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ABC MADRID 05-08-2010 página 13
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ABC MADRID 05-08-2010 página 13

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC JUEVES, 5 DE AGOSTO DE 2010 abc. es opinion OPINIÓN 13 EXTERIOR DARÍO VALCÁRCEL LA AMBIGÜEDAD DE WIKILEAKS ¿Qué no hubiéramos rectificado en tantos momentos de la vida si hubiéramos sabido que una cámara oculta nos grababa? N O comentaremos por enésima vez las vueltas al mundo que ha dado el nombre de WikiLeaks, la organización electrónicadifusora de más de 90.000 noticias e informes, la mayoría sobre Afganistán. Muchas de esas noticias son altamente comprometedoras. En algunas se dan referencias o nombres con los que se podrá identificar a informantes afganos u otros cooperadores con las fuerzas de la OTAN. En WikiLeakshay demasiada ambigüedad. Grandes periódicos, como el NY Times, han contribuido a su difusión. El creador de la organización, el australiano Julian Assange, ha dado orden de repasar 15.000 informaciones para borrar de ellas toda referencia personal. Ha lamentado lo ocurrido, pero ha advertido queseguirá adelante. El Pentágono se ha alzado contra él mientras millares de funcionarios envían informaciones a WikiLeaks. Esta web pide información clasificada o censurada, de significado político, ético o diplomático. Assange podrá ser acusado de autor e instigador de diversos delitos. El más temido, la violación de la Espionage Act, que prohíbe revelar hechos o datos no autorizados que afecten a la seguridad nacional. Los problemas jurídicos son de enorme complejidad. Las Fuerzas Armadas americanas tienen jurisdicción solo sobre sus miembros. ¿Son filtraciones anónimas? La gran mayoría, pero no todas. Por ejemplo, Bradley Manning, el joven miembro de la inteligencia americana al que se investiga por enviar a WikiLeaks un vídeo en el que un helicóptero Apache disparaba en 2007 contra civiles iraquíes. La parte de la realidad que se registra hoy electronicamente crece y seguirá creciendo, nos guste o no. La eficacia militar retrocederá, y esto es peligroso. La moderación y la prudencia se afianzarán. Hay una parte considerable de la actividad militar que no se conocerá jamás. Pero esa parte está llamada a retroceder. Los jefes militares, americanos o no, cuidarán más de lo que hacen sabiendo que están siendo grabados. ¿Qué no hubiéramosrectificado en tantos momentos de la vida si hubiéramos sabido que una cámara oculta nos grababa? La gratuita crueldad, la delación, la cobardía, ¿no se hubieran reducido de modo sorprendente? El escándalo surge a propósito de Afganistán, en momentos difíciles. En su mundo medieval es previsible que el Talibán siga. Hará la guerra como la hacían sus padres y sus abuelos. El firmante de esta nota es nieto de un joven teniente coronel, destacado en una de las cotas más altas y lejanas del teatro de operaciones de Annual, en 1921. Mandaba un destacamento de 30 hombres, súbitamente atacado por dos millares de rifeños. Aquellos hombres de la montaña defendían su independencia. Pero los españoles cumplían un tratado firmado por el sultán, en el que éste pedía protección a Francia y España. La posición que mandaba el teniente coronel I. V. fue asaltada. Todos sus defensores murieron sin excepción. Pero el teniente coronel y dos oficiales fueron decapitados y sus tres cabezas echadas a rodar por un barranco. Según la escritura islámica, no llegará al paraíso aquel cuya cabeza sea separada del cuerpo. En la fotografía del teniente coronel, preparada tras su muerte, sobre un maniquí, se cuentan 24 condecoraciones, tres cruces del merito militar con distintivo rojo junto a la medalla austrohúngara al valor en combate. Era unoficial del Estado Mayorque conocía y callaba disciplinadamente los errores del mando. UNA RAYA EN EL AGUA IGNACIO CAMACHO SÍNDROME DE ABSTINENCIA La nostalgia de la vieja Marbella ha generado un bucle melancólico de ansiedad por reconstruir la imagen del paraíso E MÁXIMO N la Marbella de Hohenlohe, mucho antes de que Gil convirtiese la ciudad en una siniestra banana republic los verdaderos ricos y las auténticas bellezas se paseaban en traje de baño sin que nadie se dignase dirigirles una mirada. El glamour consistía exactamente en eso: en la naturalidad con que Onassis podía atracar en Banús- -atracar el yate; los atracos luego los perpetraron los concejales- -y tomarse un helado en el muelle sin que lo molestara un papparazzo ni le saliese a recibir un comité de próceres locales y autonómicos como escapados de una película de Berlanga. El turismo deélite se sentía allí en unconfortablebiotopoconstruido alamedida desuprivacidad y sus silencios; un lugar donde el éxito o la fama eran parte del paisaje y del clima como el sol o lasbuganvillas, ydonde cualquier celebridadplanetaria contaba con la complicidad de una indiferencia espontánea que no necesitaba la protección de ejércitos de guardaespaldas especializados en el blindaje de anonimatos. La nostalgia de aquel tiempo liminar en que la marca marbellí se promocionaba sola a través de susurros en un mundo de lujo discreto ha generado un bucle melancólico acrecentado por la ansiedad de reconstruir la imagen del paraíso que los mangantes más horteras de la modernidad convirtieron en una cleptocracia. El marketing político e industrialsuspira hoy por iconosque proyecten reflejos realmente universales en un mundo en el que cualquiermediocresemifamosoanuncia en twitter el momento exacto en que se dispone a ir a mear. Todo el alboroto organizado, con notables ribetes depaletismo, en torno ala visitade MichelleObama obedece a esa necesidad compulsiva de crear valor añadido mediante técnicas de branding, una cierta obsesión de supervivencia competitiva a la que se suma el afán de rentabilidad electoral de una clase dirigente obcecada con el rédito populista. En la expectativa aldeana de esa recepción desmedida, cuya indiscreta ostentación ha tenido que corregir la Casa Blanca, se manifiesta una mezcla de síndrome de abstinencia de momentos estelares y de afán de protagonismo político. La estancia de la familia presidencial americana- -que acaso debería por su propio bien alejarse de ciertos tics de nuevos ricos- -constituye sin duda el mejor y más importante impulso publicitario que podía soñar la Marbella honrada y acogedora cuyo merecido prestigio arrasó el latrocinio gilista, pero el exceso de alboroto ha revelado una desazón pueblerina magnificada por la urgencia histórica de una ciudad que se echa de menos a sí misma. Nada tiene de cuestionable el aprovechamiento de una oportunidad legítima; sin embargo, esta agitación exagerada de gestualidad propagandística ha dejado una sensación inevitabledesobreactuación que no es sinola involuntaria confesión de una preocupante decadencia.

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