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ABC MADRID 10-07-2010 página 95
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ABC MADRID 10-07-2010 página 95

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC SÁBADO, 10 DE JULIO DE 2010 abc. es estilo AIRE LIBRE ESTILO 95 SERRANILLAS. Andanzas de amor y caza de Fermín Tordancha IÑIGO MORENO DE ARTEAGA Marqués de Laserna L LA MODA MUEVE MONTAÑAS a moda es el gusto pasajero por determinadas tendencias, y esa inclinación por lo efímero llegó a constituir una amable tiranía en el vestir de las mujeres, luego, cuando la juventud tomó protagonismo en la sociedad, se impuso una uniformidad absoluta en esas edades gracias a los vaqueros de dril azul y las camisetas estampadas. Ahora ha llegado a la cacería. Recuerdo mis balbuceos como cazador: entonces había dos tendencias muy marcadas, los veteranos llevaban una ropa bastante ajada y casi ciudadana, con alguna licencia respecto a la pana, y se coronaban con sombrero de fieltro verdaderamente vetusto. Para ellos vestirse con algo nuevo flamante era sinónimo de inexperiencia por lo que resultaba inadmisible para quienes eran cazadores de toda la vida También había determinados elegantes, embutidos en la arpillera escocesa llamada tweed y con gorrilla a cuadros, pero ese ropaje foráneo solamente se aceptaba cuando el uso lo había deteriorado lo suficiente para empezar a reclamar el renuevo. Los noveles, conscientes de su condición y ajenos a esos sutiles protocolos, aparecían pertrechados con ropas recién estrenadas y diseñadas concretamente para actividades campestres. Había una tienda especializada llamada Moisés Sancha, que hacía las delicias de este grupo. El loden, lana prensada austriaca, supuso una revolución aceptada con entusiasmo por todos debido a sus cualidades de ligereza, abrigo y re- chazo del agua. Con el novedoso tejido se abandonaron los tiesos y pesados impermeables ingleses y los tradicionales capotes españoles. El primer paso estaba dado. Las fibras sintéticas llegaron más tarde, auténticamente impermeables, ligerísimas y transpirables, pero ¡ay! estaban fabricadas por gentes sin principios que utilizaban unos diseños y coloridos más del gusto del ecuador africano que del severo concepto de los europeos tradicionalistas. Pero quienes fueron capaces de despojarse de los cuellos de camisa duros, claudicaron sin empacho ante los avances de la ciencia textil y las marcas con el sufijo ex dominaron la ropa de los cazadores, que incluso se vestían como las tropas paracaidistas. Fermín, no te pases, en el campo hay que estar cómodo. Sentenció Mireya. Aceptado el principio, las consecuencias eran inevitables. Fueron acogidas todas las mejoras técnicas y, en compensación, se ha impuesto un férreo rigor en cuanto a marcas y procedencias. Ahoraseadmite la mayorlibertad en la indumentaria, pero conviene ser muy circunspecto con las prendas americanas y no abusar de esa tendencia. Hasta los planos de los pabellones de caza y no digamos si se trata de un caserío en finca de re- ciente adquisición, han de estar firmados por uno de los dos o tres arquitectos cuyo buen gusto está admitido, y no importa que esas edificaciones sean casi miméticas unas de otras. La decoración interior ha de respirar sencillez y, a cambio de tamaña concesión, se exige la máxima calidad. Si son de Arellano, Juan naturalmente, los bodegones del comedor mejor que de artista contemporáneo, los trofeos de las paredes todos medalla de oro, pero si el dueño desea colgar tapices tienen que ser de motivo cinegético o campestre. El vehículo es ahora el espejo del cazador, de modo que resulta un objeto que conviene cuidar con esmero. En determinados ambientes, es decir en las cacerías más pijas, para hacer buen papel y no desentonar, sólo hay dos marcas de todo terreno utilizables y no hay que preocuparse si se atascan en el barro, que no faltarán tractores para socorrer esas pequeñas adversidades. En cuanto a escopetas se ha abandonado el esnobismo por las made in England, fundamentalmente porque no resisten el número de cartuchos que se disparan en los ojeos de patirrojas españoles, aunque también hay que reconocer que su precio es estratosférico; así que se deben utilizar las primorosas armas que se fabrican en Éibar. ¡No en balde Su Majestad tira con ellas! Algún astuto utiliza en las batidas armas automáticas y asegurará por lo más sagrado, que lo hace exclusivamente por su menor culatazo. Respecto a rifles para montear, quedan algunos románticos del exprés, pero predominan los cerrojos dotados con anteojos de espectaculares aumentos y diámetros de objetivo fuera de lugar para disparar en pleno día. Sus dueños no paran mientes en semejantes pequeñeces ya que tampoco probaron el arma antes de salir al campo y ni siquiera se han ocupado de saber si está puesta en tiro. En confirmación del nivel técnico de muchos cazadores, valga la siguiente y veraz anécdota: un personaje agota su munición y acude al puesto más próximo para pedir repuesto; ante la pregunta de que calibre utiliza, impertérrito contesta: No importa el calibre, ya me arreglaré con lo que sea.

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