ABC MADRID 16-02-2007 página 108
- EdiciónABC, MADRID
- Página108
- Fecha de publicación16/02/2007
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Viernes 16 de Febrero de 2007 Editado por Diario ABC, S. L. Juan Ignacio Luca de Tena 7. 28027 Madrid. Teléfono: 913399000. Publicidad: 902334556. Suscripciones: 901334554. Atención al cliente: 902334555 Diario ABC, S. L. Madrid 2007. Prohibida la reproducción total o parcial sin el permiso previo y expreso de la sociedad editora. Número 33.302. Depósito Legal: M- 13- 58. Apartado de Correos 43, Madrid Precios de ABC en el extranjero. Alemania: 2,05 Bélgica: 2,00 Estados Unidos: 2,50 USD. Francia: 2,05 Irlanda: 2,10 Italia: 1,75 Holanda: 2,00 Portugal: 1,35 Reino Unido: 1,20 LE. Suiza: 3.40 CHF. Marruecos. 16 Dh. EN EL AIRE Mónica FernándezAceytuno EL OSO Y EL HOMBRE l oso pardo ha venido a demostrar que el hombre es importante en su vida. Lo que acaban de descubrir Roberto Hartasánchez y su equipo, o más bien, lo que acaban de corroborar los osos pardos cantábricos para nosotros, es que nos necesitan, lo cual da la vuelta al discurso de que el hombre es enemigo de la Naturaleza. La figura humana en el campo, la montaña, el paisaje, puede llegar a ser, como en los cuadros impresionistas, la pincelada que convierta el cuadro en obra de arte. Se trata de un curioso fenómeno de calidad ecológica del territorio, por el que el oso sigue como los gorriones al hombre, y según se va despoblando la montaña, aunque se planten bosques en teoría perfectos para él, al oso le resultan poco interesantes, y prefiere desplazarse hacia los valles donde hay actividad humana, como demuestran las huellas que aparecen en el barro fresco de los caminos. No quiere estar solo el oso. Nuestros osos no son como los de Alaska, que hibernan profundamente igual que las mariposas en el techo de las cuevas de Vitoria, o como los murciélagos que hibernan de la misma manera, como si las imitaran, también colgados del techo por las patas. Porque nuestros osos invernan, que es distinto de la hibernación, pues la invernada consiste más bien en un sopor, en un sueño muy ligero, que se interrumpe en los días soleados del invierno. Se estima que unos treinta oseznos, de trescientos gramos de peso, acaban de nacer en las oseras del núcleo occidental de Asturias. Saldrán en primavera, a rondar los pueblos donde vive el hombre, esa especie por la que muchos animales tienen querencia. E Varios visitantes observan documentos y cartas de Otto Frank en una exposición en el Instituto de Investigación judío de Nueva York. En la foto Ana Frank, en el centro, junto a su padre y su hermana Margot EPA La mala suerte de Ana Frank Nuevos documentos ilustran cómo el padre de la niña judía, símbolo del holocausto nazi, buscó desesperadamente ayuda para salir de Holanda pero no pudo superar las trabas para llegar a Estados Unidos POR PEDRO RODRÍGUEZ stelle Guzik es una archivista voluntaria del Instituto YIVO de Nueva York, un centro cultural especializado desde 1925 en estudios judíos. Hace año y medio, cuando la mujer ayudaba a organizar el equivalente a 350 archivadores de papeles relacionados con la inmigración hebrea a Estados Unidos, se percató de un problema de fechas en una carpeta y al repasar su contenido descubrió un triste tesoro: las desesperadas gestiones de Otto Frank, padre de la niña judía símbolo del holocausto nazi, para sacar a su familia de la ocupada Holanda. Verificada su autenticidad y origen, esta colección de documentos históricos publicada esta semana sirve para ilustrar los reiterados esfuerzos de la familia Frank por dar esquinazo a la barbarie hitleriana. Tras una primera solicitud de visados cursada en 1938, Otto Frank contactó con premura a parientes, amigos y autoridades para emigrar a EE. UU. entre abril y diciembre de 1941. Justo antes de que Berlín aprobase y empezase a aplicar la exterminadora solución final de la cuestión judía Para estas gestiones, Otto Frank contaba con un contacto excepcional. Ni más ni menos que Nathan Straus, heredero de la fortuna de los grandes almacenes Macy s que disfrutaba de conexiones con la Casa Blanca. En la primera misiva a su influyente amigo, fechada en abril de 1941, el padre de Ana y Margot Frank se disculpa por tener que suplicar ayuda para esta salida contrarreloj que hace, sobre todo, por sus hijas. Al final, todos estos intentos para emigrar a EE. UU. se toparon con un estricto sistema de cuotas impuesto por Washington, fruto de una mezcla de xenofobia y temor a la infiltración de agentes nazis. Al darse cuenta de la imposibilidad de superar estas trabas, Otto Frank concentró sus esfuerzos en salir hacia Cuba. Después de que su amigo Straus facilitase un oneroso depósito, el gobierno cubano facilitó un solo visado a nombre de Otto Frank que quedó anulado con la entrada de los americanos en la Segunda Guerra Mundial. Como Ana Frank relató en su conmovedor diario, toda la familia optó por esconderse durante dos años en un ático de Amsterdam hasta que fueron detenidos en agosto de 1944. Los padres fueron enviados a Auschwitz, donde la madre murió de inanición. Y las dos muchachas terminaron en Bergen- Belsen donde fallecieron víctimas de una epidemia de tifus a pocas semanas de que su campo de concentración fuese liberado. A juicio del profesor Richard Breitman, historiador de la American University, lo más triste de todo es que Ana Frank podría ser hoy una escritora de 77 años viviendo en Boston E