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ABC MADRID 29-03-2008 página 61
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  • EdiciónABC, MADRID
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10- 11 S 6 LOS SÁBADOS DE LUGAR DE LA VIDA Antigua Mónica FernándezAceytuno Galadí- Enríquez, en el observatorio hispano alemán de Calar Alto (Almería) donde es astrónomo y divulgador sólo hay que saber cuáles son y distinguirlos de las estrellas. En mi guía se dan pistas para hacerlo. -Resulta raro pensar que una puesta o una salida del Sol es solo un espejismo. -Pues es el espejismo más cotidiano. Cuando vemos ponerse el sol hace ya bastantes minutos que se ha escondido y lo que contemplamos es su reflejo en la atmósfera. Eso no le quita atractivo sino que se lo añade, porque lo convierte en una sorpresa. -Y si vemos el pasado en el cielo, ¿el firmamento también nos puede enseñar el futuro? -Que va. Esa es otra cuestión que la observación de la realidad astronómica cotidiana nos permite distinguir y que, sin embargo, los libros de teoría no hacen tan bien. En astronomía, cuando se habla de cosmología del pasado y futuro del universo se suelen mezclar las dos cosas como si estuvieran ambos dentro de la misma teoría. El pasado se puede observar, porque cuando vemos una puesta de Sol vemos algo que ocurrió hace un rato; si es la Luna, vemos algo de hace un segundo y medio. y si son estrellas lejanas las vemos como eran hace millones de años, pero el futuro no es observable porque hay una asimetría radical entre pasado y futuro desde el punto de vista de la ciencia y de la misma observación. El futuro sólo está en el marco de la predicción. -Nos echa por tierra todas nuestras creencias populares: las estrellas fugaces no son estrellas. ¿Tampoco se cumplen los deseos que pedimos mientras seguimos su estela? -Eso está por demostrar: yo siempre que veo una estrella fugaz pido un deseo. Y claro pidiendo, pidiendo, pues alguno se cumple. Las estrellas son trozos de cuerpos helados, fragmentos de cometas. Mi abuela, que no sabía leer pero sabía más astronomía que la mayoría de la población actual, al menos desde el punto de ABC vista empírico, no tenía manera de acceder al porqué o al cómo de las cosas que veía. Hoy tenemos mucha información, pero ya nadie ve nada porque no miramos. Ahora cuando vemos una estrella fugaz podemos seguir pidiendo un deseo, pero además tenemos la posibilidad de saber qué es. Y eso es algo que mi abuela no tenía. Esto me apena. -La batalla contra la contaminación lumínica es muy tímida. ¿Volveremos a ver el firmamento de nuestras ciudades? -Se está destruyendo el paisaje natural nocturno del mismo modo y en la misma proporción que se aniquila el resto de la naturaleza, aunque haya quien no sea capaz de entenderlo así. Es un desastre que solo revertirá con un cambio de conciencia global. Tal y como vamos, tendremos que darnos prisa en observar el cielo que nos queda. Mientras, debemos esforzarnos en defender nuestro derecho a un cielo oscuro. o hay una ciudad, de principio a fin, más bonita que Antigua. Porque para decir que otra ciudad en el mundo también es hermosa, tendríamos que llegar a ella con una venda en los ojos para no ver antes las autopistas de circunvalación que asfixian a esa ciudad, sus arrabales, sus escombros en las afueras, sus naves industriales, y en fin todo eso que es trastero y a la vez el marco de las ciudades modernas por muy antiguo y bonito que sea el centro. Por eso Antigua es distinta a cualquier otra ciudad del mundo. Le ha pasado como a esas plantas que se quedan acantonadas entre un precipicio y un volcán, y se vuelven relictas, únicas en la Tierra. Porque esta hermosísima ciudad de Antigua, se fundó en 1543 en un valle rodeado de selva y de volcanes, pero se abandonó como capital doscientos años más tarde, tras los terremotos de Santa Marta Y ese abandono, le dio la vida. De haber seguido siendo Antigua la capital de Guatemala, un país que ha cambiado de ciudad capitalina en cuatro ocasiones, hoy no estaría como está, tal y como estaba, hermosa de principio a fin. Es una ciudad en la que dan ganas de llorar al darte cuenta de que era mucho mejor el urbanismo español de hace cinco siglos, que el de ahora. Todas las casas son de una planta, con jardines en patios a la entrada, y todas son iguales y son distintas, en su color y en la forma de las rejas, salpicadas de comercios y de tiendas, que es el nombre de los bares en Guatemala. Pastelerías con merengues en una columna de cristal, panaderías pintadas de azul claro con el poso de la harina, oliendo a pan recién hecho. Sólo las iglesias, están derrumbadas por los terremotos. Y es enorme esta ciudad, no es para nada un pueblecito. Las calzadas de adoquín de basalto, ni muy anchas ni muy estrechas, y las calles tan bien trazadas y tan largas, que entiendes la perspectiva. Todo está aquí bien resuelto. La plaza con los soportales donde se mezclan los ancianos y los niños. Donde huele a comida y te sientas en una tienda a tomar un café y ves la vida de hoy y de hace siglos. Y se oye el ruido de la fuente. No hay en el mundo una ciudad como Antigua. www. monicafernandez- aceytuno. com N

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