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ABC MADRID 02-01-2010 página 13
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ABC MADRID 02-01-2010 página 13

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC SÁBADO 2 s 1 s 2010 OPINIÓN 13 EL ÁNGULO OSCURO UNA RAYA EN EL AGUA DESDICHADAS LAS NACIONES... Cuál es la virtud del buen gobernante? El sentido tisface los intereses de la familia, grupo o clase que lo ha del bien común, sin duda; a lo que los antiguos deencumbrado, enlacertezadequealarrimodeesosinterenominaban espíritu público Para entender lo ses, la familia, grupo o clase que lo sustenta será cada vez que es el espíritu público habría que imaginar a una mayor, pues irá incorporando a su número a quienes no sociedad o a una nación como una mancomunidad perteneciendooriginariamente a esafamilia, grupoo clade almas que logran anteponer sobre sus apetencias y se desean disfrutar de sus ventajas. Y, a la vez que satisfadeseos particulares una aspiración colectiva; cuando ce los intereses particulares de los afines, el mal gobertal aspiración se extingue, o cuando el barullo de apenante se preocupa de agraviar a los adversos, negándoles tencias y deseos particulares la asfixia, la mancomunilos suyos, en la certeza de que así el número de los adverdad se resiente, hasta perecer. Muchas han sido, a lo sos será cada vez menor, pues sobrevivir en la intemperie largo de la historia, las sociedades y naciones que han es condena que sólo los más fuertes sobrellevan. Así se perecido; y muchas más las que, sin llegar a perecer, rompe la mancomunidad o aspiración colectiva de la sose han mantenido durante siglos como nomciedad; y donde pudo haber mancomunidad flobres vacíos, desalmadas por ausencia de recen las heces del odio, que a la vez que disuelmancomunidad. La misión de los buenos goven la sociedad alimentan la hegemonía del mal bernantes consiste en mantener dicha mancogobernante. Y paraque ese odio nohaga sinocremunidad; y el pecado de los malos gobernancer, el mal gobernante dedica su torcida voluntes consiste en eliminarla, en despreciarla o tad a limar la fortaleza de los adversos, abandosimplemente en ignorarla. nándolos en sus necesidades, a la vez que satisfaPara mantener tal mancomunidad el goberce a los afines aun en sus excesos; o, sobre todo, nanterequieresentido delbien común, queespri- JUAN MANUEL en sus excesos, porque sabe que satisfaciendo DE PRADA mero una percepción de índole intelectual y desesos excesos no hace sino convertirlos en sus espués una pasión política es decir, primero una clavos, pues no hay mayor dependenciaque la de capacidad para percibir con clarividencia lo general (y lo quien ve encumbradas sus apetencias particulares, por generalestáconstituido decosas invisibles, bienesno meegoístas o criminales que sean, sin corrección alguna. ramente económicos que conforman la salud de la naAlbuen gobernante, en su búsqueda del procomún, lo ción) y despuésuna voluntadrecta parapromover sureaguía primero el sentido del sacrificio y la amplitud de milización. Para la percepción delbien común, el gobernanras, que son prendas propias del hombre generoso; y destetiene queelevarse sobre los intereses particularesde fapués el amor al prójimo, que es prenda propia del hommilia, grupo o clase, incluso sobre los intereses ideológibremagnánimo. Al malgobernante loguíaprimeroel inscos que defiende, lo que exige una capacidad para sacrifitinto de supervivencia propia lograda a costa del prococar sus propias preferencias y una amplitud de miras promún, queesrasgo distintivo delhombre mezquino; ydespia de los espíritus superiores. Para la realización de ese pués el ánimo de encizañar a sus gobernados, hasta que biencomún, hacefalta mucho amoral prójimo, queinclusu convivencia se torna insoportable, que es rasgo propio ye tanto la facultad de socorrerlo en sus necesidades codel hombre malvado. mo la facultad para corregirlo en sus excesos. Desdichadas las naciones que son gobernadas por Elmalgobernante anteponesobreel biencomúnel inhombres mezquinos y malvados. terés propio, que cifra en el mantenimiento del poder que le ha sido concedido; y, para mantener ese poder, sawww. juanmanueldeprada. com VEINTE DIEZ ESPUÉS del añito canalla felizmente clausurado se puede considerar optimistas a los que esperan un 2010 malo a secas. La mayoría de las personas con un criterio razonable pronostican una evolución económica lenta y difícil, cargada de incertidumbres y problemas, aunque sólo los cenizos irredentos se atreven a negar que es probable que lo peor ya haya pasado. El voluntarista patológico de guardia ha insistido en hablar de recuperación porque no aprende de sus propios errores y sigue empeñado en confundir con sus deseos una realidad que ha renunciado a cambiar; aun así se leía una cosa en sus labios y otra en la mirada, porque mentir miente con desparpajo pero tonto no es. En todo caso, quienes tienen alguna clase de responsabilidad dirigente deberían ser conscientes de que los hechos son tozudos y no IGNACIO se pueden acomodar con CAMACHO retórica complaciente ni con arengas soflamáticas; en circunstancias como las actuales la gente es bastante capaz de evaluar por sí misma el curso de los acontecimientos y no va a comprar exageraciones que no constate a través de su propia experiencia. En este sentido, fracasará quien no sepa interpretar la situación con una cierta vocación de objetividad, si es que en política resulta posible que alguien abandone el indeclinable sectarismo. El optimismo sin causa vale tan poco como la alarma sin sentido, porque el año será como fuere y no como la dirigencia pública trate de ahormarlo a la medida de sus prejuicios. Hasta ahora, el principal error que ha cometido el Gobierno, el que ha lastrado toda su deriva posterior en el último ejercicio, ha sido la contumaz, ofuscada negativa inicial a reconocer lo que para todos los demás era evidente: una crisis de gigantescas dimensiones imposibles de ocultar en un tranquilizador voluntarismo. Pero si el año nuevo apunta algunos síntomas de bonanza se equivocará igualmente quien trate de oscurecer adrede el panorama. Hasta ahora resultaba fácil la pintura de trazo grueso; la recesión era imparable, el desempleo crecía con una progresión devastadora y Zapatero exhibía ante el desastre una inopia irritante primero y una pasividad frívola después. Esa etapa de bruscos contrastes seguramente está a punto de concluir para dar paso a un horizonte de claroscuros ambiguos en el que van a ser imprescindibles los matices. La fineza. Después de un 2009 de quiebra completa y de desencanto unívoco, el Veinte Diez, como dicen los anglosajones, contiene indicios de esperanza mezclados con elementos persistentes de severa preocupación, lo que configura un paisaje social refractario a las simplezas. Un liderazgo convincente será el que sepa identificar con precisión los tonos de esa perspectiva ambigua y modular respuestas eficaces sin hipérboles interesadas. Éste es un tiempo para los inteligentes en el que se puede estrellar cualquiera que intente pasarse de listo. D

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