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ABC MADRID 17-05-2009 página 26
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ABC MADRID 17-05-2009 página 26

  • EdiciónABC, MADRID
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24 ESPAÑA La polémica de la píldora abortiva DOMINGO 17 s 5 s 2009 ABC Trinidad, el día después El patinazo de Trinidad Jiménez con la propuesta de despachar la píldora poscoital como una chuche es indicio del desacierto de Zapatero al situarla en Sanidad, un negociado que le es ajeno POR BLANCA TORQUEMADA MADRID. Trinidad Jiménez suele desplegar casi en toda circunstancia la credencial de su espléndida sonrisa, pero pocas veces se la había visto como en el último y aún caliente debate del Estado de la Nación, enardecida y desmadrada en el banco azul. Quizá fueran los primeros efectos secundarios del día siguiente después de los excesos de la víspera, jornada en la que la ministra de Sanidad se dedicó a tratar de dorar ante la opinión pública una píldora casi imposible de tragar, a dúo con la titular de Igualdad, Bibiana Aído. Aferradas las dos a ese discurso (no expreso, pero sí latente y omnipresente en la praxis del zapaterismo) basado en eximir de cualquier atisbo de responsabilidad a los adolescentes, abocados por la presión ambiental al fornicio indiscriminado. Sin que falten las contradicciones pues, ¿cómo se compagina la cantinela profiláctica con el mensaje subyacente en esta píldora de que si no se utiliza el preservativo tampoco pasa nada? La interrupción voluntaria del curso natural de la refriega política (la crisis) mediante el señuelo de la píldora postcoital ha supuesto un grave e inesperado deterioro en la hasta ahora casi impoluta imagen de Jiménez, una dirigente que incluso en un waterloo sin paliativos (su asalto fallido a la alcaldía de Madrid en 2003) suscitaba general simpatía y cosechaba reconocimiento. Por eso se interpretó como acto de justicia política (que, dicho sea de paso, poco tiene que ver con la justicia stricto sensu que José Luis Rodríguez Zapatero le entregara una cartera como abono de una deuda impagada. nicones de Ferraz, fue en una reunión en el apartamento de Jiménez donde se gestó esa Nue- va Vía encabezada por Zapatero que, contra todo pronóstico, tomó el poder en el PSOE en 2000. El invento no salió adelante por casualidad, sino porque Trini bien relacionada (hija del magistrado del Supremo José Jiménez Villarejo) ejerció de puente entre el bisoño aspirante y Felipe González. Y el viejo zorro socialista, in extremis propició que algunos delegados andaluces deslizasen su voto en favor del de León y no de Bono. Así pasó Zapatero de prote- gido a mentor, como secretario general de los socialistas, lo que forzó a la malagueña a un ejercicio de paciencia mucho más prolongado de lo previsto, ya que el vuelco del 14- M de 2004 (pese a que uno de los gritos más coreados de la noche electoral en la calle Ferraz fuera el de ¡que bote Trini! no la colocó en Consejo de Ministros. Incluso tuvo que esperar a 2006 para pillar la Secretaría de Estado para Iberoamérica, creada ex novo para ella. Y ha tenido que transcurrir todo un lustro (si el PSOE no hubiera renovado victoria en 2007 se habría quedado a dos velas) para que irrumpa finalmente como titular de Sanidad (un negociado del que nada conoce) impelida tanto porque ya tocaba como por la ra- zón aún más prosaica de que en el ábaco de Moncloa no salían los números de la paridad en el Ejecutivo. Carambola que ha dado por amortizado a Bernat Soria, pero no su deriva sectaria en terrenos pantanosos, pues la nueva ministra no ha dudado en recoger el testigo: en el zapaterismo se azuzan las células madre embrionarias, se despacha el aborto en cómodos plazos y se desvía la atención con esa píldora del día después presentada casi como una chuche pija, al precio de veinte euros. Cometido más político El esfuerzo intelectual de muchos analistas para atribuir una cierta coherencia a los designios de Zapatero ha llevado a evaluar como un Gobierno más político el pergeñado en la crisis de Semana Santa, calzador voluntarista que sirve, entre otras cosas, para Madrid Salud advierte de efectos secundarios impredecibles de la bomba hormonal en las adolescentes Golpe a su imagen encajar a Jiménez en la horma de Sanidad. Según ese enfoque, después de transferidas las competencias a todas las comunidades, la ministra tendría por delante la tarea de armonizar prestaciones y cohesionar políticas en esa zapatiesta autonómica con controles fronterizos hasta para el servicio de ambulancias. Un poco tarde, quizá (ahí está la proliferación de Estatutos levantiscos) como para poder permitirse el lujo de pasar desapercibida en un departamento desposeído de muchas de sus antiguas atribuciones en el que, eso sí, siempre queda la baza y el recurso fácil de los golpes de efecto del progresismo reproductivo- genital Empezó Jiménez su andadura con ministra con la pertinente cautela, al gestionar sin aspavientos ni alarmismos la amenaza de pandemia de la gripe de los mil nombres crisis que ha abordado flanqueada por su secretario general de Sanidad, que es médico y sabe qué terreno pisa. Por eso ha chocado aún más después la intempestiva verbena de hormonas postcoital, irresponsable no ya desde el punto de vista de la salud pública, sino desde el mero sentido común de cualquier padre de familia o de los ciudadanos sensatos sin hijos. La única interpretación posible es que todo le vale al Gobierno con tal de montar su pirotecnia (a veces tan peligrosa) y, de paso, justificar el sueldo de la ministra comodín Aído, atrincherada en informes de parte sobre las bondades de la bomba hormonal Una añagaza contestada con acierto y con reflejos por el alcalde de Madrid, Alberto Ruiz- Gallardón, quien después de haber vapuleado a Trinidad Jiménez en las urnas la deja sonada ahora con argumentos: los servicios de Madrid Salud rechazan la aplicación de una medida con efectos indeseables, impredecibles Esta primera carga de profundidad política ha llegado además precedida del malestar social y del clamor profesional de los Colegios médicos, que reivindican la imprescindible prescripción facultativa del fármaco. Demasiados frentes abiertos que han emborronado en sólo unos días la estimable ejecutoria de la Trinidad Jiménez diplomática de otro tiempo.

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