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ABC MADRID 11-08-2007 página 74
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ABC MADRID 11-08-2007 página 74

  • EdiciónABC, MADRID
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74 40 VISIONES SÁBADO 11- -8- -2007 ABC BELLEZA A CONTRAPLANO CHIPS DE VERANO José Manuel Nieves EN OCASIONES VEO TRAMPAS Caso: El sexto sentido Acusado: M. Night Shyamalan. Cómplices: Bruce Willis, Haley Joel Osment, Toni Collette, Olivia Williams y Mischa Barton. EE. UU. 1999. Limpia y pura Teresa de la Cierva Marta Barroso El suero, la crema de cara, el contorno de ojos, la anticelulítica (las que la necesiten, claro está) pintarnos, despintarnos... Sólo escribirlo, cansa. La verdad es que las mujeres no tenemos precio. ¡Lo que valemos! Además de la cantidad de cosas que tenemos que hacer al cabo del día- -innumerables, por cierto- -hacemos todo lo posible por estar bien. Para que luego se quejen... En fin, a lo que íbamos. Entre los diferentes pasos que forman la rutina diaria de belleza, la hora de desmaquillarse es la que más pereza da. Precisamente por eso, por la hora a la que suele producirse. Porque no hay palabras para describir ese momento en el que te miras al espejo y sabes que no te queda más remedio. Te tienes que limpiar la cara, un paso fundamental para tener la piel en óptimas condiciones. Bien, pues para facilitarnos la vida nace la Leche Fundente Tónico de la nueva gama Demaq expert de la firma francesa L Oréal Paris (7,95 euros) una fórmula dos en uno en la que la leche desmaquillante se transforma en tónico al aplicarla sobre la piel realizando un pequeño masaje. Un ritual de belleza completo en un único gesto. Para que luego digan que no sabemos aprovechar el tiempo... Federico Marín Bellón ¿Problemas de seguridad? Pida ayuda a un hacker Se acaba de celebrar en Las Vegas el DefCon 15, o lo que es lo mismo, uno de los encuentros hacker más importantes del mundo. Más de 6.000 participantes, la mayor parte piratas informáticos y profesionales de la seguridad. Pero entre la concurrencia, adivinen: un nutrido grupo de agentes de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA) del Departamento de Defensa USA y del mismísimo FBI. ¿Y qué hacía allí- -se preguntará más de uno- -lo más granado de los servicios de inteligencia del país más poderoso del mundo? Pues no. No era una redada. Además, un hacker no tiene por qué ser un delincuente. Los agentes federales acudieron, sencillamente, a pedir ayuda a los que de verdad entienden, a los que de verdad saben cómo hay que protegerse de un tipo de ataque que es cada vez más frecuente y dañino. A propósito de lo mismo, recuerdo cómo hace unos años la NASA, harta de incursiones piratas, renovó sus sistemas de seguridad y lanzó un desafío a los hackers del mundo: A ver quién entra ahora Meses después, sólo habían tenido 17.000 intrusiones no autorizadas a sus sistemas. Y lo vendieron como un éxito. El año anterior, antes del cambio, habían sido más de 40.000. n su segunda película, M. Night Shyamalan asombró al mundo con un magistral relato de los unos y los otros y acumuló un prestigio que aún no ha dilapidado del todo. Como siempre que me es posible, recuerdo que fui a ver el pase para la crítica, varios días antes de su estreno, sin haber leído ni una línea sobre la cinta. En ocasiones no sirve de gran cosa; esta vez resultó providencial, porque El sexto sentido puede tener un efecto tremendo en un espectador virgen Al salir, mi primera preocupación era cómo contar las líneas maestras del argumento sin destripar ninguna de sus sorpresas. Pronto se vio que ni el tráiler ni casi ningún crítico tuvieron reparos en desvelar la idea fundamental, que el pequeño Haley Joel Osment veía muertos y que Bruce Willis era uno de ellos. Puede que ocho años después algún pastor de trashumancia no haya visto el filme ni conozca el dato. Se siente. Hay que admitir que la obra de Shyamalan aguanta bien las revisiones, aunque el director de origen indio no pueda remediar alguna tentación tramposilla en varias escenas. A cambio, demuestra un talento único y ha creado un estilo propio para narrar historias. El ci- E Haley, el niño que veía muertos, dando ejemplo ante Bruce Willis que la escena resulta terrorífica en su sencillez, pero no tiene nada que ver con la historia; es una hábil maniobra de despiste del todo inverosímil, aunque a esas alturas el espectador aún no pueda ni planteárselo. Hay más detalles de ese tipo, pero la escena que se lleva el Oscar a la trampa más vil es la de la niña envenenada que se esconde bajo la cama y lanza un zarpazo digno de Freddy Krueger. Veamos: Willis y Osment acuden a su casa para ayudarla, porque su madre la ha envenenado poco a poco y quiere que el chico le haga llegar al padre una cinta de vídeo con la prueba del crimen. M. Night (la M viene de Manoj, que debe ser algo así como Manolo en hindi) ¿puede usted explicar para qué se esconde la chica, si sólo puede verla el pequeño protagonista, justo a quien ella ha pedido ayuda? La niña muerta recurre a Haley y luego se esconde para darle un susto neasta cuida la redondez de su guión hasta en detalles tan nimios como obligar a Willis a escribir con la derecha, pese a que es zurdo, para que el espectador perspicaz no descubra la ausencia del anillo de boda y huela a muerto. Algún cabo queda suelto, sin embargo. Casi al principio, cuando Willis se presenta al chico como médico, éste le pregunta si es de los que utilizan agujas. ¿Qué clase de duda es esa para planteársela a un fiambre? Poco después, en la escena de la cocina, el numerito de los armarios y los cajones abiertos clama al señor Ikea. Es cierto

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