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ABC MADRID 13-10-2007 página 80
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  • EdiciónABC, MADRID
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70 TOROS www. abc. es toros SÁBADO 13- -10- -2007 ABC Zabala de la Serna HIPÓCRITA LA FIESTA E Jesulín de Ubrique besa la arena de la plaza de la Misericordia de Zaragoza ante el público puesto en pie FOTOS: FABIÁN SIMÓN Jesulín recibe el respeto de los aficionados en la tarde de su adiós EL PILAR Plaza de toros de la Misericordia. Viernes, 12 de octubre de 2007. Octava corrida. Lleno. Toros del Marqués de Domecq, el 2 como sobrero, desiguales dentro de la seriedad de sus astas, descastados y deslucidos. Jesulín de Ubrique, de blanco y oro. Media y descabello. Aviso (silencio) En el cuarto, media estocada. Aviso (petición y saludos) El Cid, de azul y oro. Estocada contraria y descabello. Aviso (ovación) En el quinto, pinchazo, estocada trasera y dos descabellos (aplausos) César Jiménez, de grana y oro. Estocada corta y descabello (silencio) En el sexto, pinchazo y estocada corta desprendida. Aviso (silencio) ÁNGEL GONZÁLEZ ABAD ZARAGOZA. El público de la Misericordia trató muy bien a Jesulín de Ubrique en su despedida de los ruedos españoles. A la postre fue lo único reseñable de una corrida plomiza, nada acorde con la celebración del día grande de las Fiestas del Pilar. ¿La culpa? Los toros del Marqués de Domecq. No busquen otros culpables. Pero vayamos por lo emotivo. Jesulín se presentó vestido de blanco y oro, impoluto, como en la tarde de su ya lejana alternativa en la plaza francesa de Nimes allá por el comienzo de los noventa. En esta plaza, todo hay que decirlo, no ha despertado nunca grandes pasiones, si bien aquí se llevó su bautizo de sangre con una grave cornada en sus primeros años de matador, que le atravesó un muslo. Esas cosas, los toreros y los aficionados las recuerdan, y las valoran. Y si sobre esta arena no ha tenido una tarde redonda, ayer se le recibió con respeto. Jesulín vivió una tarde para los suyos. El brindis de su primero, al apoderado Pepe Luis Segura, al que obligó a salir al ruedo a recibir la ofrenda porque la dedicatoria iba de torero a torero. El otro se lo brindó a la cuadrilla. Y entre brindis y brindis se topó con uno del Marqués con casi seiscientos cincuenta kilos que llegó parado y con escasa codicia a su muleta. Con el cuarto, rajado, que salía suelto sin fijeza, estuvo con mayor disposición dejando que el animal buscara los terrenos de chiqueros para así aprovechar mejor sus idas y venidas. Allí toreó por ambas manos y hasta se lanzó a una fase final de efectismos que fue acogida con el entusiasmo de unos y con el recelo de los más puristas. Faltó contundencia a la petición de oreja y el de Ubrique saludó desde los medios una cerrada ovación, que se intensificó cuando el diestro besó un puñado de arena de la Misericordia. Y del resto de la corrida poquito que contar. El Cid lo intentó con el segundo, muy deslucido. El de Salteras resolvió con facilidad y hasta intentó levantar los ánimos alicaídos de la tarde con el quinto, bajito de agujas y terciadito. La faena resultó un tanto acelerada, ayuna de reposo en las series con la mano derecha, y atropellado y con el final de un desarme el intento al natural. Y eso que por ese pitón izquierdo el toro había apuntado buena condición desde el principio. César Jiménez se aburrió y aburrió. Intentó lo imposible con el tercero y cuando quiso reaccionar con el sexto la corrida pesaba como una losa. La madre de Jesulín y María José Campanario arroparon al torero n una época de besos, abrazos y cachetes en los patios de cuadrillas, las declaraciones de José Tomás sobre Enrique Ponce han rechinado como las cuchillas de Freddy Krueger acariciando una pizarra. ¿Y qué ha dicho José Tomás? ¿Después de mí naide y después de naide Ponce? Cornás pa tós grito de guerra de César Girón? ¿O lo ha definido como Lagartijo calificó al Espartero, un muerto vestido de máscara No, parece ser que, una vez preguntado en Televisa, en el corazón de México, corral poncista, JT ha mandado a las antípodas de su concepto el del maestro de Chiva, que entiende el toreo como que hay que arriesgar lo menos posible Y en el pequeño planeta de los toros, donde largar por lo bajini del prójimo es condición inherente del profesional taurino (prensa incluida) se han tapado los oídos, escandalizados, los mismos que llevan años y años diciendo que Ponce se los pasa muy lejos. ¡Hala, al infierno vas, José Tomás! Desde la barrera, a mí la polémica me ha parecido fabulosa, porque se habla de toros, se habla de conceptos, se habla del toreo en los telediarios. En esta Fiesta hipócrita, tan farisea extramuros y tan auténtica en su núcleo, no vale sugerir públicamente que Enrique Ponce se los pasa muy lejos, pero sí infiltrar durante años y ahora, por las venas de los mentideros, pestes de José Tomás, como si fuese sordo. Esperaba la respuesta de Ponce frotándome las manos como periodista y aficionado; pensaba en la pasión de sus palabras, en la Fiesta encendida; imaginaba al gran torero de Valencia blandiendo el verbo, las temporadas empiezan en marzo y terminan en octubre o antiguamente a alguien que le levantaban todos los días los pies del suelo, en lugar de diestro, lo llamaban siniestro y me lo figuraba con toda su contrastada capacidad a cuestas poniéndole fecha al duelo. Y a Don King organizando el combate en Kinshasa... Volvamos a la imagen del patio de cuadrillas, a los cachetitos y los besos, y luego a las puñaladas y los celos. Al despelleje en falso silencio.

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