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ABC MADRID 19-05-2008 página 65
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  • EdiciónABC, MADRID
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ABC LUNES 19 s 5 s 2008 Tribuna Abierta AGENDA 65 Oscar Espinosa Chepe Periodista cubano. Ex preso del Grupo Político 75 LA SOLIDARIDAD INTERNACIONAL EN TIEMPOS DE CAMBIOS Se podrían dar pasos inmediatos como permitir a los cubano- americanos viajar a la isla y ayudar a sus familias y amigos económicamente sin restricciones. Más allá de la valoración humanitaria de gran significación de estas medidas, constituirían inyecciones importantes de democracia S e avecinan días de relativa importancia para los cubanos. Se trata de la intervención anual del presidente de Estados Unidos mañana, día 20 de mayo, y de la discusión de la política hacia el gobierno de Cuba en la Unión Europea a principios de junio. Estos eventos ocurrirán cuando está en marcha un proceso de cambios hasta ahora insuficientes, pero que pudieran ser la antesala de transformaciones más profundas. Una posibilidad que con cautela debe ser considerada. Este momento de cambios, inédito en casi 50 años de totalitarismo, es esencialmente generado por motivos internos. Tiene sus raíces en la acumulación de problemas sociales de todo tipo y del incremento de la toma de conciencia del pueblo cubano sobre las causas de la interminable crisis, a tal grado que las autoridades no pueden ignorar la situación creada y los peligros de que el continuado deterioro conduzca a un escenario de inestabilidad social. Por ello, los futuros cambios y sus alcances dependerán en gran medida de la presión popular como elemento fundamental. No obstante, la apertura podría ser alentada o dificultada por factores externos. En el presente contexto la solidaridad internacional tiene una mayor importancia, en dependencia de cómo se realice. Las políticas de aislamiento hoy son más dañinas que nunca, lo cual no significa asumir actitudes de complacencia y aceptación de las acciones negativas realizadas por el régimen, o el menosprecio a las fuerzas que dentro de Cuba luchan por la democracia y el respeto a los derechos humanos. l proceso de cambios apunta a ser gradual, con tendencia al ascenso, pero puede tener zigzag, contradicciones e incluso momentáneos retrocesos; desprenderse de 50 años de una mentalidad y estructura totalitarias no es tarea fácil. Por tanto, se requiere alentar el avance de los cambios con la delineación de políticas proactivas, que abandonen ejecutorias ineficaces, únicamente favorables a los sectores conservadores dentro del partido y el gobierno. Los países democráticos deseosos de ayudar al pueblo cubano deben reconocer la existencia de una nueva situación que demanda un pensamiento renovado. La política de aislar a Cuba y favorecer el enfrenta- sión a los luchadores por la democracia y el respeto de los derechos humanos. Si el presidente desea ayudar a los cubanos, a sólo unos meses del término de su mandato, debería favorecer su unión mediante la eliminación de las absurdas prohibiciones de viaje y envío de remesas. Además, sería una buena oportunidad para alentar proyectos de encuentros académicos, culturales, deportivos, religiosos y otros, lo que sí contribuiría al proceso de cambios en Cuba. Al mismo tiempo crearía un ambiente poco propicio para que las fuerzas represivas justifiquen sus acciones y se mantengan prisioneros de conciencia y políticos pacíficos en condiciones inhumanas, paradójicamente condenados por manifestar ideas que hoy el general Raúl Castro utiliza como argumentos para efectuar los cambios. T E miento, practicada durante decenios por las autoridades norteamericanas debería reemplazarse por mecanismos de contactos fundamentalmente con la sociedad, sin soslayar eventuales reuniones con el gobierno cubano como se hizo por las Administraciones de Nixon y Reagan con la Unión Soviética, países del este de Europa, China y Viet Nam, y actualmente se intenta con Corea del Norte. El objetivo sería contribuir a crear un ambiente menos crispado, donde sea difícil para los hardliners obtener coartadas para cultivar el falso nacionalismo y obstaculizar los cambios. En realidad, no existe contradicción en mantener una política de firmeza de principios y al mismo tiempo flexible, adaptada a las nuevas circunstancias. Por supuesto, sería utópico pensar que el complicado andamiaje legal del embargo económico impuesto a Cuba pudiera ser levantado de un día para otro. Sería tan absurdo como creer que un escenario con casi 50 años de totalitarismo podría cambiar súbitamente. o obstante, se podrían dar pasos inmediatos como permitir a los cubano- americanos viajar a la isla y ayudar a sus familias y amigos económicamente sin restricciones. Más allá de la valoración humanitaria de gran significación de estas medidas, constituirían inyecciones importantes de democracia al tiempo que harían más independientes del estado totalitario a las personas que reciban la asistencia. Adicionalmente, sería muy valiosa la promoción de los intercambios entre los pueblos norteamericano y cubano en todos las esferas, incluida la cultural, académica, científica y deportiva. Ese proceso paulatinamente podría conducir a la libre circulación de ciudadanos en ambos sentidos. sos pasos coadyuvarían a crear un ambiente favorable a los cambios y a resquebrajar el concepto de fortaleza sitiada que durante decenios han cultivado los elementos inmovilistas dentro del régimen. Además, debe recordarse que el pueblo cubano siente real simpatía hacia el norteamericano, basada en realidades históricas, culturales y geográficas no tenidas en cuenta por las políticas de las administraciones de Estados Unidos en los pasados decenios. E P N or ello, el presidente Bush debería tomar esta realidad en consideración cuando emita sus declaraciones mañana. Sería un error continuar con promesas inútiles de financiación, con fondos que en su inmensa mayoría no llegan a Cuba, como ha demostrado la auditoría de su gobierno, sino servido para proyectos absurdos como la Televisión Martí que nadie ha visto. Financiamientos sólo provechosos al totalitarismo para justificar la repre- ambién la Unión Europea con su realismo característico, no se debe dejar arrastrar hacia la complacencia, un extremo igualmente perjudicial. A principios de junio se revisará la política hacia el gobierno de Cuba. Si bien sería positivo mejorar los contactos con las autoridades con el objetivo de alentar los cambios, nunca podría ser en detrimento de sus vínculos con la sociedad civil, y muy en especial con los miles de activistas opositores pacíficos que, en muy difíciles y arriesgadas condiciones, luchan por la democracia y el respeto de los derechos humanos en el interior de la isla. La eliminación definitiva de las medidas adoptadas por la Unión Europea en 2003 debido a la represión y encarcelamiento de 75 personas y el fusilamiento de otras tres, sería un error si las autoridades cubanas no subsanaran los motivos que las ocasionaron. Actualmente quedan en las deplorables cárceles cubanas 55 de esos prisioneros de conciencia y 9 con licencia extrapenal por serias enfermedades podemos ser regresados a las celdas. Remover las medidas unilateralmente podría dar la engañosa impresión al gobierno de Cuba de que la intransigencia y la fuerza dan buenos resultados en las relaciones con la Unión Europea. uba se encuentra en momentos únicos y promisorios, y si bien como afirmábamos al principio, la responsabilidad fundamental es de los cubanos, la solidaridad internacional tiene un papel importante para alentar los cambios, de manera que nuestro país pueda integrarse a la comunidad de naciones democráticas en el plazo más breve posible. C

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