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ABC MADRID 23-07-2010 página 76
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  • EdiciónABC, MADRID
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76 VERANO CULTURA VIDEOBLOG DE CINE El crítico de ABC Oti Rodríguez Marchante recomienda un par de opciones para el finde abc. es cultura VIERNES, 23 DE JULIO DE 2010 abc. es verano 2010 ABC Las cálidas entrañas de trapo TOY STORY 3 Dirección: Lee Unkrich EE. UU. 2010, 103 min Género: Animación E. RODRÍGUEZ MARCHANTE J. Earle Harly es Freddy. ABC El Freddy más pequeño PESADILLA EN ELM STREET, EL ORIGEN En un asombroso alarde de músculo creativo, Pixar ofrece un preámbulo, un corto, a su remate final de Toy Story que es un prodigio no tanto de animación como de concepción y de pensamiento. Se titula Día y Noche y muestra con sublime secillez ideológica cómo armonizar lo incompatible o reconciliar lo antagónico mediante los influjos del sol y la luna, y el vacío de unos dibujos. Tal vez sólo se trate de acomodar las meninges del espectador para que sepa estar a la altura del mundo que le abre Toy Story ya una trilogía casi a la altura de El Padrino Y ese mundo está, como el de Alicia, al otro lado del espejo, de la puerta: cuando ésta se cierra, florece ese universo, el de los juguetes. Y aunque ya conocemos, por las anteriores, cuál es el punto de vista de esta monumental obra, no por ello deja de ser asombroso, revolucionario: se ve al ser humano, al niño, a través de los ojos de sus chismes y muñecos. Es decir, somos lo que nuestros utensilios (juguetes, cuando eres niño) ven en nosotros. Aunque el análisis es más complejo, pues se consigue representar la diversidad, la confusión y la emoción del mundo de carne y hueso en una caja llena de cachivaches viejos. La vida misma: la inseguridad, la Dirección: Samuel Bayer EE. UU, 2010, 95 min. Género: Terror Actores: Jackie Earle Harly, Rooney Mara, Kylle Garner, Katie Cassidy JOSÉ MANUEL CUÉLLAR MADRID Alguien dijo en algún lugar que en las películas de terror dan más miedo los remakes que las nuevas filmaciones realizadas. Correcto. Desde la A hasta la S final. Sucede con Pesadilla... un mito de culto que, probablemente, y va por gustos, no haya sido la mayor de ellas, pero sí una de las de élite. Se debía a Robert Englund, tipo enjuto, jersey de pizzero y sombrero de espantapájaros. Creó una legión de seguidores y un estilo que rayaba entre la comedia, el miedo y la admiración. En la recreación de este comienzo, no han estado finos. Se sabía que el gran Earle Haley, con su rostro ajado en mil arrugas, acabaría en un papel similar, pero no en Freddy. Sencillamente, no da la estatura, no artística, que sí, sino física. Haley mide 1,66 y, francamente, con una garra que es casi más grande que él no da miedo, más bien risa. No es que Englund fuera el Everest, pero tenía más enjundia y, sobre todo, origen y frescura. La cinta, simplemente, no funciona. No hay novedades: te duermes, palmas; depende de que le convenga al guionista: te matas tú mismo en sueños o te mata él en sueños. Si vas a su terreno, chungo; si él viene al tuyo, a veces es vulnerable, a veces no. También depende de lo que convenga al guionista, aunque enrede la narración, que es un galimatías. Pero más allá de eso, todo es pobre. La altura de Haley obliga a los demás, que también son enanos, y entre tanto pequeño: actores, directores, historia y, sobre todo, guión, sólo nos queda el Freddy más pequeño además de... pesado, muy pesado. Una imagen de Toy Story 3 quizá el final de esta gran saga. ABC decepción, el temor al abandono, al mañana, a la incapacidad, a no sentirse correspondido... en fin toda esa alteración emotiva se apodera del arsenal de juguetes de Andy cuando éste, ya un maromo camino de la Universidad, duda entre apilarlos en el desván, regalarlos a una guardería o sencillamente tirarlos a la basura. Y de este modo naïf, una aventura infantil, se instala en cualquier cabeza un pensamiento adulto; más aún, filosóficamente adulto: cualquier ser humano pasa por esa sensación de juguete abandonado, inservible, listo para el olvido o para el desguace. El 3 D no le da más profundidad al asunto, aunque sí algo más de vistosidad. Las aventuras de Woody, Buzz, los señores Patata, el cerdito Hamm, Rex... son una versión acelerada de las de Indiana Jones. No hay un minuto de descaso, y si lo hay, se aprovecha para inventar algo: la inclusión de Barby y Ken, divertidísima, o la de ese malvado Oso de peluche que interpreta, aunque él no lo sepa, a esos figurones resentidos que mantienen engañadas a las masas muñequeriles mediante un victimismo y una manipulación que recuerda al más recalcitrante nacionalismo separatista nos tratan mal, pero nos vengaremos o la de ese otro momento surrealista en el que Buzz Lightyear se convierte en un latinlover andaluz al modo de Banderas (aquí, le pone voz de cantaor gitano Diego El Cigala Se ha corrido la voz de que esta tercera y probablemente última parte de Toy Story es la mejor de las tres, y aunque sea algo prematuro aventurarlo, lo que sí es cierto es que tiene un plus de emotividad mayor, porque no sólo ha madurado el niño sino también sus circunstancias, sus juguetes, y con ellos probablemente también se ha sazonado algo el pensamiento del espectador. Y no quisiera pecar de optimista al respecto, pero tal vez ocurra que nuestros hijos, influidos por la reflexión toy dejen de machacar, primero a sus juguetes, y luego ya pues al resto del mundo. 3 D sin gafas LAS VIDAS POSIBLES DE MR. NOBODY Dirección: Jaco Van Dormael Francia, Canadá, Alemania, Bélgica, 2009, 103 min. Género: Cienciaficción Actores: Jared Leto, Sarah Polley, Linh Dam Pham. Rhys Ifans E. R. MARCHANTE Fantasía pura hasta el puro extremo y, por lo tanto, difícil de asimilar en las coordenadas habituales: no hay lógica temporal, ni espacial, ni ninguna otra, pues se centra en un personaje (Mr. Nobody) al que conocemos de viejo y de niño y de adulto, y casado y soltero, y fracasado y realizado, ente- ro y a trozos... Mr. Nobody es a la vez lo que le ha ocurrido y lo que le hubiera podido ocurrir. Un niño ha de elegir entre irse con su madre o con su padre, recién separados. Y el hombre más viejo del mundo, el último mortal de una sociedad futura que ya no muere, recuerda pedazos de su propia historia tanto en los caminos que tomó como en los que desestimó, tanto con la mujer con la que vivió como con la que hubiera podido vivir... El componente metafísico del argumento lo hace, obviamente, enrevesado, pero no menos atractivo; en cuanto a la puesta en escena con la que el director belga Jaco Van Dormael recubre su historia es por completo deslumbrante. La confusión de intenciones, de azares, de teorías (empezando por la del efecto mariposa) convierten la película en un bombardeo y, con él, en un mar de dudas la cabeza del espectador. Probablemente nadie, ni Nobody ni el propio Dormael, podrían fijar el sentido íntegro de lo que acaba de ver, de ahí que las reacciones pueden ir desde el asombro hipnótico al rechazo total. Y, en vista de lo cual, lo más sensato es conformarse con la riada de sentimientos, incertidumbres, también certezas y secuencias deslumbrantes que te produce y te ofrece. Además, y si se quiere ver entre las brumas de pretensión y exclamación, también procura un efecto reparador: la vida no deja nunca de trazarte caminos delante. Se entiende, en cambio, a la perfección el gran trabajo que hace su protagonista, Jared Leto, metido dentro de este Nemo y de sus circunstancias, que están maravillosamente interpretadas, entre otros, por Sarah Polley, Diane Kruger y Rhys Ifans.

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