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ABC MADRID 30-09-2010 página 75
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC JUEVES, 30 DE SEPTIEMBRE DE 2010 abc. es cultura ENTREVISTA A JORGE FDEZ. GUERRA Hace balance de sus 10 años al frente del Centro para la Difusión de la Música Contemporánea, que echa el cierre abc. es cultura CULTURA 75 perimentado en Washington pero sin ningún carisma ante la cámara. Penn incluso dirigió la retransmisión del tercero de los debates, con lo que el idilio entre el medio y el futuro presidente se fortaleció aún más. Hijo de un relojero y una enfermera, el pequeño gran Arthur vio cómo sus padres se divorciaban cuando solo tenía tres años de edad. Al principio pareció seguir los pasos de su progenitor, pero pronto se soltó de aquellas manecillas y abrazó el teatro, donde empezó a formarse como actor, hasta que su verdadero talento se reveló dirigiendo a otros. En 1960 recibió un premio Tony, en la tercera de las cinco veces que optó al prestigioso galardón teatral, por la obra El milagro de Ana Sullivan ya con Anne Bancroft como protagonista y ganadora de otro Tony, al igual que el autor William Gibson. En el cine, justo después de la experimental Acosado su carrera alcanzó la cumbre con dos años mágicos en los que dirigió La jauría humana (1966) brutal alegato antirracista que no fue suficientemente valorado en su momento, y Bonnie Clyde que causaría una impresión imborrable en cineastas como Scorsese y Coppola, aunque solo ganara dos de las diez estatuillas a las que aspiraba. Los guionistas, David Newman y Director metódico Sus intérpretes lograban a menudo interpretaciones cargadas de electricidad. Hasta ocho de ellos fueron nominados al Oscar Robert Benton, la escribieron sin demasiada preocupación por la veracidad histórica, pensando más en Truffaut y en su forma de rodar Tirad sobre el pianista Penn la filmó pensando en el público, sin renunciar a sus insobornables señas de identidad. En 1970 demostró su estado de forma y su afición a darle la vuelta al calcetín de la historia con Pequeño gran hombre en la que los indios eran los buenos y Dustin Hoffman desgranaba recuerdos como el último superviviente a las tropelías del general Custer. Antes, y sin salir del Oste, Penn había demostrado su interés por la psicología de los personajes en el no menos revisionista retrato de Billy el Niño El zurdo (1958) con Paul Newman como estrella emergente. Con El milagro de Ana Sullivan trasladó con brillantez su propio éxito teatral basado en la estremecedora historia de una niña sordomuda y ciega. Su último gran título quizá sea La noche se mueve en la que Gene Hackman borda el papel de detective de medio pelo encargado de encontrar a una chiquilla descarriada. Missouri Georgia Target: Agente doble en Berlín y Muerte en el invierno son cintas posteriores que firmaría con gusto cualquier cineasta, pero que ya no tenían el pulso de aquel joven vanguardista que reescribió los manuales del séptimo arte. Ojalá nos hubiera llegado en 1989 la comedia negra Penn and Teller Get Killed protagonizada por los fantásticos magos y humoristas que dan título al filme y a su propio teatro en Las Vegas. En los últimos años volvió a la televisión como productor ejecutivo de la serie Ley y orden Penn deja una mujer, dos hijos y cuatro nietos. Göering (testificando) Hess, Von Ribentrop y Keitel en el juicio de Nuremberg. AP Llega la verdadera película del juicio de Nuremberg BSe emite con 65 años de retraso un sobrecogedor documental sobre el juicio al nazismo ANNA GRAU CORRESPONSAL EN NUEVA YORK ANTONIO WEINRICHTER D ESPEJO DE LOS MARGINADOS e los miembros de esa generación de la televisión (Lumet, Peckinpah, Frankenheimer) que debuta antes de 1960 y que luego debe convivir, eclipsada, con los mocosos del nuevo Hollywood de los 70, Arthur Penn es el que menos esfuerzos debe hacer para adaptarse a los nuevos tiempos. Por un lado tiene una mentalidad europea modernista, como se revela en el laberinto formal en el que encierra al Warren Beatty de Acosado o en el entramado freudiano del personaje de Paul Newman en El zurdo Por otro lado, se revela capaz de emprender una campaña de deconstrucción de los géneros clásicos, digna de Altman: es todo un revisionista del western Pequeño gran hombre Missouri y del cine negro La noche se mueve Bonnie Clyde -un proyecto que heredó de... Truffaut- Aún más, Penn se muestra en sintonía con la nueva contracultura al retratar la comuna de El restaurante de Alicia Una constante de su obra es el individuo o grupo asocial: una sociedad tiene su reflejo en sus marginados decía Penn. Pero, al mismo tiempo, es capaz de ensamblar una formidable muestra de realismo hollywoodense en La jauría humana un retablo de la descomposición global de la sociedad sureña que revela su indignación de liberal kennedyano. Penn fue, se dice, un estilista de la violencia pero su estilo nervioso, físico y sincopado no debería ocultar el preciso contexto político que acompaña a sus explosivas películas. Esta semana se produce en Manhattan un estreno cinematográfico muy especial. Se llama Nuremberg pero no es un remake ni una secuela de la película sobre el juicio a los criminales de guerra nazis que en 1961 dirigió Stanley Kramer con Spencer Tracy, Burt Lancaster y Marlene Dietrich. Esto es el documental original, el que en 1945 encargó el ejército de Estados Unidos, y que tal y como lo vemos ahora no llegó a proyectarse nunca. Sesenta y cinco años después las viejas imágenes reviven y golpean con una crudeza insólita. Anthony Oliver Scott, que es uno de los principales críticos de cine de The New York Times y tuvo de tío abuelo al actor Eli Wallach, ha tenido la oportunidad de ver la película antes de su estreno y ha dejado un vibrante testimonio de su inmortal actualidad. Al parecer, al final el ejército americano optó por no hacer público el documental, quizás por su crudeza, aunque sí usó parte de las imágenes para una versión más suave. Finalmente se exhibe, por primera vez en Estados Unidos, la obra original tal y como la concibió su autor, Stuart Schulberg, gracias a la paciente labor de recons- trucción realizada por su hija, Sandra Schulberg. Stuart Schulberg estudiaba periodismo en los años 40 en la Universidad de Chicago cuando lo dejó para alistarse en los marines después del ataque a Pearl Harbor. Fue asignado a la unidad de producción de películas de propaganda de la OSS, agencia americana de inteligencia durante la Segunda Guerra Mundial, embrión de la futura CIA. A las órdenes del director John Ford, Schulberg fue despachado el verano de 1945 a Europa a buscar material cinematográfico de los nazis que pudiera ser útil en un documental de los juicios de Nuremberg. Durante cuatro meses de espanto Stuart Schulberg y su hermano mayor, el también cineasta Budd Schulberg, recopilaron tanto películas rodadas por los mismos nazis como tomaron imágenes de los efectos de su ocupación. Parte de este material se utilizó como prueba de cargo en Nuremberg. Pero sobre todo sirvió para armar el documental que ahora se presenta por primera vez, Nuremberg, sus lecciones para hoy En él se alternan imágenes del juicio con espantosos testimonios de los crímenes nazis que siguen impactando a pesar de las abundantes referencias a este tema en la cinematografía del siglo XX. La voz del actor Liev Schreiber da consistencia narrativa a una sucesión de fotogramas a veces en muy mal estado por el tiempo transcurrido. Pero que no han perdido un ápice de su histórica potencia y de su desesperada incursión en el horror humano.

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