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ABC MADRID 28-06-2008 página 110
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98 DEPORTES Eurocopa 2008 España- Alemania, la final SÁBADO 28 s 6 s 2008 ABC Telegramas de la Final A Luis sólo le faltan Alemania y Brasil Uruguay, Argentina, Inglaterra, Francia, Italia... A Luis Aragonés, como seleccionador, sólo le faltan por derrotar dos campeones del mundo: Alemania y Brasil. Zatopek Silva El centrocampista del Valencia es el internacional español que más kilómetros ha recorrido. En los cuatro partidos que ha disputado acumula casi cincuenta kilómetros. Un chico de aspecto enclenque, pero al que ningún rival tumba con facilidad JULIÁN ÁVILA VIENA. Comienza la segunda parte de la prórroga frente a Italia. El calor bochornoso ha mermado las fuerzas de los jugadores y las acciones se ralentizan salvo cuando entran en acción los cuerpos más resistentes. De Marcos Senna o de Sergio Ramos conocíamos su capacidad para soportar el acoso del ácido láctico al oxígeno. Sin embargo no conocíamos la capacidad aeróbica de David Silva. Por su aspecto enclenque más bien se diría todo lo contrario. Los probadores del Real Madrid lo rechazaron en la categoría cadete porque le consideraban pequeño o poco desarrollado para jugar el fútbol de elite- -a buen seguro que más de uno se habrá echado las manos a la cabeza- En este Europeo ha quedado patente todo lo contrario. David Silva es fuerte. Muy fuerte. Física y mentalmente. Ha participado en cuatro de los cinco partidos de la selección como titular indiscutible y ha acumulado un total de 377 minutos, en los que ha recorrido casi cincuenta kilómetros. Una buena media, aunque la mayoría de los metros los haya hecho a intensidad media. Silva ha aprendido a ganarse la vida dejándose la piel en el campo cuando fue cedido por el Valencia al Éibar y al Celta. Estuvo a punto de recalar en el Parma porque Sacchi se enamoró de un jugador que hacía diabluras. Ha mejorado notablemente el concepto defensivo y en este campeonato ha realizado una labor encomiable en esa parcela. Cuando ha jugado bien por delante de Capdevila o de Sergio Ramos siempre ha acompañado a su par para evitar un dos contra uno. También en ataque. Con su movilidad en el medio del campo España ganó en opciones para mover la pelota y en la zona de la verdad demostró su inteligencia. De sus botas, en una acción de laboratorio, partió el pase del primer gol de Fernando Torres a Suecia. Y el jueves, en la semifinal, recogió el premio individual al marcar el tercer gol de España. Luis habla maravillas de este jugador. Destaca la fortaleza física para un jugador de su estatura y la visión de juego. No hay quien lo tire. Es duro. Busca la pelota en el juego aéreo aunque el rival le saque dos cabezas dice el seleccionador. La selección sólo ha ganado una vez a Alemania en partido oficial, en la Eurocopa de 1984. Los germanos pierden una final cada 16 años. Desde que se jugó el primer torneo (1960) perdieron las de 1976 (Checoslovaquia) y 1992 (Dinamarca) España ha ganado una vez en duelo oficial Los suplentes han contribuido a una Eurocopa con muchos goles. La segunda línea de las selecciones ha aportado 13 goles al torneo. Un récord. El equipo tipo de España. Luis ha sido el que más veces ha repetido 11 en cuatro de los cinco partidos que ha jugado. Los goles, también desde el banquillo Un pase y un gol Rosetti ya dirigió el España- Francia (1- 3) Silva, al fondo, junto a Torres y Senna AFP Pitó un penalti a favor de España (Villa hizo el 1- 0) hace dos años, en el Mundial de Alemania. El pronóstico habla de buen tiempo La Central de Meteorología de Viena prevé una temperatura entre 23- 25 grados y sin lluvia. Para el jugador vestir la camiseta de España suponía un bálmaso para aliviar las penas del Valencia Y es que Silva ha estallado. Según ha reconocido a lo largo de la concentración, porque vestir la camiseta de la selección suponía un alivio. La mala campaña del Valencia y los problemas en el vestuario sumieron a los jugadores en una depresión que infectó todo. HAY QUE PROPAGAR UN INFUNDIO Juan Manuel de Prada Escritor n aquella selección soviética que disputó con la española la final de la Eurocopa de 1964 jugaba Lev Yashin, popularmente recordado como la Araña Negra en alusión al color de su indumentaria y a su prodigiosa capacidad para multiplicar manos y detener los balones más envenenados. Sobre el moscovita Yashin empezaron a circular en vísperas de aquel partido rumores rocambolescos que le atribuían orígenes españoles, y más concretamente vascos. Según el in- E fundio, Yashin había sido evacuado durante la Guerra Civil, en uno de aquellos barcos que el padrecito Stalin disponía, para evitar que los niños huérfanos de la zona roja fueran asimilados por el régimen de Franco. A Yashin, proseguía el bulo, los agentes estalinistas le habían hecho un lavado de cerebro, de modo tal que habían logrado borrarle cualquier reminiscencia de su infancia; y así, con el cerebro lavado y bien centrifugado, se iba a enfrentar a su verdadera patria sin poder hacer nada por evitarlo, porque los pérfidos agentes de Stalin lo habían convertido en una suerte de pelele teledirigido. Quizás aquel infundio estrafalario pretendía llegar a oídos de Yashin, provocando en su cerebro centrifugado una fuerte crisis de identidad que se resol- viera en remolonería cuando los futbolistas españoles asediaran su portería. El caso es que aquella tarde del 21 de junio de 1964, Yashin estuvo más bien desdibujado e inoperante; y no faltan quienes aseguran que, ante el remate de Marcelino que resolvió el empate, podría haberse esmerado algo más. Pero el caso es que la temible la Araña Negra fue desactivada; y España pudo pegarse el gustazo de derrotar a las hordas comunistas, vengando el fiasco de la División Azul. Ahora los jugadores rusos han dejado de ser hordas comunistas, pero a la vista del espectáculo que ofrecieron en las semifinales puede sospecharse que sigan siendo sometidos a tratamientos de lavado y centrifugado de cerebro. Ahí tenemos a Arshavin, por ejemplo: con- tra los holandeses, parecía un avatar eslavo de Maradona; contra los españoles, más bien parecía un avatar de la abuelita paralítica de Maradona. ¿Cómo pudo operarse esta metamorfosis degradante? Es un misterio, pero lo cierto es que los jugadores rusos, mientras se dejaban zarandear a merced del torbellino de juego que la selección española desató en la segunda mitad del partido, estimulaban nuestra compasión. Si se hubiesen tomado un barreño de bromuro de un solo trago antes de salir al campo no hubiesen ofrecido una mayor impresión de flojedad y mingafrigidismo. Claro que, en honor a la verdad, el alarde ofrecido por los españoles fue de órdago; jugaron con serenidad y aplomo mientras tanteaban las fuerzas del adversario; y, una vez aprendidos sus flancos débiles, dispararon como sagitarios ebrios de victoria. Ahora a la selección española ya sólo la sepa- ran de la gloria los boches, que se pavonean como si fueran una división Panzer, pero para mí que tienen los tanques oxidados o, al menos, obsoletos; y, a poco que no nos dejemos impresionar por su parafernalia militar, los podremos torear y marcharnos de rositas, como ya hicimos en Hendaya. Convendría que, además, empezásemos a propagar algún infundio estrafalario que los desoriente o escarnezca: por ejemplo, que alguno de sus muchachotes de apellido farruco e impracticable ¡Schweinsteiger! ¡Hitzlsperger! ¡Mertesacker! -fue en realidad engendrado por un emigrante de Albacete, un tal Gómez o García, en una noche loca de hermandad hispanogermana, allá en algún suburbio fabril de Frankfurt o Stuttgart. El infundio les disiparía la gaseosa del apellido; y, sin apellido farruco e impracticable, los boches son más inofensivos que Sansón sin melena.

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