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ABC MADRID 13-04-2007 página 7
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ABC MADRID 13-04-2007 página 7

  • EdiciónABC, MADRID
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ABC VIERNES 13 s 4 s 2007 Tribuna abierta Publicidad 7 Carlos Blanco De la Asociación Española de Superdotados y con Talento (AEST) SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO SPAÑA se encuentra en estos momentos ante una importante encrucijada. El espectacular crecimiento económico experimentado en los últimos años nos ha permitido disfrutar de una gran prosperidad (no siempre por igual, desgraciadamente) y de un desarrollo social y tecnológico del que aún no hemos tomado conciencia plena. Sin embargo, nuestro país no ha sido capaz de sentar las bases de una auténtica sociedad del conocimiento. La inversión en ciencia y en investigación es escasa y, desde luego, por debajo de la media de las grandes naciones europeas; y, por su parte, el sistema educativo atraviesa una crisis innegable, y la LOE no parece ser la mejor solución. Un alumnado desmotivado, en su mayoría sin interés por el aprendizaje, y un país donde la ciencia y la cultura continúan perteneciendo a reductos restringidos y no logran hacerse con un espacio propio en los medios de comunicación de masas, no son, desde luego, los mejores escenarios posibles para implantar una sociedad del conocimiento. l progreso es irreal si no se basa en el conocimiento. El mero progreso económico, aislado, no significa nada si no se asocia a un crecimiento intelectual de la sociedad, que se puede traducir, entre otros muchos aspectos, en un mayor nivel cultural, en unos mejores índices educativos, en una mayor implantación de la investigación en los sectores públicos y privados o en una mayor presencia de nuestro país en los proyectos educativos, científicos y tecnológicos de vanguardia. Y, a mi juicio, es imprescindible promover aquienes en un futuro podrántomar las riendas de esta sociedad del conocimiento: los estudiantes y, en particular, los estudiantes más capaces. La potenciación de los alumnos de altas capacidades es una de las tareas pendientes del sistema educativo español. A diferencia de lo que se ha venido haciendo en otros países como Estados Unidos, Rusia, Israel o China (con resultados, lógicamente, diversos y en muchos puntos susceptibles de crítica) las iniciativas legales no acaban de ofrecer el marco óptimo para el desarrollo integral de los alumnos con mayor potencial intelectual. No sólo no se flexibiliza definitivamente la periodización educativa para quienes pueden progresar más rápido en su aprendizaje, sino que tampoco se fomentan (ni en el ámbito estrictamen- LAS ALTAS CAPACIDADES Y LA El progreso es irreal si no se basa en el conocimiento. El mero progreso económico, aislado, no significa nada si no se asocia a un crecimiento intelectual de la sociedad, que se puede traducir, entre otros muchos aspectos, en un mayor nivel cultural, en unos mejores índices educativos, en una mayor implantación de la investigación en los sectores públicos y privados o en una mayor presencia de nuestro país en los proyectos educativos y tecnológicos de vanguardia E Las grandes sociedades han progresadograciasalalabor dementes brillantes que, en muchas ocasiones (no siempre: afortunadamente, la Historia siempre depara sorpresas que trascienden los rígidos determinismos en los que solemos caer) disfrutaron de una excelente educación. La Ciencia, las Matemáticas, la Filosofía olateoría políticasehan desarrollado, indudablemente, con el trabajo de infinidad de personas, pero sin que hubiesen existido mentes particularmente brillantes, deunas capacidades intelectuales superiores a la media de su tiempo, probablemente no habríamos alcanzado los niveles actuales. Potenciar las altas capacidades constituye, por tanto, una oportunidad única de servir a la mejora de la sociedad. a sociedad tiene, de esta manera, un deber hacia los más capaces: el deber de potenciar su talento al máximo. Pero los alumnos más destacados no pueden olvidar que están en deuda con la sociedad a la que pertenecen: tienen, por su parte, el deber de adquirir una conciencia social de su papel a todas luces fundamental en la construcción de una sociedad donde todos los hombres y mujeres puedan abrir cada vez más sus horizontes mentales. Es inconcebible, para alguien que viva en el siglo XXI, pensar sólo desde las categorías del siglo XIX. Entre nuestra época y la decimonónica median dos siglos repletos de movimientos intelectuales, de teorías filosóficas y científicas, de adelantos tecnológicos y de reflexiones éticas a la luz de los diversos acontecimientos históricos que han moldeado, decisivamente, nuestra mentalidad. En cierto sentido, hemos conseguido abrir nuestras mentes a nuevos horizontes, muchas veces forzados por las situaciones externas, otras tantas por propia iniciativa. Pero resulta innegable que hoy podemos ver más allá del horizonte específico del siglo XIX. Y una de las tareas de la sociedad de nuestro tiempo es que esa capacidad de superación que hemos mostrado en los últimos siglos no se agote, sino que podamos continuar innovando y explorando nuevos horizontes intelectuales, sociales y éticos, algo que sólo podremos lograr si potenciamos correctamente la inteligencia. Para que las personas de altas capacidades reconozcan esa deuda con la sociedad, es necesario que la sociedad misma se interese por ellos y les conceda los medios necesarios para desarrollar sus aptitudes más sobresalientes. La responsabilidad principal y primera recae de parte de la sociedad, y en especial del Estado, de forma que las personas de altas capacidades no vean restringidas sus aspiraciones intelectuales por la rigidez del sistema educativo. L E te escolar ni en el extra- curricular) los intereses específicos en los que destaquen estos alumnos (por ejemplo, permitiendo que sean admitidos en determinadas materias universitarias hacia las que muestren mejores aptitudes, organizando cursos de distintas materias y niveles adaptados para sus requerimientos específicos, etcétera. El estudiante más capaz tiene que encontrar en el centro donde seforme un cauce depotenciación de sus aptitudes. Él debe construir la escuela y el sistema educativo, ser el epicentro y no el objeto pasivo de la Educación. Esta revolución copernicana (si se me permite parafrasear a Kant) del sistema educativo afecta a toda la sociedad: el Gobierno debe poner los medios oportunos al alcance del alumno de alta capacidad y de la familia para que por sí mismo configure su educación. Podría asistir a cursos de distintas materias ajenos a las actividades escolares (de idiomas, de ciencias, de técnicas particulares, de creación literaria... a conferencias, a lecciones magistrales en la universidad... y, en definitiva, fabricarse una agenda educativa propia (aconsejado, sin duda, y oportunamente apoyado, porque no se trata de controlar algo que es incontrolable, la apertura intelectual que puede experimentar una persona de alta capacidad, sino de saber canalizarla oportunamente para que ésta redunde en el mayor beneficio para ella y para la sociedad) Implica, por supuesto, acabar con la anacrónica modulación de los cursos escolares por años: es el propio alumno, mostrando sus capacidades, quien debe situarse en el curso que le corresponde a su capacidad intelectual. La sociedad no debe discriminar por edades, sino que debe fomentar el deseo de aprender de los más capaces. o es mi intención entrar en los detalles relativosalas deficiencias del actualsistema educativo en su atención a los alumnos más capaces. Lo que quiero es reflexionar sobre el significado social de las altas capacidades en un paísque, comoEspaña, presenta una grave asimetría entre los adelantos económicos y tecnológicos y la existencia de un auténtico liderazgo a nivel mundial en la gestación de la sociedad del conocimiento. Y es que, en efecto, no hay por qué tener miedo a las altas capacidades. N

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