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ABC MADRID 19-06-2009 página 56
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  • EdiciónABC, MADRID
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56 SOCIEDAD VIERNES 19 s 6 s 2009 ABC Muere Vicente Ferrer, el hombre que soñó con ayudar a los demás El cooperante, Premio Príncipe de Asturias, fallece en Anantapur (India) a los 89 años NUEVA DELHI. Vicente Ferrer ha dejado 135.000 huérfanos, exactamente el número de niños apadrinados en la actualidad por la Fundación que lleva su nombre. Seguramente muchos más sentirán la pérdida de un padre. En los últimos 55 años, este hombre, que soñó con ayudar a los demás trabajó con ahínco para mejorar las condiciones de vida de los más desfavorecidos de la India. Ferrer (Barcelona, 1920) falleció ayer rodeado de su mujer y tres hijos tras sufrir el pasado viernes una embolia. Ingresó grave, pero estable en un hospital de Anantapur, en el Estado indio de Andhra Pradesh. El domingo experimentó una leve mejoría que hizo pensar en una posible recuperación, pero fue insuficiente para superar la crisis. A sus 89 años, Ferrer era una institución en la India, país al que llegó en 1952 como misionero jesuita. Desde entonces dedicó su vida a erradicar el sufrimiento de los más desfavorecidos en JAIME LEÓN. CORRESPONSAL unos de los Estados más pobres del mundo. En principio su objetivo era completar su formación, pero la pobreza le llevó por otro camino: dar solución a los problemas de los necesitados. De esta forma puso en marcha iniciativas como El milagro de dar que consistía en una pequeña ayuda económica y asesoramiento técnico para obtener agua para los cultivos. Si cada campesino devolvía el préstamo- -sin intereses- el milagro se extendía por toda la comunidad. Su lucha junto a los pobres despertó la suspicacia de las clases dirigentes y fue expulsado de la India en 1968, tras la publicación de un artículo titulado La revolución silenciosa en el semanario de mayor tirada. Sin embargo, 30.000 personas se movilizaron y recorrieron los 250 kilómetros que separan Manmad y Bombay para pedir su regreso. Ferrer se despidió de sus seguidores con la frase: Ya vuelvo, esperadme Y no hablaba en vano. En 1969 regresó con el apoyo de la entonces primera ministra, Indira Ghandi, y se instala en un de los distritos más pobres del país, Anantapur. Tras abandonar la Compañía de Jesús- -no quiso regresar a Europa, tal y como le fue ordenado- crea la Fundación Vicente Ferrer junto a la que será su mujer, la periodista inglesa Anne Perry. Desde entonces trabaja para mejorar las condiciones de vida de las comunidades más desfavorecidas de la sociedad hindú, regida por el sistema de castas. Así, los intocables, los grupos tribales y las mujeres centran su trabajo humanitario. La Fundación Vicente Ferrer dio sus primeros pasos con sólo seis voluntarios. Hoy son 1.800 trabajadores, el 99 de ellos de Anantapur. Además fue recibido por los políticos radicales con virulencia: Ferrer vuelve a casa decían pintadas en las paredes. Hoy le colman de reconocimientos. Hoy día la Fundación apadrina a 135.000 niños, tiene presencia en 2.000 pueblos y de los cuatro millones de residentes de Anantapur dos y medio se benefician de su trabajo. En 1996 se estableció la Fundación Vicente Ferrer en España para asegurar la viabilidad económica del proyecto: 150.000 españoles colaboran en su misión. Sólo en 2007, recaudó de forma privada 40 millones de euros. No es de extrañar que muchos le considerasen un santo. Su mujer Ana Ferrer lo define de una forma más sencilla: Vicente tenía un sueño, ayudar a los demás Los inicios Ferrer recibió el Principe de Asturias de la Concordia en 1998 ABC SAN VICENTE FERRER II El padre Ángel recuerda los momentos más emotivos de su amistad con Ferrer, un hombre al que admiraba porque estar con él era todo un privilegio dad de compartir muchos momentos con él, ni mucho menos el gran regalo de gozar con su amistad. Una de las grandes alegrías de mi vida fue la que sentí cuando le concedieron el Premio Príncipe de Asturias, cuya candidatura habíamos presentado desde Mensajeros de la Paz. Aquellos días con él en Oviedo fueron para mí inolvidables. He de confesar que presumía paseando con él o compartiendo la me- Padre Ángel Fundador de Mensajeros de La Paz V icente Ferrer era uno se esos personajes que uno admiraba casi desde que estaba en el seminario. Nunca imagine que la vida me iba a dar la oportuni- sa. Y es que estar al lado de Vicente Ferrer era todo un orgullo, un privilegio. Era difícil creer cuánta energía podía salir de su cuerpo menudo y castigado por las enfermedades tropicales y las carencias de muchos años. Creo sin lugar a dudas que su fuerza salía de su espíritu. Era emocionante observar el brillo de sus ojos cuando hablaba de la India, de los intocables de Anantapur, de las miles y miles de personas para los que levantó hospitales y escuelas, abrió pozos y caminos y construyó viviendas dignas. Muchos de ellos le llamaban father para él todos fueron sus hijos. Como pocos supo conjugar el pragmatismo de Occidente y la espiritualidad de Oriente. Es curioso pensar cómo las dos grandes personas que han encarnado, en el sentido más estricto de la palabra, el espíritu evangélico en el siglo XX: la Madre Teresa de Calcuta y Vicente Ferrer, lo hayan sido en la India, tan lejos de nuestro Occidente cristiano, a tanta distancia de Roma. La Madre Teresa ayudaba en la muerte; Vicente Ferrer en la vida. Era una persona extraordinariamente dulce pero increíblemente firme. Como sólo los grandes hombres saben ser, Vicente era disciplinado, austero y sencillo. Pero sobre todo fue un hombre bueno. Y con una capacidad de trabajo sorprendente. No sólo tenía de santo el nombre, sino toda su presencia. Con su sola mirada comunicaba una energía especial de la que nadie era ajena. Vicente ha sido en único hombre que yo he conocido capaz de bendecir estrechando una mano. Nunca observé en él la más mínima duda de Fe; ni en Dios, ni en los hombres. Él creía ciegamente en la Providencia, sabía que siempre le acompañaba y nunca se caía de sus labios. Vicente Ferrer, el que conocí y fue mi amigo, fue un santo. Sin necesidad de altares ni procesos. Un santo en vida, que se ha dado hasta sus últimas horas por los demás, por los más pobres entre los pobres. Vicente Ferrer vivió luchando con las armas del amor y del progreso. Su lucha fue contra la injusticia y el olvido. Y ganó. Su victoria es la de los pobres. Su victoria es la de la Humanidad. Bendita sea su obra. Bendita su memoria.

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