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ABC MADRID 10-05-2008 página 96
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80 CULTURAyESPECTÁCULOS SÁBADO 10 s 5 s 2008 ABC Ana María Matute SERRANO ARCE Ana María Matute gana el Premio Extremadura a la Creación EP CÁCERES. La escritora Ana María Matute ha sido galardonada con el Premio Extremadura a la Creación por toda su trayectoria. La presidenta del jurado del Premio a la mejor Trayectoria Literaria de Autor Iberoamericano, Nélida Piñón, destacó que por primera vez haya sido galardonada en esta categoría una mujer y dijo de Matute que ha compuesto a lo largo de su vida una obra literaria que tiene la capacidad de fabular la realidad, sin desprenderse de ella Destacó la prosa bellísima y la facilidad de la autora para utilizar la imaginación como un argumento de lo cotidiano lo que provocó la unanimidad entre los miembros del jurado que cuenta con nombres como Luis Landero y Félix Grande. También han sido galardonados la artista plástica portuguesa Helena Almeida, con el Premio a la Mejor Trayectoria Artística de Autor Iberoamericano; el actor extremeño José Vicente Moirón, con el Premio Extremadura a la Creación Artística y el escritor José Antonio Gabriel y Galán, a título póstumo, con el Premio a la Mejor Obra Literaria de Autor Extremeño. Los presidentes de los distintos jurados, Nélida Piñón, el escritor Luis Mateo Díez, la ex directora del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, María del Corral, y el director teatral Jaume Villanueva, desvelaron ayer los nombres de los premiados este año, que serán entregados el próximo mes de septiembre. Estos premios son el máximo galardón que concede la Comunidad de Extremadura en materia de creación artística y literaria, y tienen como finalidad otorgar reconocimiento a la labor de aquellas personas que hayan contribuido con su trabajo y obra al engrandecimiento de Extremadura o su cultura. Hace exactamente 75 años, los nazis prendieron las hogueras con los libros tachados de intelectualismo judío ABC Arde la civilización Donde queman libros acaban quemando hombres había profetizado el poeta Heine. Hoy hace 75 años que el III Reich ordenó quemar en gigantescas hogueras los libros de los Mann, Zweig, Freud, Brecht, Remarque... Era la danza del fuego de Goebbels POR SERGI DORIA Aquella tarde berlinesa del 10 de mayo de 1933, las juventudes nazis estaban más exaltadas que de costumbre. La bestia parda, con Goebbels a la cabeza, la había tomado con los libros que consideraba perniciosos para el Reich que iba a durar mil años. Los energúmenos uniformados salían de las bibliotecas cargados de volúmenes. El punto de confluencia era la Franz Joseph Platz. Una montaña de libros aguardaba la quema, según el diagnóstico del doctor tullido y maestro redomado de la verborrea. El acarreo de material impreso para engrosar la pira se prolongó hasta entrada la noche. Llegaron más juventudes hitlerianas y miembros de la Asociación de Estudiantes Alemanes; ataviados con uniformes tradicionales tomaron al asalto la biblioteca de la Universidad Wilhelm Von Humboldt. Comenzaba la siniestra danza del fuego. Quemar la cultura, en un acto de totalitarismo vanguardista que dejaba pequeño a Marinetti. Las antorchas de la barbarie. Entre el público se encontraban atribulados corresponsales y el periodista palentino Eduardo de Guzmán (1909- 1991) redactor de la publicación anarquista Tierra y Libertad Ironías de la Historia. Represaliado por el franquismo, tras la guerra civil sería el traductor de los Diarios de Goebbels. Y en eso llegó el doctor y ministro de Propaganda. Encabezaba una caravana de coches. Rodeado de sus acólitos, empezó a vociferar ante un micrófono: La época del intelectualismo judío ha terminado y el triunfo de la Revolución alemana deja de nuevo paso franco al espíritu germano... Estáis cumpliendo con vuestro deber al entregar a las llamas el endiablado espíritu del pasado a estas horas de la noche. Es un acto grande, fuerte, simbólico; un acto que atestiguará ante el mundo entero que los fundamentos espirituales de la República de noviembre han desaparecido. De estas cenizas surgirá el fénix de un nuevo espíritu... El pasado muere entre las llamas. El futuro surgirá de las llamas dentro de nuestros corazones... Alumbrados por estas llamaradas, nuestro grito será: El Reich, la Nación y nuestro Führer, Adolf Hitler... Mientras tronaban los gritos de Heil! Heil! Heil! entre las cenizas que removía el aire, Eduardo de Guzmán recordaba unos meses antes, en el Palacio de Deportes de Berlín, cómo aquel hombrecillo diminuto, uno de los más versátiles encantadores de multitudes conjugaba el oportunismo del eslogan con la fogosidad del gesto y la elocuencia del verbo: Su voz, que tenía el timbre fuerte y resonante, parecía salir con emoción de sus labios. Sus gestos eran apasionados. Su actitud en general hacía pensar en un fanático que no podrá añadir una sola palabra cuando haya anunciado el mensaje de que se cree portador... A pesar de ese temperamento ígneo, todo en Goebbels estaba cuidadosamente pensado. En sus ademanes vigorosos, señala De Guzmán, no había un atisbo de temblor: Siempre adoptaba la posición adecuada para un gesto determinado antes de comenzar a ejecutarlo. Era un cómico que sabía exactamente lo que estaba haciendo, que calculaba por anticipación el efecto de cada palabra y de cada gesto... Se iban consumiendo las obras de Thomas, Heinrich y Klaus Mann, Alfred Doblin, Max Brod, Stefan Zweig, Erich Maria Remarque, Sigmund Freud, Bertolt Brecht, Arthur Schnitzler... incluso la norteamericana Helen Keller. Más de veinticinco mil obras con predominio de autores judíos. Las llamas reverberaban en las pupilas inyectadas de odio de los jóvenes bárbaros, antorchados y con esvásticas. Ardían El Ángel Azul de Heinrich Mann y Emilio y los detectives de Kaestner entre cantos por la decencia en la familia y en la propiedad La sexualidad sucia, según Goebbels, la personificaba Freud y su escuela. El periodista Emil Ludwig era responsable de distorsionar la Historia. Y Erich M. Remarque, autor de Sin novedad en el frente de deslealtad literaria hacia los soldados prusianos de la Gran Guerra. La quema se propagó por otras ciudades alemanas. Aquella noche, explica Fernando Báez en su Es un acto grande, fuerte, simbólico... El futuro surgirá de las llamas dentro de nuestros corazones dijo Goebbels entonces tras ordenar la quema El periodista palentino Eduardo de Guzmán asistió como testigo a la quema de libros de grandes autores. Irónicamente, hubo de traducir los diarios del ministro de propaganda

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