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ABC MADRID 24-07-2010 página 13
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ABC MADRID 24-07-2010 página 13

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC SÁBADO, 24 DE JULIO DE 2010 abc. es opinion OPINIÓN 13 EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA EL PARTIDO QUE MÁS SE PARECE A ESPAÑA La cursilería de Zapatero es de naturaleza sarcástica, muy cruelmente taimada, como la bufonería del bufón E N la arenga que largó a sus acólitos en la cuchipanda que conmemoraba el décimo aniversario de su elección como secretario general del partido, Zapateo soltó- -como diría Manolo Morán en Bienvenido, míster Marshall- -muchas cursiladas y mamarrachadas que es lo que se espera de un acto montado para ensalivarle el bálano. Pero en la cursilería y mamarrachez de Zapatero hay siempre un trasfondo inquietante, como de socarronería aviesa; un trasfondo que a simple vista puede confundirse con inverecundia, con una suerte de complacencia tontorrona en su propia ridiculez. Y, en efecto, hay en Zapatero un regodeo en la cursilería que, de primeras, promueve nuestro alipori; pero basta que nos detengamos a rumiar sus palabras para que el alipori se convierta en inquietud, en zozobra, en una pululación demasiado parecida al pavor. Casi nadie, sin embargo, se dedica a rumiar las palabras de Zapatero; y así sus afirmaciones suelen despacharse como muestras de vacuidad, de futilidad, de delicuescencia merengosa propias del cursi a calzón quitado que sin duda es. Pero la cursilería de Zapatero es de naturaleza sarcástica, muy cruelmente taimada, como la bufonería del bufón que hace reír a los cortesanos mientras se burla sangrantemente de ellos en sus propias barbas. Así, por ejemplo, cuando dice: -Estoy muy orgulloso del partido, pero más orgulloso estoy de España y los españoles. Lo que, a simple vista, parece una necedad, una de esas sinsorgadas burdamente emotivas con que el orador sin recursos trata de halagar a su auditorio. Pero en la frase de Zapatero, a poco que uno la rumie, se descubre- -en versión sacrílega- -ese pathos con el que el Dios del Génesis, en el alba de la creación, contempla la obra salida de sus manos. Zapatero contempla la obra salida de sus manos- -una España de tíos en chanclas y bermudas, una España por donde cruza errante la sombra de Caín, una España donde se pisotea el mérito y se exalta la burricie, una España enviscada en querellas territoriales, una España de amoralidad rampante y satisfecha- -y siente un orgullo voluptuoso, una emoción paternal y jubilosa ante el cumplimiento del proyecto que acometió hace diez años, aquel proyecto que anunció en cierto libro turiferario, dedicado también a ensalivarle el bálano, como la cuchipanda del otro día: Si hay algo que caracteriza a esta etapa de gobierno es que hay un proyecto. Precisamente porque hay un proyecto hay una resistencia tan inútil como activa de la derecha más dura, porque saben que hay un proyecto. Se han dado cuenta de que hay un proyecto de alcance en valores culturales, y por tanto ideológicos, que pueden definir la identidad social, histórica, de la España moderna por mucho tiempo Este proyecto tiene su hoja de ruta escrita, su Camino bien delineado y establecido (así rotulaban los socialistas, con mayúscula amedrentadora y azufrosa, el video encomiástico que dedicaron a su líder en la cuchipanda de marras: Seguimos en el Camino y por eso Zapatero puede decir con la socarrona bellaquería del ingeniero que ha logrado redefinir los valores culturales y la identidad social e histórica de los españoles: -Somos el partido que más se parece a España. Y tiene tazón. Porque la cursilería puede ser la herramienta retórica más inquietante y pavorosa. www. juanmanueldeprada. com UNA RAYA EN EL AGUA IGNACIO CAMACHO LAS RUTINAS DE LA LIBERTAD Nos hemos acostumbrado tan pronto a la democracia que hemos dejado de percibirla como un bien moral escaso L MÁXIMO A libertad, como la salud, el amor o cualquier otro de los preciosos dones que a los hombres dieron los cielos que decía Don Quijote, es un valor que se estima mucho mejor cuando no se tiene. La mayoría de los españoles contemporáneos no ha vivido o no recuerda ya otro clima civil que el de la democracia, pero tampoco hace demasiado tiempo que carecíamos de ella; noshemosacostumbradotanprontoquehemosdejado de percibirla como un bien moral escaso que por desgracia ha sido casi una excepción de nuestra Historia. Del mismo modo que en la sociedad del confortunollegaasentircomounacontrariedadirritante la avería de un teléfono móvil que hace quince años ni nos planteábamos usar, cuestionamos con perobastantemenos que todos los demás. Y tienen que venir de fuera las víctimas de su ausencia, los sufridores de la tiranía, para hacernos ver con la sencillez de su mirada hasta qué punto es valiosa esa cotidianeidad que a veces tanto nos desconsuela. Así ha ocurrido con los refugiados cubanos recién expulsados por la dictadura castrista, que al poco de aterrizar se extasiaron al ver en la televisión ese debate entre Zapatero y Rajoy que a tantos españoles resultó un cansino ejercicio de repetición sectaria de vicios comunes. Conocía la democracia en teoría, pero nunca la había visto en la práctica ha declarado a ABC un embelesado resistente llamado Normando Hernández, al que el delito de opinar le ha costado varios años de cárcel en la isla. El tipo se visto enelparaísocomunista. Y todo el aburrido ritual de reproches mutuos, el pantanoso aislamiento de prejuicios que para lespareció a Hernández y a sus compañeros el asombroso, rutilante descubrimiento de una utopía. Nóteselagenerosidadmoraldelaleccióndeunos hombres que no se han deslumbrado con la exhibiciónconsumista, niconlastiendasrepletas, niconla energía sin racionar, como le ocurrió a cierto futbolista yugoslavo del Betis que llegó a España en los años ochenta y que, preguntado por sus impresiones, declaró su inmediata fascinación por el supermercado de El Corte Inglés. A los disidentes cubanos, encerrados en las sucias mazmorras castristas por defender un atisbo de libertad relativa en su irrespirable atmósfera de unanimidad forzosa, lo que les ha conmovido es la manifestación elemental deljuego democrático, eldebate, la discrepancia que a nosotros ya nos hastía como expresión de un bloqueo estéril. Que lo es, ciertamente. Pero que desde la cómoda rutina de la libertad tendemos a despreciar sin cuestionar lo que significa para los que no pueden siquiera imaginarlo.

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