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ABC MADRID 22-06-2008 página 21
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC DOMINGO 22 s 6 s 2008 ESPAÑA 21 XVI CONGRESO DEL PP ANÁLISIS Más habilidad, la misma fortaleza Las bases del PP están igual de convencidas de la necesidad de defender los principios del partido, como dicen Aznar o Acebes, como de que son necesarios los cambios de equipos y de tácticas que propone Rajoy sin que ello suponga olvidar las esencias ÁNGEL COLLADO VALENCIA. Hemos sido fuertes, ahora nos toca además ser hábiles Esa es la frase pronunciada ayer por Rajoy en el XVI Congreso del partido que resume el reto de su nuevo mandato, la propuesta con que pide otra oportunidad y la respuesta concentrada a todos los recelos expresados por sus críticos en los últimos tres meses y en el mismo congreso en los discursos de autoridad de Ángel Acebes y, ya desde el cómodo retiro, por José María Aznar. En el XVI congreso del PP, Rajoy reclamó el derecho a cambiar equipos y tácticas- -que no los principios- -para ganar y se aplicó a hacer equilibrios de integración en una ejecutiva en la que ha dado cabida a casi todos los sectores del partido menos a los más afines a Esperanza Aguirre. El presidente del PP tuvo que dedicar demasiado tiempo a convencer a los delegados de que él no cambia ni va a cambiar las esencias del partido, pero al menos logró al final cosechar los mismos aplausos que logró Aznar horas antes cuando había conectado todas las alarmas frente a cualquier amago de debilidad frente al enemigo exterior. Es el retrato de la crisis del partido: los miembros del PP están igual de convencidos y orgullosos con el pasado que representa Aznar como disuadidos de que es necesario el cambio de caras y maneras que propugna Rajoy. Los que discrepan tienen ya su porcentaje oficial: el 15 por ciento. El ex presidente del Gobierno se excedió en sus apreciaciones, porque puede y está libre de toda crítica interna como dicen sus seguidores, pero también es cierto que dijo lo que muchos querían oír: que el PP no tiene que avergonzarse de su labor en el poder y tampoco en la oposición durante los últimos cuatro años. Ha sido una etapa en la que quien puso la cara y sufrió la mayor campaña de descrédito organizada desde el PSOE y el Gobierno fue precisamente Mariano Rajoy, como recordaban a su vez en el equipo del presidente del partido. Y quien estuvo como ministro y vicepresidente de los exitosos gabinetes de Aznar hasta ser promovido a sucesor fue asimismo Rajoy. El Aznar tronante pero disciplinado fue ovacionado igual que el Rajoy conciliador que reclama confianza, un margen para la flexibilidad y más inteligencia para llevar al PP al poder. Pero como síntesis del proceso de tránsito están los arranques de las ovaciones en unas u otras delegaciones. Cuando Aznar proclamó su apoyo responsable a quien él mismo nombró heredero, la mayoría se puso en pie para aplaudir: los primeros los compromisarios valencianos, gallegos y andaluces; los últimos los madrinos con novatos, representantes de todas las organizaciones regionales- -el problema de los madrileños es que no eran los preferidos por Aguirre- -y hasta a algún crítico como Miguel Ángel Cortés, disidente pero más discreto que Gabriel Elorriaga o Carlos Aragonés. Una parte positiva del desahogo de Aznar fue que puso el listón muy alto para las quejas de Jaime Mayor Oreja, al final muy enmarcadas en el debate europeo, para que no dijeran que se salía de su cometido principal. Las alusiones a María San Gil estaban descontadas y fueron igual de aplaudidas que las de Rajoy al conjunto de los dirigentes del PP vasco, que también existen y tienen que lidiar con los mismos problemas y amenazas que su dimitida presidenta. Rajoy sumó a sus nombramientos bálsamo el nombre de María del Mar Blanco, toda una referencia entre las víctimas del terrorismo, para coser una nueva dirección muy renovada, con más caras nuevas, más mujeres y poco pasado. Para bien o para mal, que no se sabrá hasta que sentencien las urnas, Rajoy saca del congreso un partido casi nuevo en su dirección que, además de fuerte como en el pasado, tendrá que ser hábil si quiere tener futuro. Los otros vascos Mayor Oreja durante su intervención leños. Y no todos. Cuando el ex presidente del Gobierno clamó por los principios, el proceso se invirtió. Al final, Aznar ejerció de centrista entusiasmó su contundencia a los incondicionales- -Esperanza Aguirre y Carlos Aragonés los prime- JAIME GARCÍA ros- -y tranquilizó con palabras de lealtad a los sectores que prefieren centrar el congreso en la renovación. Si Rajoy confortó a la militancia en su discurso, se esmeró luego en las ofertas de integración, donde mezcló vetera-

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