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ABC MADRID 02-12-2010 página 15
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ABC MADRID 02-12-2010 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC JUEVES, 2 DE DICIEMBRE DE 2010 abc. es opinion OPINIÓN 15 EXTERIOR DARÍO VALCÁRCEL LAS EMPRESAS NO SE AUTOCORRIGEN Con pocas excepciones, es falso que las grandes empresas se disciplinen a sí mismas. Completamente falso P OR ahora España no fallará: podemos estar (casi) seguros. Tres problemas poco recordados, graves. Los dos grandes partidos, Socialista y Popular, (1) juegan a cortísimo plazo, sin preocuparse gran cosa del mañana. No estamos en una crisis financiera (2) sino en el fondo de una gran crisis. Solo una Europa unida, guiada por alemanes, franceses y nórdicos (3) podrá tirar del convoy. España está enferma pero se recuperará. Tiene formidables piezas en su economía, sostiene el Banco de España. No debe caer en la psicosis de la tragedia. Debe pelear. Como ha hecho siempre. Hay en España un alto porcentaje de vagos. Pero los españoles dispuestos a dar la cara, a trabajar día y noche, son más. Estas no son arengas sino análisis del terreno. Hacia 1990 el presidente de una gran compañía japonesa (1) explicaba el funcionamiento de tres células, dedicadas a la adivinación del futuro: saber qué puede pasar dentro de cinco, diez o quince años. Sony tenía entonces 90.000 empleados. Los tres grupos, un centenar escaso de historiadores e ingenieros, fabrican cada día un informe mensual para la presidencia de la compañía. Repetimos, cin- co, diez o quince años. Los tres grupos exploran y debaten sobre los marcos posibles en los que pueda encuadrarse la vida de la sociedad global. Queremos dar testimonio de nuestra pasión por lo que pueda venir El viernes (2) Giorgio Napolitano, presidente de la República italiana hablaba, en Roma, el Quirinal, a un grupo de españoles: hoy, en el mundo, la Unión Europea es el intento más ambicioso, tenga o no que ver en su nacimiento el sentimiento de culpa. Hemos lanzado un modelo opuesto a la idea de un ser humano exprimido como un limón y tirado luego a la basura, dijo ante un pequeño grupo en la informal charla, después de sus palabras oficiales. Esa tentativa está hoy ante una terrible dificultad. Pero la Unión sigue representando generosidad y un alto grado de sacrificio. Estados Unidos ha captado ese destello y avanza, por poco que sea, hacia su reforma sanitaria, impensable ayer. Pedro Solbes, asistente al encuentro (3) había descrito el papel del euro en la crisis. Ha sido un buen anclaje monetario y avanzará probablemente hacia un mecanismo de rescate, hoy temporal, permanente quizá a partir de 2013. Si los mercados internacionales no compran la deuda española, otra entidad lo hará, estén seguros. Se puede entrar en el euro: pero quien pretenda salir habrá de abandonar también la Unión Europea. Narcis Serra coincidió con el popular Iñigo Méndez de Vigo. En el mundo rico hay dos modelos frente a frente. El modelo anglosajón, dirigido por americanos y británicos, quiere que las grandes compañías privadas vivan al margen de los bancos centrales y los institutos de control. La Europa continental cree por el contrario que el estado no puede renunciar a controlar a los grandes, a través de una autoridad bancaria, central e independiente. En esta crisis, el modelo anglosajón ha saltado en pedazos. Es falso que las empresas se corrijan a sí mismas: completamente falso. Véase donde estamos hoy. El Banco Central Europeo ha reducido más y más el margen de las decisiones opacas. En Londres el BCE no tiene autoridad: se decide un giro, a veces brusco, y no se explica. Pero desde Stuttgart, el BCE exige explicaciones. Y no hay más remedio que darlas. UNA RAYA EN EL AGUA IGNACIO CAMACHO BARRUNTO DE TORMENTA Zapatero nunca sufre ataques de sensatez por convicción; sólo rectifica cuando se avecina una catástrofe Z MÁXIMO APATERO nos tiene tan acostumbrados a su contumacia que cuando se vuelve sensato da que pensar. Este hombre nunca sufre ataques de responsabilidad por propio convencimiento; si se comporta de un modo razonable conviene prepararse para lo peor porque sólo rectifica cuando se avecina una catástrofe. Sus decisiones más cuerdas suelen ser volantazos bruscos, reacciones desesperadas, a menudo inútiles, provocadas por una situación crítica que no ha visto venir o se ha negado a aceptar hasta el último momento. Tiene un estilo suicida de gobernar que jamás reconoce a tiempo las señales de peligro. Su hábito de equivocarse es tal que convierte los escasos aciertos en señal de emergencia. El paquete de medidas de ajuste y privatización que anunció ayer para calmar a los mercados y enfriar el calentón de la deuda- -cogiendo por sorpresa a una oposición que reaccionó con escasa generosidad y menos cintura; al fin y al cabo se trata de una rendición tardía y forzosa a las recetas del propio PP- -es una noticia positiva matizada por la ingrata sospecha de que obedece a la inminencia de acontecimientos desagradables. El zapaterismo ha creado un clima propicio para que impere la pesimista Ley de Murphy sobre la inoportunidad de las alegrías prematuras. La secuencia, sembrada de graves indicios de desconfianza, ha sido idéntica a la de la crisis de mayo. El presidente se ha pasado dos semanas rechazando la evidencia del riesgo de intervención hasta propagar el desconcierto general, y esta nueva e improvisada vuelta de tuerca sobre sí mismo permite conjeturas sospechosas; no hace ni diez días que descartó con solemne aplomo una eventual ampliación de las reformas. Algo ha sucedido para obligarle a la enésima pirueta, y ese algo no puede ser sino la certidumbre de una amenaza inmediata. Eso o que los empresarios que acudieron el sábado a Moncloa estuvieron insólitamente convincentes. O las dos cosas. Pero lo que ha despertado la inquietud y sembrado de rumores la muy rumorológica atmósfera de la capital es la tajante cancelación in extremis de la inminente gira presidencial por Hispanoamérica. De nuevo Zapatero acierta al corregir la idea irresponsable de largarse por esos mundos en una situación poco tranquilizadora para el país, pero esta clase de decisiones juiciosas son tan infrecuentes que provocan la alarma. Madrid era ayer tarde un remolino de cuchicheos desasosegantes, murmullos nerviosos y cábalas iniciáticas; pocas cosas agitan más la Corte que una noticia opaca y susceptible de interpretaciones dramáticas. La escenografía propiciaba la especulación: el cielo sombrío y el viento gélido de otoño ofrecían con su arrastre de hojas secas un oscuro, simbólico barrunto de tormenta.

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