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ABC MADRID 08-12-2007 página 49
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2- 3 S 6 LOS SÁBADOS DE En 1961 la Reina Victoria Eugenia subastó en la sala Jürg Stucker, de Berna (Suiza) un collar, un anillo y un broche. El collar lo compró Cartier que se lo vendió al Sha de Persia, quien lo adquirió como regalo para su esposa Farah Diba. La Emperatriz iraní lo lució en numerosas bodas reales, pero no pudo llevárselo consigo al partir para el destierro y hoy es una de las joyas semiescondidas en la Banca Nacional de Teherán, donde sólo unos pocos las admiran de tarde en tarde. El pasado año, Christie s de Londres subastó un collar, un brazalete y un broche de diamantes de Eugenia de Montijo que también los vendió en el exilio para sobrevivir. El brazalete era la segunda vez que se subastaba; la primera fue en mayo de 1872. Hace unos años, en el hotel Richmond de Ginebra, hubo una subasta de joyas espectacular. Eran de la Begum Shalima quien, tras su divorcio del Aga Khan- -imán de los musulmanes ismaelitas, descendiente directo de Mahoma- -decidió deshacerse de cualquier objeto que le recordase a su marido. El volumen total de la subasta fue de 3.300 millones de las viejas pesetas, pues sólo por el begum azul se pagaron más de 860 millones. Como algunas de estas joyas tenían un valor religioso para los ismaelitas, el Aga Khan intentó que los tribunales impidieran la subasta, pero no lo logró y la colección de joyas- -la (Pasa a la página siguiente) Cosas del divorcio drid por la Reina Doña Victoria Eugenia. Ésta, gran amante de las joyas, recibió en 1920, a la muerte de la Emperatriz y de manos del duque de Alba (sobrino de la Soberana francesa) un estuche con un abanico y un impresionante lote de esmeraldas procedentes de una corona que el gran joyero Fontennay le había realizado en 1858. Doña Victoria Eugenia hizo varias combinaciones con estas piedras; la primera, a cargo de la joyería madrileña Sanz que se las montó en un collar corto de estilo clásico. Diez años más tarde, la Reina entregó las gemas a Cartier que entonces hacía largos collares de sautoir Cartier le añadió una cruz con una esmeralda de 45 quilates, que había sido de Isabel II, quien se la había vendido a su vez a Cartier. Nada más acabar el joyero parisino su obra se proclamó en España la República y Doña Victoria Eugenia volvió a vender a Cartier la esmeralda tallada en forma de cruz. Durante su exilio, las alhajas le solucionaron algunos problemas económicos. Forzada a vender algunas de ellas, pudo adquirir Villa Fontaine su casa de Lausana (Suiza) y subvenir a sus necesidades. Por ejemplo, no le quedó más remedio que desprenderse de varios diamantes que formaban el collar de chatones que le había regalado Alfonso XIII, quien añadía en cada cumpleaños de su esposa dos piezas más. Cuando la Reina marchó al exilio el collar tenía 83 chatones; en la actualidad, el que heredó Doña Sofía, tiene 23. Collar de diamantes y esmeraldas que forma parte del lote de joyas de Anita Delgado, maharaní de Kapurtala, y que salen a subasta la próxima semana en la sala Sotheby s de Londres Tiara de diamantes, de Fabergé, subastada el pasado mayo en Ginebra por la Princesa María Gabriela de Saboya

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