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ABC MADRID 16-10-2010 página 14
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ABC MADRID 16-10-2010 página 14

  • EdiciónABC, MADRID
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14 OPINIÓN AD LIBITUM PUEBLA SÁBADO, 16 DE OCTUBRE DE 2010 abc. es opinion ABC M. MARTÍN FERRAND LA JAURÍA INFORMATIVA A esto del periodismo español hay que meterle mano y aislarlo de la principal de las consignas imperantes: todo vale E L periodista, en tanto que testigo de la actualidad, debiera comportarse con urbanidad; pero suele ocurrir, en defensa de unos intereses bastardos que se disimulan bajo el paraguas de la solidaridad, que nuestra conducta profesional es impropia de seres civilizados. Los informadores, ciertos o presuntos, acudimos al escenario de los acontecimientos que generan la pasión popular y, sin llegar a ladrar- -que todo se andará- -actuamos como una auténtica jauría. No renuncio a mi condición de periodista; pero, lo confieso, me avergüenzo de ella y, unas veces por el descarado sectarismo y otras por la ostentación de la barbarie procedimental, me siento más cómodo subido en una columna como ésta, como los estilitas medievales, que a pie de obra, donde se le toma el pulso a la realidad. Una vez más, que España es tierra de excesos crónicos, se esgrimen la libertad de expresión y el derecho a la información, dos pilares de la democracia verdadera, para saltarse a la torera los derechos y las libertades ajenas. El espectáculo que, dentro del marco del macroproceso que conocemos como caso Malaya se produjo a las puertas de los juzgados de Marbella con Isabel Pantoja como víctima clama al cielo y señala un montón de focos de responsabilidad no exigida, aunque a todas luces exigible. Quienes dicen ser informadores y periodistas, y es posible que lo sean, se condujeron como energúmenos y, en continuado e intolerable acoso, agredieron a la tonadillera hasta el punto de romperla el vestido que llevaba puesto. Tampoco el juez competente, a quien cabe suponerle discernimiento suficiente, tomó las cautelas debidas tras la citación de un personaje de tan grande popularidad y cabe suponer que el subdelegado del Gobierno en Málaga ostente en otros acontecimientos más sensibilidad y capacidad preventiva que la demostrada en esta ocasión. El orden público sigue siendo competencia de Interior. Seguramente, los alborotadores, amurallados tras la condición periodística, no se ponían en pie cuando, en sus respectivos centros de enseñanza primaria, el profesor entraba en el aula y, también posiblemente, comían con los dedos y sorbían la sopa sin que sus padres les reprendieran por ello. No han hecho otra cosa que profundizar en sus primeras experiencias; pero, además de las evidentes responsabilidades que concurren en tan sintomático caso, está la metaresponsabilidad de los editores que, por vender un ejemplar o ganar un espectador, pagan a los salvajes por comportarse salvajemente. A esto del periodismo español hay que meterle mano y aislarlo de la principal de las consignas imperantes: todo vale. HAY MOTIVO TOMÁS CUESTA EL SILBO GOMERO Se trata de salvar al soldado Zapatero. A fin de cuentas, los soldados son contingentes y mejor lejos que en Brunete A fuerza de soplar en la herida, la vicepresidenta De la Vega ha reavivado el incendio nacional, cuya devastación sobrepasa de largo el efecto de las primarias de Madrid en la escala de catástrofes políticas. Desde el 12- O, ministros y diputados afines muestran una susceptibilidad acústica que en términos hipocráticos se conoce como oído de tísico. Van por la calle (es un decir) y son capaces de detectar el zumbido de un pito a manzanas de distancia, con la misma nitidez con la que el soldado oye el proyectil que lleva grabado su nombre y posición. Ahora y según el nuevo protocolo, cualquier silbido es sospechoso, silbar denota mala educación, un resabio machista en el argot de fumadores activos, de fachas o de las dos cosas a la vez. Jerga de hampones. Se han convencido de que la oposición no sólo se comunica con eseemeeses sino que lo hace también a la manera gomera, es decir, con el silbo propio de los indígenas de La Gomera, cuyo mapa de sonidos constituye un diccionario de cuatro mil palabras. Bastantes más de las que acostumbra a manejar con soltura cualquier candidato político, por cierto. El silbo es materia de estudio en los colegios de la isla y goza de una escasa protección antropológica pese a que más de veinte mil personas podrían mantener hoy una compleja conversación en esa lengua, mucho más allá del Zapatero, dimisión. En un contexto de tanta inestabilidad como el actual (en el que los toros pasan de Interior a un ministerio florero por la cara, sin orden ni decreto) el monocultivo del agravio que practica el PSOE y los planes protocolarios de Carme Chacón pueden convertir el silbo gomero en la lengua de la Résistance y código de la clandestinidad. Y con el agravante de que no es oficial ni siquiera en las Islas Canarias. Respecto a las nuevas ordenanzas, no es previsible que el cambio de formato, como se dice entre progresistas, de la Fiesta Nacional contemple la posibilidad de celebrar el desfile en la ciudad de la ministra de Defensa. En Barcelona esto no habría pasado, se oyó decir a Montilla en el palco de autoridades. Y tiene razón, porque en la capital de Cataluña las llamas de los retratos del Rey habrían convertido los pitos contra Zapatero en poco menos que una bronca del Bernabeu a Cristiano, el desahogo de los miserables contra unos pocos elegidos, una anécdota menor. Si en algo hay que hacer caso a los gurús del PSOE es en materia de urbanidad política. Sus análisis están avalados por experiencias como la del 13 de marzo de 2004, cuando unas masas de formación y comportamiento espontáneos cercaron las sedes del PP. Quienes han protagonizado semejantes cumbres de civismo no parecen los más autorizados para dictar normas de educación y convertir una bronca a Zapatero en un atentado contra las víctimas de unas guerras que no existen, por mucho que se intente equiparar al público del desfile de Madrid con los ultras de la selección de Serbia. No cuela, no funciona y además, no se sostiene. Chacón, en cualquier caso, se enfrenta a un desafío de tanto valor moral como estratégico. Se trata de salvar al soldado Zapatero cueste lo que cueste. A fin de cuentas, los soldados son contingentes y mejor lejos que en Brunete. En cuanto a la libertad, con el silbo somero ya es bastante. ¿Es gomero o somero? Dejémoslo en somero, no vayan a acusarnos de soplar demasiado.

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