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ABC MADRID 10-07-2010 página 15
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ABC MADRID 10-07-2010 página 15

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC SÁBADO, 10 DE JULIO DE 2010 abc. es opinion OPINIÓN 15 EL ÁNGULO OSCURO JUAN MANUEL DE PRADA DIOS, QUÉ BUEN VASALLO... Quienes detentan el poder están destruyendo o dejando destruir la mancomunidad, por falta de espíritu público L OS triunfos de la selección española de fútbol vuelven a despertar un sentimiento patriótico en el pueblo que se celebra encomiásticamente, como si de auténtico patriotismo se tratara. Pero el sentimiento patriótico no es, como la propia expresión indica, sino la expresión emotiva de los efectos; y tal expresión emotiva puede ser el humus del que brote un sentido patriótico si se orienta hacia lo alto, pero también puede ser la charca donde el patriotismo perezca, si se orienta hacia lo bajo. En la Roma imperial, por ejemplo, el sentimiento patriótico alcanzó cúspides de expresión emotiva que no se dieron jamás en la Roma republicana; pero esa exaltación sentimental discurrió paralela a la paulatina atrofia del sentido patriótico alcanzado en la etapa anterior. Un sentido patriótico que se cuaja cuando las naciones alcanzan la mancomunidad de las almas que la integran; y tal mancomunidad sólo se logra plenamente cuando, entre las almas que la integran, surgen personas con espíritu público esto es, personas con la percepción y la pasión del bien común, capaces de dar alas al sentimiento patriótico levantándolo del magma emotivo. Cuando tales perso- nas no existen, el sentimiento patriótico es como una semilla que germina en un terreno fértil donde, sin embargo, falta la luz que la haga crecer; y, cuando falta la luz, a la semilla germinada no le resta otro destino sino pudrirse. Y así, con frecuencia, el sentimiento patriótico huérfano de luz- -desilusionado- -acaba incubando los hongos venenosos de la acedia y el esplín; como ocurrió en la Roma Imperial, comandada por hombres que carecían de la percepción y la pasión del bien común. Esto es lo que ocurre también hoy entre nosotros: quienes detentan el poder están destruyendo o dejando destruir la mancomunidad, por falta de espíritu público y así, el destino de ese sentimiento patriótico que germina espontáneamente en ocasiones como la presente es infecundo; o, todavía peor, putrescente. A los pueblos comandados por hombres que carecen de espíritu público no les queda otro remedio sino vagar entristecidos, como al Cid del destierro Dios, qué buen vasallo si hubiese buen señor cuando no enzarzarse en querellas intestinas que son como guerras civiles latentes. Esta situación de guerra civil latente es la que padecemos hoy en España, azuzada por ideologías que, en lugar de buscar el procomún o bien general, buscan el bien particular de un grupo o de una región; y que se hacen fuertes subrayando ese particularismo, dividiendo a los pueblos en lo profundo, actuando como sucedáneos religiosos que dificultan el entendimiento, la mancomunidad de almas Y, cuando más se debilita esa mancomunidad, más fuertes se hacen esas ideologías y los partidos que las representan; de tal modo que la robustez de tales partidos se cobra a costa del espíritu público y del sentido patriótico. Así, debilitando la mancomunidad, es como nuestros gobernantes se han hecho fuertes; y, aunque jalean el sentimiento patriótico que en estos días prende entre las gentes divididas, temen en lo más profundo de sus corrompidos corazones que de ese sentimiento instintivo (emotiva nostalgia de un bien que nos ha sido arrebatado) brote un sentido orientado hacia lo alto. Para evitar que tal ventura ocurra, seguirán azuzando la guerra civil latente que los hace fuertes. www. juanmanueldeprada. com UNA RAYA EN EL AGUA IGNACIO CAMACHO OCTOPUSSY El pulpo, que venga el pulpo a dilucidar a cara o cruz las aburridas disyuntivas de la gobernación de la patria E MÁXIMO L pulpo Paul en la apertura de los telediarios. Conexión directa con el acuario de Oberhausen para retransmitir en vivo la predicción del oráculo. El presidente del Gobierno, la vicepresidenta y varios ministros entregados a sosas gracias sobre el octópodo; la flor más granada de la socialdemocracia española seducida por una parodia del pensamiento mágico, no muy distinta de los vaticinios mitológicos de las culturas premodernas. Cábalas nacionales en torno a un mejillón dentro de una cajita, probablemente manipulado por los responsables de la broma, acaso los únicos listos de esta simpática superchería, de este peculiar casinillo en versión germánica. ¿La sentencia del Estatuto catalán? Ufff, novecientos farragosos folios. ¿Los votos particulares? Tediosísima prosa leguleya. ¿El decreto de reforma de las cajas de ahorros? Monótona dispositividad para iniciados, que sólo comentan los que no la han leído. El pulpo, que venga el pulpo a dilucidar a cara o cruz las aburridas disyuntivas de la gobernación de la patria. No mucho más criterio muestran los bípedos responsables de aclararlas. Y si se equivoca el molusco, siempre queda la posibilidad de cocinarlo a feira Al menos el pulpo muestra una sintética clarividencia sobre las identidades nacionales que no aparece en la prolija literatura del Tribunal Constitucional, cuyos magistrados discrepan a fondo con extensa argumentación discursiva sobre la simbología y la esencia. A Paul le ponen delante dos mejillones identificados por banderas, y se va derechito al que le parece más apetecible. La cabalística del pronóstico atribuye a cada enseña la propiedad de representar a una nación y a su correspondiente equipo de fútbol, y el animal no entra en disquisiciones identitarias ni se detiene en la efectividad jurídica de los preámbulos. Estatuto mediante, quizá en alguna próxima Copa del Mundo le puedan dar a elegir una cajita envuelta en la cuatribarrada, y las responsabilidades que se las pidan a los cráneos privilegiados que le han dado vía libre a las selecciones catalanas. A ver quién y cómo le explica a Paul el intríngulis de los prefacios, las nacionalidades y el Artículo Segundo. Entregado como está el país entero a esta pasión esotérica y supersticiosa, quizá podría aquilatarse su eficacia sometiendo las candentes cuestiones de Estado al augurio de la hechicería política. Un mejillón representando al Constitucional y otro al Estatuto, y a ver cuál se comía el cefalópodo. ¿Primitivo, irracional, descabellado? Más o menos como la decisión preconcebida de aquilatar una sentencia a los prejuicios del statu quo y a los hechos consumados. Con toda seguridad, el pulpo no tardaría en decidirse cuatro años.

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