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ABC MADRID 07-11-2007 página 4
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ABC MADRID 07-11-2007 página 4

  • EdiciónABC, MADRID
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4 OPINIÓN MIÉRCOLES 7 s 11 s 2007 ABC DIRECTOR: JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS PRESIDENTA- EDITORA: CATALINA LUCA DE TENA DIRECTOR GENERAL: JOSÉ LUIS ROMERO Área Financiera: Jorge Ortega Área de Márketing: Javier Caballero Área Técnica: José Cañizares Área de Recursos Humanos: Raquel Herrera DIRECTOR GENERAL DE DESARROLLO: EMILIO YBARRA PRESIDENTE DE HONOR: GUILLERMO LUCA DE TENA Director Adjunto: Eduardo San Martín Subdirectores: Santiago Castelo, Fernando R. Lafuente, Alberto Pérez, Alberto Aguirre de Cárcer Jefes de Área: Jaime González (Opinión) J. L. Jaraba (España) Miguel Salvatierra (Internacional) Ángel Laso (Economía) Juan Cierco (Cultura, Ciencia y Deportes) Mayte Alcaraz (Fin de Semana) Jesús Aycart (Arte) Adjuntos al director: Ramón Pérez- Maura, Enrique Ortego y Ángel Collado Redactores jefes: V. A. Pérez (Continuidad) A. Martínez (Política) M. Erice (Internacional) F. Cortés (Economía) A. Puerta (Regiones) J. Fernández- Cuesta (Sociedad) A. Garrido (Madrid) J. G. Calero (Cultura y Espectáculos) J. M. Mata (Deportes) F. Álvarez (Comunicación- TV) A. Sotillo (S 6 y D 7) J. Romeu (Fotografía) F. Rubio (Ilustración) y S. Guijarro LAS CERCANÍAS, CADA VEZ MÁS LEJOS LAS AMENAZAS DEL AMIGO MARROQUÍ O mismo que el lunes en Ceuta, ayer en Melilla los ciudadanos se volcaron con los Reyes de España, en una jornada histórica para la ciudad autónoma. Calles engalanadas, banderas por todas partes y una emoción colectiva que refleja el cumplimiento largamente esperado de un deseo. Don Juan Carlos recordó que ya no podía dejar más tiempo sin venir y transmitió a los melillenses el apoyo y afecto de la Corona, que el presidente de la ciudad, Juan José Imbroda, recibió en nombre de sus conciudadanos. Melilla es, como destacó el Rey, una ciudad moderna y abierta que- -como el conjunto de España- -está dispuesta a mantener relaciones de cooperación y convivencia con los vecinos en el marco del respeto mutuo a la integridad territorial. En este sentido, la historia y la realidad contemporánea muestran sin discusión posible la españolidad inequívoca de Ceuta y de Melilla. La presencia de la Corona ha sido, por tanto, un éxito para la nación española y para el interés general del Estado, con independencia de cualquier consideración sobre las circunstancias concretas. El Rey, jefe del Estado y símbolo de su unidad y permanencia, ha cumplido una vez más de forma impecable las funciones que le atribuye el ordenamiento constitucional, y así lo han apreciado ceutíes y melillenses con su reacción entusiasta. La respuesta airada de Marruecos sólo se explica por los difíciles equilibrios internos de un sistema político que tiene serias dificultades para realizar su imprescindible apertura hacia la democracia y las libertades públicas. Ceuta y Melilla, lo mismo que el Sahara, se utilizan con frecuencia como cortinas de humo para tapar con el viejo truco del enemigo exterior la fractura de una sociedad que los islamistas radicales han situado como objetivo preferente. Las expresiones de Mohamed VI con motivo del 32 aniversario de la Marcha Verde en el Sahara (que Marruecos llama recuperación de las provincias del sur insisten en los peores tópicos del nacionalismo más rancio. Con sus palabras dirigidas a todo el país, el monarca ha expresado du- L ramente la errónea posición del Reino alauí ante un contencioso que sólo existe en la imaginación de un régimen que busca fórmulas de legitimación para tapar los graves defectos de orden político y los socioeconómicos. Mohamed VI utilizó ayer un lenguaje deliberadamente agresivo, calificó la visita de lamentable y nostálgica y amenazó sin rodeos con eventuales consecuencias, de las que hace responsables a las autoridades españolas. No obstante, llamar gloriosa a la Marcha Verde y proponer como objetivo la ocupación de territorios que no le pertenecen no servirá de nada a un pueblo que contempla irritado cómo crece sin remedio la distancia que separa su nivel de vida respecto de una España moderna y desarrollada, mientras que el Reino alauí organiza elecciones poco claras y forma gobiernos a la medida de la Corte. El rey de Marruecos ha dejado en evidencia al Ejecutivo español. Exteriores ha vuelto a equivocarse en la gestión de una crisis que confirma la incapacidad de Miguel Ángel Moratinos para dirigir la diplomacia española. Rodríguez Zapatero apostó desde el principio por una política de concesiones hacia Marruecos que no ha beneficiado a nuestros intereses ni ha mejorado las cuestiones bilaterales pendientes. Tampoco ha sabido calcular la reacción marroquí ante la visita de los Reyes a Ceuta y Melilla, y ahora pretende minimizar la situación mediante la fórmula voluntarista de que aquí no ha pasado nada Sin embargo, la retirada del embajador, la presencia de muchos parlamentarios en las protestas y la intervención del propio rey son buena prueba de que Marruecos quiere mostrar su enfado sin matices ni eufemismos. Mirar para otro lado no servirá de nada. El presidente del Gobierno, que transmitió al jefe de la oposición la falsa impresión de que todo estaba bajo control, ha quedado en muy mal lugar. El éxito de las visitas desde el punto de vista del interés nacional no puede ser capitalizado, como es obvio, por un Ejecutivo que lleva una semana para olvidar en materia de política exterior. EL 11- M, CAMINO DEL SUPREMO A Fiscalía de la Audiencia Nacional ha anunciado que interpondrá un recurso de casación ante la Sala Segunda del Tribunal Supremo contra la absolución de Rabei Osman El Sayed, Mohamed El Egipcio La decisión del Ministerio Público, tras una inicial vacilación, parece lógica, puesto que la sentencia, sólidamente motivada, del Tribunal presidido por el magistrado Javier Gómez Bermúdez descartó una parte sustancial de sus acusaciones por autoría, al absolver a los tres acusados como inductores del 11- M, es decir, a Hassan El Haski, a Youssef Belhadj y a El Egipcio Sin embargo, el recurso de la Fiscalía no combatirá esta absolución, pese a ser la fundamental, sino la que exoneró a Rabei Osman El Sayed del delito de integración en organización terrorista en grado de dirigente. Tras la lectura pública de la sentencia, hace hoy una semana, las víctimas ya mostraron su contrariedad por la absolución de El Egipcio por todos los delitos de los que había sido acusado, lo que, en paralelo a la polémica sobre el alcance político de esta parte del fallo judicial, habrá pesado de forma determinante en la decisión de la Fiscalía de acudir en casación al Tribunal Supremo. Por tanto, el Ministerio Público parece conformarse con la ausencia de condenas por inducción a cometer el atentado del 11- M y centra su próxima acción judicial en obtener del Tribunal Supre- L mo la revocación parcial de la absolución de Rabei Osman El Sayed para que, al menos, sea condenado como integrante en organización terrorista. La Audiencia Nacional decidió no condenar a El Egipcio por este delito porque consideró que ya había sido condenado en Italia por los mismos hechos. La discrepancia de la Fiscalía se basa en que la condena por los tribunales italianos aún no es firme y, a su juicio, no se puede aplicar todavía el principio de non bis in idem, que prohíbe juzgar dos veces los mismos hechos. La suerte de este recurso dependerá de que el Tribunal Supremo, en primer lugar, considere que los hechos que se imputan a El Egipcio son los mismos por los que ha sido condenado en Italia y, en segundo lugar, dependerá de que crea necesario que el proceso italiano esté terminado con sentencia firme o que baste con acreditar que este terrorista- -condición fuera de duda- -ha sido ya juzgado, aunque el fallo esté recurrido. El Estado de Derecho y nuestro sistema de garantías seguirá así su curso y agotará ante el Tribunal Supremo- -que, en general, no puede alterar la declaración de hechos probados realizada por los tribunales inferiores- -la vía jurisdiccional, la única que garantiza a todas las partes la participación, la igualdad y las garantías procesales necesarias para pedir y recibir justicia. A nueva previsión del Gobierno ha trasladado la reanudación del servicio de trenes de Cercanías en Barcelona al día 30 de este mes, lo que, lejos de ser un ejercicio responsable de prudencia y buena gestión, constituye la demostración más evidente de que el Ejecutivo socialista ha tirado la toalla y renuncia a dar soluciones rápidas y basadas en la improvisación al tormento diario que sufren decenas de miles de catalanes. De cualquier modo, no hay ninguna garantía nueva de que se vaya a cumplir este plazo, entre otros motivos porque está calculado por los mismos responsables de la calamitosa gestión de las obras del AVE, que son los que también anunciaban soluciones a una o dos semanas vista sin que nunca se cumplieran sus anuncios. El problema, además, ya no radica únicamente en la duda de si ese plazo se va a cumplir o no: el verdadero problema es la falta de respeto que ha mostrado el Gobierno, con su presidente a la cabeza, hacia los ciudadanos catalanes y la falta de equipos con ideas y capacidad para tomar decisiones eficaces ante un colapso como el que diariamente atrapa a más de 160.000 ciudadanos de los alrededores de Barcelona, que pierden horas enteras en realizar un trayecto para el que habitualmente dedican treinta minutos. Ha quedado demostrado que cuando Rodríguez Zapatero reconoció la responsabilidad de su Gobierno por los graves fallos de gestión del AVE a la capital catalana se limitó a realizar un simple ejercicio de retórica vacía. Las responsabilidades, como las deudas, se pagan, pero a pesar del absoluto fracaso del Ministerio de Fomento en esta crisis- -a la que se añade alguna chapuza en el AVE a Málaga- -nadie ha sido destituido de su cargo, que es lo mínimo que cabe esperar de unos políticos que no tienen la plaza en propiedad y que están en sus puestos sólo para atender los intereses generales. Destituir a la ministra de Fomento, o que ella misma dimita- -lo que al parecer sigue estando fuera de todos sus planes- no es echar a correr como argumenta la propia Magdalena Álvarez, sino respetar la seriedad del cargo y la dignidad de los ciudadanos que han perdido la confianza en su gestión por la reiteración de errores y por la exhibición, en demasiadas ocasiones, de buenas dosis de prepotencia y malos modos. Zapatero se ha atrincherado tras la titular de Fomento, pero el mantenimiento de Magdalena Álvarez es una decisión de la que sólo él es responsable. La ineptitud acreditada en la gestión de las soluciones a la crisis ya trasciende este Ministerio concreto y marca a todo el Gobierno, cuya única esperanza parece consistir en que la lucha diaria de los barceloneses por llegar a sus puestos de trabajo se enquiste y se asuma resignadamente, haciendo así Zapatero del hastío y de la impotencia de los ciudadanos sus principales aliados para seguir anunciando la depuración de responsabilidades sin coste alguno, porque no son tales. L

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