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ABC MADRID 12-06-2008 página 10
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ABC MADRID 12-06-2008 página 10

  • EdiciónABC, MADRID
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10 OPINIÓN JUEVES 12 s 6 s 2008 ABC AD LIBITUM SOLBES, EL PASTELERO NATOLE France, escritor olvidado y genio permanente, decía que las Bellas Artes son cinco, a saber: Pintura, Escultura, Poesía, Música y Arquitectura, siendo la rama principal de esta última la Pastelería Si se considera el aire socarrón del Premio Nobel francés, el radical de izquierdas que, en sus días, más gozos aportó con sus novelas a la burguesía gala, es posible que el pasteleo que incluye en su clasificación de las Artes no sea el del bizcocho, la leche, los huevos y el azúcar, sino el de las personas que tienen por oficio y mérito el eludir las decisiones vigorosas y la condición suprema de M. MARTÍN acomodarse beatíficaFERRAND mente a cualquier circunstancia y momento. Pedro Solbes, por ejemplo, es un maestro del pasteleo. La experiencia y la vocación le han llevado a la excelencia en su práctica. Habla en susurros y, a base de no decir nunca nada, de no comprometer opiniones ni pronósticos, lo mismo le dan una crisis que una desaceleración. Lo importante es permanecer a la vera del poder, como él mismo viene haciendo desde que Alberto Ullastres le echó un ojo en aquellos días del Plan de Desarrollo. Con su piel de paquidermo político, insensible al frío y al calor, asistió impávido al deterioro económico de los últimos años de Felipe González en La Moncloa y ahora, con más galones en la bocamanga, contempla impertérrito la decadencia que, dentro del marco internacional, nos ha llevado a un paro cercano al diez por ciento, con una dramática previsión del trece antes de que termine el verano. En el conventillo que ha diseñado José Luis Rodríguez Zapatero, también maestro del pasteleo, no hay sitio reservado para el talento. Ni para la talenta. Si Solbes lo tiene, lo disimula y oculta. Sin atreverse, como debiera, a proponer un nuevo Presupuesto para, a la vista de las alarmantes desviaciones que ya se observan en el que está vigente, adaptar a la realidad el que debiera regir la segunda mitad del año. Si caen notablemente los ingresos del Estado, tendrán que hacerlo también sus gastos. Todo lo demás es superchería e irresponsabilidad. En la superpoblación de inútiles que integran el Gobierno presente, destaca el caso Solbes como especialmente irritante. Ni siquiera María Teresa Fernández de la Vega, tan redicha como hueca, llega adonde él lo hace. A la vicepresidenta no le faltan ganas, pero el vicepresidente, además, sestea y bosteza como un mal alumno que espera únicamente a que se cumpla el horario de la clase. Ambos, rodeados por un divertido elenco, integran el reparto de la función que protagoniza el insuperable Zapatero, galán cómico al que los acontecimientos le están cambiando el argumento buenista con el que se asomó a las tablas en un drama económico en el que puede llegar a pasar calamidad hasta el apuntador. El pasteleo no sacia más apetito que el de la ambición. A ¿Inflación, crisis, huelga... qué huelga? LISTAS ABIERTAS LAS ENERGÍAS DE ZAPATERO A realidad es el enemigo más consistente del ilusionismo político que tantas veces practica Rodríguez Zapatero. Es irrealista querer que los ejércitos equivalgan a una ONG, que las crisis económicas se evaporen con un golpe de vara mágica o que las necesidades energéticas puedan modularse y dimensionarse según las conveniencias de la política a más corto plazo. Uno puede legislar para eludir lo real o incluso para enmascararlo, pero al final el gas es el gas y el petróleo tiene que ser refinado para llegar a las gasolineras, trasvasarse al depósito de los automóviles y dar presencia animada al sistema nervioso que son las carreteras de un país. Dicho en pocas palabras: un país como España, con pocos recursos energéticos, necesita carbón, gas y petróleo todos los días y las veinticuatro horas de cada día. A la política de un gobierno le corresponde garantizar ese suministro, hasta el punto de que, de una u otra manera, la energía es estrategia de Estado. Respecto al petróleo, así lo concebían en mayor o menor medida los distintos gobiernos de España, prácticamente desde que Churchill tomó la decisión de que el combustible de la Marina de guerra británica fuese el petróleo y no el carbón. VALENTÍ Es un deber tan cierto e ineludible como PUIG prever que las tierras de España no se queden sin agua. Pero con Zapatero estas cosas han llegado a verse de forma relativa, adyacente y accesoria: había que minimizar la elevada dependencia energética de España tal vez para que el mago de La Moncloa no tuviese que asumir una u otra decisión sobre la energía nuclear, del mismo modo que- -por ejemplo- -mantiene sus impedimentos a la construcción de nuevas refinerías de crudo. Llegó la huelga de los camioneros y va siendo más o menos afrontada como problema de orden público por un ministro del Interior que en los últimos tiempos- -quién sabe si por defecto del Gobierno en general, presidente incluido- -parece ser la única biela en funcionamiento que conecta el Gobierno con las obligaciones del Estado. Eso se hubiera dicho improbable, pero es así y fue afortunado pa- L ra controlar ese comportamiento prehomínido de algunos piquetes que ha dejado víctimas. De atajarse definitivamente el problema de orden público, lo que queda más vivo que nunca es el problema energético. Ahí, desde el Ministerio de Interior, ya no se puede conmutar la realidad por molinos eólicos. El petróleo es el petróleo y sigue subiendo de precio, mientras que España necesita que fluya el transporte por carretera y que los aviones vuelen. Por más ocurrencias que destilen los articulistas del nuevo casticismo sobre los infortunios léxicos de la ministra Aído, la indefensión energética sigue siendo la misma: es más, el invento del palabro miembra desvía la atención y alivia de apuros al inquilino de La Moncloa. Ser un país serio es algo que no tan sólo requiere de un buen gobierno. También la inflación de las palabras contribuye a la inflación de la vida económica. En coincidencia, la voltereta parlamentaria del PSOE en sesión del martes tuvo el mérito del recurso in extremis Lo que decida hacer el gobierno de Zapatero con la huelga del transporte por carretera tendrá más que ver con la inyección de subvenciones estatales que con la búsqueda de compenetración y afianzamiento del mercado para que el sector se reordene. El pulso es sintomático y se representa una vez más en la ausencia de una ley de huelga. La respuesta del zapaterismo sigue siendo eco- buenista. Sabe que los españoles queremos tener aire acondicionado cuando llega el verano y calefacción cuando llega el invierno, pero desestimando los dilemas reales y desabridos de la necesidad energética. Para mayor dificultad de las cosas, pretendemos que todo se resuelva idílicamente, de modo pastoral, en la Arcadia verde. Con sentido putiniano de la oportunidad, el presidente de Gazprom- -gigante ruso del gas- -deja caer que el barril de crudo pueda llegar a los 250 dólares. Parte de la solución realista está en mercados energéticos más abiertos y eficientes, con respuesta de moderación en la demanda de los consumidores. Eso y una mayor eficiencia energética- -decía ayer el Financial Times -es lo que por ahora tenemos más a mano. Falta que Rodríguez Zapatero conceda su asentimiento. vpuig abc. es

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