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ABC MADRID 01-05-2008 página 96
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ABC MADRID 01-05-2008 página 96

  • EdiciónABC, MADRID
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Jueves 1 de Mayo de 2008 Editado por Diario ABC, S. L. Juan Ignacio Luca de Tena 7. 28027 Madrid. Teléfono: 913399000. Publicidad: 902334556. Suscripciones: 901334554. Atención al cliente: 902334555 Diario ABC, S. L. Madrid 2007. Prohibida la reproducción total o parcial sin el permiso previo y expreso de la sociedad editora. Número 33.738. Depósito Legal: M- 13- 58. Apartado de Correos 43, Madrid Precios de ABC en el extranjero. Alemania: 2,05 Bélgica: 2,00 Estados Unidos: 2,50 USD. Francia: 2,05 Irlanda: 2,10 Italia: 1,75 Holanda: 2,00 Portugal: 1,35 Reino Unido: 1,20 LE. Suiza: 3.40 CHF. Marruecos. 16 Dh. Irene Lozano EL MONSTRUO RESPETABLE s comprensible que no tengamos respuestas para crímenes tan brutales comolos del llamado monstruode Amstetten. Pero resulta preocupante que nos planteemos las preguntas equivocadas. En el pueblo donde Josep Fritzl mantuvo secuestrada a su hija, la violó reiteradamente y sometió a su prole a cautiverio, se oyen alaridos de asombro, porque los hombres normales siguen sinsaber que todoes posible, como diría David Rousset. Sumidos en el dolor, se preguntan: ¿cómo pudimos nodarnos cuenta? Pues pudieron, primero, porque las víctimas vivían ocultas en un sótano; segundo, porque el domicilio es inviolable en la legislación europea, y tercero, porque los códigos sociales no prevén, ni en los países más dados al cotilleo, que uno se cruce con su vecino y le diga: Buenos días, Herr Fritzl, no usará usted el sótano como mazmorra, ¿verdad? La sensibilidad hacia el maltrato y los abusos sexuales a menores sólo emergió en el siglo XX, ése que a menudo se despacha como siglo de los horrores. Por desgracia, aún ha de competir con una larga tradición de inhibición pública ante la violencia familiar. Por eso la cuestión no es la presunta responsabilidad colectiva, sino la negligencia de las instituciones frente a la violencia privada, cuyas víctimas son principalmente niñas y mujeres cuando median abusos sexuales. La pregunta es: ¿por qué la Policía de Amstetten dio crédito a la versión del padre cuando explicó que su hija había ingresado en una secta? ¿Por qué los servicios sociales confiaron en él hasta el punto de entregarle a los niños en adopción? ¿Por qué no se consideró la hipótesis de laimplicación paterna, descartable mediante una sencilla prueba de ADN, cuando se sabe que muchos abusos sexuales ocurren en el seno de la familia? Las autoridades le creyeron, confiaron, no sospecharon, porque los prejuicios aún impiden aceptar la existencia de un perfil delictivo recurrente: el del ciudadano respetable que se transforma en kapo de un campo de concentración cuando llega a casa. E Ghulam, que oculta su rostro en la imagen, se recupera de la agresión de su marido en un hospital de Kabul AP La huella oculta de la violencia La lucha contra el maltrato a la mujer en Afganistán avanza poco y a trompicones. Como el del drama de Ghulam, de 16 años, a la que su marido le cortó la nariz y las orejas y le arrancó seis dientes a golpes MIKEL AYESTARÁN o quiere desvelar su nombre, sólo muestra sus ojos bajo el pañuelo. Verduzcos como los de Sharbat Gula, la niña inmortalizada por el fotógrafo de National Geographic Steve MacCurry en 1985 y cuyo rostro fue durante muchos años el más popular y bello de Afganistán. Pero tristes y doloridos como los de Ghulam, la niña de once años retratada por Stephanie Sinclair, Premio Unicef 2008, hace pocos meses en la ceremonia de su compromiso matrimonial con un hombre de 40 años. Su marido le cortó la nariz y las orejas y con una piedra le golpeó en la boca hasta dejarle con seis dientes. No dice su nombre, tiene apenas 16 años y está demasiado asustada. Sólo quiere taparse y ocultar al mundo las huellas dejadas por el maltratador en su cara de niña. Se recupera en un hospital de Kabul de una operación en la que los médicos han tratado de reconstruir su cara, pero sus ojos hablan del pasado terrorífico vivido y de la incertidumbre del futuro para una mujer como ella en este Afganistán del siglo XXI. Esos ojos nunca mirarán como antes. El Ministerio de la Mujer fue quien la rescató de una muerte casi segura y la trajo hasta la capital desde la provincia sureña de Zabul, en plena frontera con Pakistán. Ahora se va recuperando y su cuñado acude cada día al hospital para pedir a los médicos que le den el alta para llevarle de vuelta a casa. Uno de los directores del centro, el doctor Ghairat Mal, sin embargo, asegura a AP que sólo la entregarán al ministerio Desde la salida de los talibanes han cambiado las leyes y el código penal es modélico en la cuestión de la violencia de género, pero sólo sobre el papel. En la vida diaria, especialmente en las zonas rurales, las costumbres siguen imponiendo su peso y las mujeres viven sometidas a códigos de conducta ancestrales que les relegan a un papel marginal. Costumbres como las de los matrimonios infantiles resultan imposibles de erradicar en un país donde el 16 de los niños, según datos de Unicef, contrae matrimonio antes de cumplir los quince años, y el 43 de las bodas se celebra entre menores. En la capital, Kabul, se están dando pequeños pasos y las mujeres pueden dirigirse al Ministerio de la Mujer o a la Comisión Independiente de Derechos Humanos y denunciar los malos tratos. En 2007 fueron 2.347 las afganas que se atrevieron a dar este paso, un 50 más que en 2006, algo que las trabajadoras sociales de este centro valoran de forma positiva. Casos como el de esta niña maltratada de 16 años recuerdan al mundo que en Afganistán queda mucho por hacer en materia de derechos humanos. N

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