casualidad, porque el Rey mantuvo el tipo con mérito y lucidez que aún le pretenden cuestionar algunos; porque hubo militares a los que el sentido del deber no les nubló la conciencia y porque a Tejero le dio de madrugada un avenate de dignidad herida cuandoArmada estabaapuntodeaprovechar la confusión para investirse allí mismo como un De Gaulle de barraca. Pero lo cierto es que hubo momentos en que la moneda de la tragedia bailó de canto sobre nuestrodestinoyqueelesperpentobienpudodesembocar en drama. Y que el pueblo soberano y los cuadros de la sociedad civil no fueron precisamente un modelo de resistencia, contra lo que pretende cierto revisionismodispuestoahacercreerquelas callesespañolas eran un trasunto de la Plaza Tahrir. Algunos de los presuntos heroicos rebeldes de la noche de autos ni estaban ni se les esperaba. Pero hasta ese medroso comportamiento social terminó resultando positivo en la medida que evitó mayores disparates. Lo paradójico del golpe es que tratándose de un mamarracho general acabó en contra de sus promotores como un gran éxito político que estabilizó la democracia y la vacunó contra el virus de la inmadurez. Pero nofueron las dieciocho horasmás gloriosas de nuestra Historia ni merecen que nadie saque demasiado pecho por ellas. Del Rey abajo, casi ninguno.

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