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ABC MADRID 11-11-2007 página 84
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ABC MADRID 11-11-2007 página 84

  • EdiciónABC, MADRID
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84 CIENCIAyFUTURO www. abc. es cienciayfuturo DOMINGO 11- -11- -2007 ABC Fuga de cerebros de ida y vuelta Estados Unidos ya no es la Meca de la ciencia para los investigadores que emigraron en busca de mejores condiciones. La materia gris se plantea volver a casa POR ANNA GRAU NUEVA YORK. Salvador Macip se doctoró en Medicina por la Universidad de Barcelona e investiga sobre la inhibición de proteínas que frenan la proliferación molecular del cáncer. Lleva nueve años en la Escuela de Medicina del Mount Sinai de Nueva York, en el equipo de Stuart Aaronson, que en su día fue mentor de Mariano Barbacid o Eugenio Santos. Salvador sabe que su jefe es carne de Nobel y describe como un sueño trabajar con él. Pero a principios de año, él, su esposa Yolanda y su hijo, Pol, liarán el petate hacia Leicester, en el Reino Unido. Yolanda dejará un puesto muy interesante en las Naciones Unidas y toda la familia tendrá que acostumbrarse a pasar del sublime frenesí neoyorquino a la flema de las provincias inglesas. Pero no hay otra. Y no hay otra porque las oportunidades científicas en Estados Unidos se están estrechando hasta un punto que ya recuerda, dice, a la ley del embudo: de todos los investigadores jóvenes, sólo una cantidad ínfima logrará despegar de sus mentores y establecer proyectos independientes. Hay vacas sagradas que mantienen su estatus a duras penas. Salvador ve en esto un daño colateral de la guerra de Irak. El esfuerzo bélico de la Administración Bush ha reducido los fondos para la investigación a mínimos históricos. Además han variado las exigencias. Se ha invertido mucho en bioterrorismo y patógenos emergentes y la investigación oncológica está arrinconada denuncia Salvador. La guerra es antes que el cáncer. Bill Clinton duplicó el presupuesto de los National Institutes of Health (el equivalente americano del Ministerio de Sanidad) y, con ese impulso, muchos investigadores pudieron acceder a financiación pública y establecerse por su cuenta. Los drásticos recortes de Bush han dejado al sistema pendiente de un hilo o de la iniciativa privada, que favorece a los científicos de más renombre. Instituciones de prestigio han empezado a expulsar a investigadores que llevaban diez años en un proyecto, pero no han sido capaces de renovar sus fondos. Y no olvidemos que, cuando las vacas gordas enflaquecen de repente, no es lo mismo ser de Washington que de Ceuta. ¿Volverían las cosas a una razonable normalidad si un- -o una- -demócrata gana las próximas elecciones americanas? Esa es la esperanza de muchos, pero no de todos. Para que el cambio de política se note en los laboratorios, harán falta cuatro o cinco años más. Eso es demasiado tiempo concluye Salvador, ominoso. Eso mismo pensó Rafael Cuesta, que estudió en Salamanca, hizo su primer posdoctorado en Nueva York, y, cuando ya llevaba cinco años y medio allí y empezaba a plantearse con angustia su futuro, en España salió el programa de becas Ramón y Cajal. Se acogió a él y volvió en 2002. Fue a dar al Centro de Regulación Genómica de Barcelona. Echa de menos la adrenalina científica americana, pero dice que ya estaba harto de inseguridad. Es el suplicio de Tántalo. Salvador Macip investiga en cáncer en el hospital Mount Sinai de Nueva York; se irá el próximo año Josep Pareja también cruzará el charco en sentido inverso dentro de un mes. Él dio el salto a los Estados Unidos en el 2004 con una beca Fullbright. La solicitó porque quería investigar con células madre y eso estaba por aquel entonces incluso legalmente restringido en España. Por lo menos en Estados Unidos las restricciones sólo eran económicas pensó Josep. Aunque alega razones personales y de pareja para regresar a Barcelona, sus palabras traslucen una sutil decepción. Está claro que, sin renegar de lo hecho ni mucho menos de lo aprendido, esperaba más. Y que en estas condiciones, pues se vuelve. Otros no han tomado por ahora esa decisión pero están instalados en un fuerte pesimismo. Es el caso de César Muñoz Fontela, oncólogo y virólogo, también en el Mount Sinai. César tiene 32 años. Leyó en la Universidad Complutense su tesis sobre el virus del Sarcoma de Kaposi y está en Nueva York desde mayo del 2006. Su tarea es buscar respuestas inmunes a virus emergentes. La vanguardia se ha trasladado a Europa. Francia, Alemania y Reino Unido ganan atractivo La guerra antes que el cáncer Más cornadas da el enchufe Nunca había sido tan fácil recuperar cerebros. Estefanía Rodríguez, genetista madrileña que trabaja con John A. Martignetti en el Mount Sinai y es la mujer más feliz del mundo, volvería si pudiera ser investigadora independiente en el Centro Nacional de Biotecnología de Madrid. Soñar es gratis se ríe. Pero Rafael Cuesta pidió una beca Ramón y Cajal que se le acaba en dos meses. Y se va al paro. Los investigadores que han estado fuera le tienen pavor a la cultura del enchufe Se quejan de que en España se prioriza sistemáti- camente al amiguete por encima del listo Sin contactos no haces nada. Ese es el infierno que el catalán Miquel Tuson, investigador en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York, describió hace seis años en la revista Quark en un artículo demoledor titulado ¿Sueñan los jóvenes investigadores con una carrera profesional? Elena Becker, que dejó Estados Unidos para ser editora de una revista científica en Inglaterra, recomienda no victimizarse demasiado porque con las nuevas tecnologías cada vez importará menos dónde estás físicamente Instalados en el pesimismo

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