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ABC MADRID 11-11-2007 página 43
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ABC MADRID 11-11-2007 página 43

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC DOMINGO 11- -11- -2007 En portada s La vida low cost alivia los bolsillos ECONOMÍAyNEGOCIOS 43 jo coste, sino aportar a mucha familias con pocos recursos de la India la posibilidad de tener un vehículo propio. Un vehículo que podría significar en la potencia emergente una revolución similar a la que han causado en España modelos como el Seat Panda, cuya característica también era el bajo precio. ¿Cuál es el límite de los negocios de bajo coste? Stelios, fundador de easyGroup, cree que no existe. Por el momento, sectores como la tecnología también empiezan a ser permeables a la tendencia. Hace poco, el millonario norteamericano Nicholas Negroponte lanzó la campaña one laptop per child (un ordenador por niño) con la que pretende vender pequeños ordenadores portátiles a niños del tercer mundo a un precio de 100 euros. ¿Filantropía u oportunidad de negocio? Posiblemente un poco de las dos cosas. Pero el secreto de su precio es el mismo que el de cualquier otro producto low cost se elimina lo accesorio (gastos de publicidad o demasiada memoria, por ejemplo) y se deja lo esencial. Con ello se consigue una máquina moderna, que dispone de internet inalámbrico y un sistema operativo linux y a un precio siete veces más bajo que el de sus hermanos mayores hasta 10 veces más caros. Fernando González Urbaneja ¿ES CORRECTA LA MEDIDA DEL IPC? s criterio compartido por muchos consumidores que el Índice de Precios al Consumo (IPC) no mide bien los precios, que la vida es mucho más cara de lo que delata tan famoso índice. Y es también opinión común entre los economistas que el IPC sobrevalora los precios, que sesga al alza el coste de vivir. La apreciación del consumidor se materializa en el comentario frecuente: el dinero da cada día para menos con el mismo dinero se compran menos bienes y servicios. El sistema de cálculo del IPC en los países con sistemas estadísticos modernos es bueno, se sustancia con dos encuestas muy experimentadas: la primera (denominada de presupuestos familiares) permite establecer la cesta de la compra con detalle y ponderación ajustada de cada uno de sus componentes. La segunda consiste en una toma masiva de precios testigo de los componentes de esa cesta de la compra. Una toma de datos muy representativa y amplia. El problema radica en la es- E El low cost se impone en muchas facetas del consumo, y del ejercicio de llenar la cesta. Y desde esa realidad es muy probable que el IPC actual sobrepondere lo que mide tabilidad de la cesta, más aun cuando esta es amplia y permite elegir. El IPC sufre tres efectos que deterioran se capacidad y calidad de medir: el primero es el efecto sustitución, un bien que se encarece anima a los consumidores a preferir el alternativo de menor precio. Por ejemplo compran menos cebollas y más puerros, menos fresas y más manzanas, más o menos carne de pollo o de cerdo, en función del precio. Y esos cambios pasan desapercibidos a la medición del IPC que no contempla el óptimo del consumidor, que es el que en definitiva fija las preferencias y compra. Otro problema que tiene el IPC es apreciar los nuevos bienes que cambian funciones de utilidad, preferencia y coste. Y finalmente tiene dificultad para ponderar los cambios de calidad. De manera que mide bien pero se deja factores fuera, factores que harían disminuir el nivel de precios. La complejidad de los mercados de distribución y comercialización, cada vez con más oferta alternativa, muy ajusta- da a las necesidades del cliente, dificulta la estimación del coste de la vida y minusvalora la capacidad del consumidor para obtener ventaja en aquello que está sometido a competencia y por tanto que permite ser reemplazado. Desde esa complejidad y segmentación, que otorga posibilidades y ventajas a los consumidores, la dificultad de medir crece. Es probable que nuestro IPC sobrevalore el nivel de precios, porque no acierta a ponderar el efecto de la inteligencia del comprador, su capacidad de búsqueda de lo que es mejor para él. Buscando esa inteligencia, optimizando las funciones de utilidad, aparece en muchos sectores el síndrome del bajo coste Algunos comerciantes minoristas buscan clientes con la bandera de las ofertas, oportunidades a bajo coste. Incluso alguno ha hecho del SPB (siempre precios bajos) el eje central y su argumento para motivar al cliente. El llamado low cost que merece mejor definición referida al precio en vez del coste, se impone en muchas facetas del consumo, y del ejercicio de llenar la cesta. Y desde esa realidad es muy probable que en conjunto el IPC actual sobrepondere lo que mide.

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