ABC MADRID 13-07-2010 página 17
- EdiciónABC, MADRID
- Página17
- Fecha de publicación13/07/2010
- ID0005863086
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ABC MARTES, 13 DE JULIO DE 2010 abc. es opinion OPINIÓN 15 LISTAS ABIERTAS VALENTÍ PUIG MENOS TÉ PARA EL PP La tarea de Rajoy es compactar su partido, niquelarlo y ponerle un motor de ideas útil para este inicio de siglo H AY quien querría un PP más sionista que el sionismo, hiperagresivo ante la recesión, más papista que el Papa y más proamericano que el tío Sam. Entre quienes gustarían de un PP así, sin duda está Zapatero. En los Estados Unidos, la idiosincracia política de Obama ha radicalizado tanto las bases más conservadoras del Partido Republicano como la derecha mediática que representan Rush Limbaugh o Glenn Beck, hasta el punto de estar pensando en lanzar el liderato de Sarah Palin, según se debate en los Tea Parties que remedan el origen de la rebelión norteamericana. Estaríamos ahora en la gestación de una derecha freakie Incluso quienes en el Partido Republicano vieron en el Tea Party un fermento de renovación ahora sospechan que puede ser un factor que radicalice y que acabe beneficiando la reelección de Obama. Incluso a John McCain le han echado del Tea Party En algún momento se le notan a sectores insatisfechos del PP la envidia por el apogeo del Tea Party Pero, por lo general, en el PP se acata la dirección de Mariano Rajoy o se contiene el aliento hasta que, en su caso, llegue la hora de ocupar el poder. De modo que dividiríamos al PP en un eje marianista de dimensión no siempre precisa, el magma central en expectativa y los más que sedientos de té. En los Estados Unidos, la crítica a los Tea parties no sólo procede de la izquierda. Michael Gerson, ahora columnista del Washington Post y antes escritor de discursos de George W. Bush, advierte a los republicanos que, aunque con buenas perspectivas para la próxima elección legislativa, pueden cometer errores que les debiliten. Radicalizarse ahora significa generar percepciones duraderas y destructivas del Partido Republicano que llevaría décadas rectificar Como dice Gerson, un partido que se queda intimidado y en silencio frente a sus extremos acaba siendo definido por ellos. En el caso del PP, no se trata de abundar en la tesis atribuida al sociólogo Pedro Arriola, en el sentido de que sólo hay que esperar a que Zapatero se hunda: al contrario, de aquí a la convocatoria de elecciones generales la tarea de Rajoy es compactar su partido, niquelarlo y ponerle un motor de ideas útil para este inicio de siglo y para dar esperanza razonable a una ciudadanía cada vez más desengañada con el zapaterismo. La ciudadanía que va decidiendo no votar a Zapatero espera ser convencida por la agenda política de Rajoy. Sería contraproducente dar a entender que el centro- derecha no tiene una identidad proyectada hacia el futuro. No le hace falta al PP un implante de memoria para saber que, en su condición fusionista de centro- derecha, el centrismo reformista canalizaría más votos nuevos que su reafirmación en la derecha estricta, fundamental a su vez para alentar a sus votantes más fieles. Al PP le fue bien cuando, dicho esquemáticamente, sumó votos de AP y bastantes de los que procedían de UCD y que se habían ido al felipismo. A pesar de los rasgos propios de este 2010, también el zapaterismo está perdiendo votos por el centro. Cuidado con el té. Por suerte, estamos en época de tinto con sifón. www. valentipuig. com UNA RAYA EN EL AGUA IGNACIO CAMACHO EL LÍDER SENSATO Del Bosque encarna unos valores arrinconados en la vida española, llena de personajes engreídos S MÁXIMO ENSATEZ es la palabra. La que define el liderazgo prudente, juicioso, discreto y fiable del hombre que ha dirigido la conquista de esa Copa del Mundo capaz de sacudir la médulaemotivadeestepaís atribulado. Enuntiempo de entrenadores estridentes, envanecidos por la arrogancia o poseídos por un autocomplaciente narcisismo, Vicente del Bosque se ha convertido en un ejemplo de mesura, delicadeza, sosiego y madurez. Un paradigma de moderación que no sólo representa un modelo distinto en ese fútbol agrandado por su propio poder hipnótico de catalizador de emociones, sino que envía un mensaje de utilidad generalatoda nuestradirigencia pública, caracterizada por su tendencia a crear problemas artificiales, generar discordias y provocar tensiones. Con ese rostro ceñudo e inmutable que recuerda los de ciertos retratos velazqueños del Prado, Del Bosque encarna hoy la vigencia de unos valores arrinconados en la vida española, cuyo primer plano aparece ocupado por personajes engreídos de una fatuidad altisonante. El valor de las cosas bien hechas, del trabajo escrupuloso, de la modestia silenciosa y fiable del esfuerzo. El valor de la moderación, del respeto, del recato, del comedimiento. Frente a la volubilidad aparatosa y la ligereza campanuda de ciertos liderazgos dentro y fuera del fútbol, obsesionados por la supremacía de la imagen y de las apariencias, el seleccionador ha mostrado el camino recto del verdadero éxito: un objetivo, un plan, una estrategia y un estilo. La cohesión interna y la unión en un mismo empeño. Formas correctas, trato suave, atención a los detalles y una autoridad moral sin alharacas ni estrépitos, la que emana del profesional competente que conoce su oficio y administraelpoder con imparcialidadytacto. Unliderazgo serio, íntegro, ajeno a prioridades superficiales, refractario a la coba, la demagogia y la impostura. Un valor seguro. Desde un puesto sugestivo para la tentación del ruidoyla retórica, Del Bosque ha serenadodebates, ha rehuido controversias y se ha aplicado a su misión con determinación, profesionalidad, confianza y tiento. Ha protegido al grupo de interferencias, lo ha aislado del jaleo externo y lo ha dirigido hacia el objetivo final sin apartarse de sus convicciones esenciales. Con coherencia, decisión y aguante. Si hubiese perdido lo habrían hecho trizas en la máquina de picar carne de la opinión pública, pero en la victoria no ha pasado una sola factura y ha entregado el protagonismo a su equipo, a los héroes que la gente aclama en las calles como elegidos para la gloria. En todo el épico alboroto del éxito no se le ha escapado un gesto que altere una elegancia moral mucho más importante que la apostura física. La suya es una lección para la política, pero este hombre no podría ser político: es demasiado buena persona.