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ABC MADRID 16-02-2007 página 18
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ABC MADRID 16-02-2007 página 18

  • EdiciónABC, MADRID
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18 ESPAÑA LA HORA DE LA VERDAD DEL 11- M VIAJE AL BARRIO DE LAVAPIÉS, DONDE EMPEZÓ TODO VIERNES 16 s 2 s 2007 ABC Un iraquí sostiene que en el barrrio hay grupos de tipo mafioso que captan muyahidines para mandarlos a Irak ¿Atentado? ¿Qué atentado? inquieren con ironía en otro comercio, español, cuando se les pregunta Locutorio que un día regentó Jamal Zougam, acusado de ser uno de los autores materiales de la matanza Van diciendo que si un chií hace daño a un suní, le cortan la cabeza Uno de esos locales de comidas a los que se refiere es el local donde se reunía Zougam con sus compañeros y donde, dicen, se sirve un magnífico cuscús, el mejor de Madrid El comerciante asegura que, al poco tiempo de abrir su tienda, vinieron a preguntarme qué era, al enterarse de que nací en Irak Me aseguraron que, si era suní, me ayudarían a levantar el negocio. Son una mafia También afirman que esos grupos radicados en Lavapiés captan muyahidines para mandarlos a Irak Precisan que algunos vecinos han presentado una denuncia en la comisaría, que la Policía ha acudido al barrio y ha mostrado fotografías de sospechosos. El peor error de los americanos es haberle dado tanto bombo a Bin Laden, porque eso ha generado millones de Bin Laden. Los terroristas de aquí están muy unidos y son muy locos y radicales. Los bares los han montado en apenas un mes Lavapiés sigue a lo suyo, ganándose a pulso, por su paisanaje y olores, el apelativo de la kashba madrileña. A dos pasos del locutorio de Zougam, Nuevo Siglo, se parapeta el mercado de San Fernando. Allí regentaban una pescadería otros dos detenidos en la operación policial del 11- M, aunque después serían puestos en libertad. Uno de sus hermanos tiene una tienda de ropa y bolsos en la calle de Caravaca Fue precisamente allí donde la Policía compró unas mochilas- -realmente, bolsas de viaje- -que se asemejaban a las utilizadas por los terroristas en el 11- M, aunque el tejido era distinto. Lo que no son diferentes son las miradas esquivas. Las frases que no dicen nada. La mala excusa. La sordera ante preguntas inoportunas. Pero también el dolor llegado un jueves de marzo, gris como ninguno. El mismo dolor que rechazó el olvido. Lavapiés pasa de puntillas por el recuerdo de la matanza En el céntrico barrio madrileño donde se gestó la masacre hay gente que prefiere mirar para otro lado. Pero otros denuncian la situación que según ellos han creado los miembros de Al Qaida, de quienes dicen que continúan muy presentes y organizados POR CARLOS HIDALGO FOTO FRANCISCO SECO MADRID. Tres años después de la matanza terrorista en los trenes de Cercanías, Lavapiés sigue hablando en árabe. El barrio de las cien nacionalidades no olvida, pero tampoco quiere recordar, y arrastra su mirada por los adoquines cuando se le hace referencia a lo ocurrido aquella mañana nefasta. Es jueves y llueve. El recorrido comienza en la calle del Tribulete, en este céntrico barrio madrileño que ya poco sabe de casticismo. Fue hasta allí donde llevó el rastro de la mochila- bomba que no explosionó. Fue allí de donde salieron las tarjetas de los teléfonos móviles que activaron la barbarie. Fue allí donde Jamal Zougam regentaba desde hacía unos años su locutorio, epicentro de la muerte. ¡Todavía estáis con el 11- M! Ése es el recibimiento que se nos dispensa en nuestra primera parada, un restaurante árabe del barrio. Dos clientes observan la escena. El propietario del local indica que aún no trabajaba en Lavapiés cuando ocurrieron los atentados. Esa misma respuesta se repetirá en diversas ocasiones durante el recorrido por los establecimientos de la zona. Un comerciante español recuerda el día en que se produjeron las cuatro detenciones en el barrio cuando apenas habían pasado 20 de los atentados. Me enteré por medio de otros vecinos Quien habla conocía a Jamal Zougam. Era cliente; venía a comprar escarpias, destornilladores... Como cualquier otro hijo de vecino. Llevaba unos cinco o seis años en Lavapiés. Era de trato muy normal Eso mismo pensaba una señora, clienta del locutorio del supuesto terrorista, que le definía como muy simpático y explicaba que le atendía muy bien cuando acudía a comprarle una tarjeta para su teléfono móvil. El mutismo entre la amplia comunidad árabe persiste: Es que todos los de los negocios de por aquí son amigos de Zougam aclara otro español. Aquí hay un caldo de cultivo desde hace mil años añade. contraba en Marruecos. Muy lejos. No oí nada ¿Atentado? ¿Qué atentado? inquieren, con ironía, en otro comercio, español, cuando se les pregunta por el 11- M. ¿Hay malestar? No tenemos problemas. Todo está perfecto. Lo único que molestan son los negros que mean y cagan aquí mismo La respuesta es hostil, corta... Para no seguir la conversación. Todo lo contrario a lo que ocurre con otro comerciante de Lavapiés. Sus primeros recuerdos son del caos de tráfico que vio aquella mañana, pasadas las siete y media, cuando llevaba a su hija al colegio. Cuando vio un reguero de ambulancias colapsando la calle del Doctor Esquerdo, entendió que algo excepcional estaba ocurriendo. Y me enteré al poner la radio del coche. Sentí mucho miedo, mucho terror Quien habla es de nacionalidad iraquí, aunque lleva 28 años en España. Profesa el islam, pero no entiende a los extremistas. Quienes pasan todo el día en Lavapiés aseguran que en esta zona hay un núcleo de gente de Al Qaida Han montado dos bares en el barrio, que es donde se reúnen. Tienen metido en la cabeza que son quienes llevan la razón. Millones de Bin Laden Un par de meses En Tribulete, vuelve a haber un locutorio en el local donde Zougam abrió el suyo. Lleva abierto apenas dos meses. Tras el paso del terrorista, se cerró. Luego fue una tienda de telefonía, y ahora, de nuevo, un locutorio, regentado por un ciudadano de Bangladesh que no sabe- -o no quiere- -hablar español. Uno de sus clientes, a regañadientes, decide responder, medio en árabe, medio en español: La convivencia se lleva como se puede, ¡coño! Hace tres años, el problema entre españoles y árabes era diferente. Había problemas por Atocha masculla, en referencia a los atentados. En una carnicería tampoco quieren decir nada: Yo no estaba en España entonces. Me en-

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