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ABC MADRID 05-09-2010 página 36
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  • EdiciónABC, MADRID
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36 INTERNACIONAL DOMINGO, 5 DE SEPTIEMBRE DE 2010 abc. es internacional ABC HORIZONTE RAMÓN PÉREZ- MAURA ¿UNA ALIANZA ÁRABE- ISRAELÍ? S orprendente cual pueda resultar, cuanto más arraigadas estén las posiciones, más fácil puede ser negociar- -y moverse. Esta semana hemos visto comenzar en Washington el enésimo diálogo entre palestinos e israelíes. De un lado un primer ministro israelí estereotipado como de la derecha dura con un ministro de Exteriores usualmente identificado con la sutileza de Taras Bulba. En frente, es cierto, unos palestinos encabezados por Abbás y que por primera vez han aceptado negociar sin condiciones previas. Aunque contribuye mucho a llegar a ese punto que EE. UU. tenga el presidente menos favorable al Estado de Israel desde la constitución de éste en 1948, lo que más ayuda- -sin duda- -a crear un escenario nuevo es la evolución del factor iraní. Con toda probabilidad la carta que el primer ministro Benjamin Netanyahu ha jugado en Washington y quiere seguir jugando a partir de este momento es la de que israelíes, palestinos y otros árabes deben estar aliados frente a la amenaza nuclear iraní. El pasado 23 de agosto el propio presidente Ahmadineyad presentaba públicamente su nuevo bombardero no tripulado de largo alcance bautizado con el apelativo de Embajador de la Muerte ¿Hace falta mayor clarificación? ¿Se imagina alguien lo que pueden llegar a representar aliados de Irán como Hizbolá o Hamás si Teherán controla armas nucleares? No hace falta explicar el interés con el que los jordanos están buscando fórmulas diplomáticas que permitan sentar las bases de un futuro eje árabe- israelí que permita contestar a una agresión iraní en un futuro inmediato. Y Netanyahu, que sabe que no tiene en la Casa Blanca el respaldo del que disfrutó Israel en el pasado, tiende la mano a los árabes. Pocas cosas unen más a los hombres que un declarado- -o percibido- -enemigo común. Ahí estamos. Familias enteras trabajan en la fábrica de ladrillos Al Helani en Naharawan, a 48 grados al sol Los esclavos del nuevo Irak TEXTO Y FOTOS MIKEL AYESTARÁN ENVIADO ESPECIAL A IRAK No se puede respirar. El polvo mezclado con el humo engorda el aire de tal forma que produce picor al entrar por la nariz y quema al pasar por la garganta. A 48 grados al sol los setenta empleados de la empresa Al Helani trabajan de cinco de la mañana a nueve la noche fabricando ladrillos. Cada rectángulo de barro lleva impreso el nombre de la familia Al Helani, que se dedica a este negocio desde los años sesenta. Ésta es sólo una de las decenas de fábricas que se concentran en Naharawan, enclave situado a apenas cincuenta kilómetros al este de Bagdad que se divisa a lo lejos por la cantidad de chimeneas humeantes que anuncian la presencia de hornos para fabricar ladrillos. Una fila interminable de cañones disparando su humo negro contra el cielo. Unos cañones bajo cuyo fuego poco importa la retirada norteamericana, los planes de futuro de Barack Obama o la lucha entre las fuerzas políticas del país por hacerse con el gobierno, aquí lo que se vive cada día es la lucha por sobrevivir en este nuevo Irak. Familias enteras venidas de todo el país, principalmente de las provincias del sur, acuden como temporeros durante cuatro o cinco meses en busca de trabajo. Hombres, mujeres y niños conviven hacinados en pequeños habitáculos de barro que son facilitados por los empresarios. Se trata de una forma de trabajar muy primitiva, no tenemos apenas maquinaria y casi todo se hace de forma manual informa Ali Abdul Mohsen, director de la compañía. Una manada de burros lleva los ladrillos húmedos cargados en carretas hasta un secadero en el que un grupo de mujeres se encarga de descargarlos y ordenarlos. No es un buen trabajo, pero no hay otro remedio, es lo único que tenemos para sobrevivir. El calor es insoportable y aquí cuesta respirar, pero ¿qué podemos hacer? se pregunta en voz alta envuelta en un pañuelo del que escapan unos ojos saltones, viste guantes y un traje negro hasta los tobillos. Desde hace dos años abandona su hogar en Diwaniya junto a su marido e hijos y acude a Naharawan. Tras cinco meses de trabajo, toda la familia regresa al sur con una media de cuatro millones de dinares iraquíes en el bolsillo, 2.500 euros al cambio. Los ingresos de los que viven todo el año. Muchas son viudas y vienen sólo con sus hijos, pero no lo dicen abiertamente. Buscan un trabajo de forma desesperada y nosotros se lo damos sin hacer demasiadas preguntas informa el responsable de la producción antes de aclarar que ellas tienen un puesto sencillo, las labores más complicadas y duras están reservadas para hombres Cada dos horas de trabajo, los empleados tienen derecho a descansar una. Es la única forma de tenerse en pie, especialmente durante el ramadán. Reyep Saalem lleva siete años viniendo a este lugar con su mujer y sus tres hijos que, como el resto de menores, abandonan la escuela para poder trabajar y aumentar los ingresos de la familia. Los responsables de la fábrica no establecen una edad mínima para trabajar y dejan que sean los progenitores quienes decidan si sus hijos están listos o no, pero normalmente empiezan a los cinco años Rahimawa era la línea divisoria entre las zonas suníes y chiíes durante la guerra sectaria. Ni las fuerzas norteamericanas, ni las iraquíes, tenían presencia en 2006 y los empresarios tuvieron que contratar su propia seguridad para poder trabajar y proteger al grueso de la mano de obra que es chií, la secta marginada durante la dictadura baasista y a la que pertenece el sector más pobre de la pobla- Zona fuera de control Crisis del ladrillo Nadie construye; los únicos que han hecho negocio son los que levantan muros de protección

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