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ABC MADRID 31-01-2007 página 6
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ABC MADRID 31-01-2007 página 6

  • EdiciónABC, MADRID
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6 OPINIÓN MIÉRCOLES 31 s 1 s 2007 ABC AD LIBITUM EL SUICIDIO DEL CORONEL VISTO Y NO VISTO ¡ANDA, IÑAQUI, EL ASESINO DE MUJERES Y NIÑOS! comprendemos que estos no son platos de gusto que venBORTO, eutanasia, pena de muerte... La sensibiligan en La casa de Lúculo y todos nos hacemos cargo de dad macabra del progresismo español, queprocede lo jodido que va a ser, una vez en la calle, llenarle a este tío- -la sensibilidad macabra, no el progresismo espala andorga. Él mismo se imagina que lo más difícil será ñol- -del Barroco y de la Baja Edad Media, viene a ser hoy cuando, en un restaurante, se encuentre, cara a cara, con un caldo de pitracos pasado por el chino de Arguiñano. sus torturadores. Este fundado temor ya ha traído Decirprogresismo español es, en efecto, decir loa España a los comisionados contra la tortura de cura por el aborto, locura por la eutanasia y locura, la Unión Europea, que darán y quitarán estrellas también, contra la pena de muerte, en lo cual, por gastronómicas a aquellos establecimientos que cierto, no hay contradicción. Una TV extranjera ha sienten torturadores- -o que a Iñaqui se lo parezreporteado a nuestro progresismo despachando can- -a sus mesas. Los restaurantes de moda raabortos como Cándido cochinillos. Y un periódico biosa y zapaterilmente zen- -la paz, ya saben- -se nacional ha reporteado el suicidio de una viuda pelearán por atraer hacia su clientela a Iñaqui. francesa asistida por dos voluntarios que la libra ¡Anda, Iñaqui, el asesino de mujeres y niños! exron (sic) deseguir padeciendo laenfermedad quela IGNACIO RUIZ clamará, frívola y mundana, la progrede turno, exaquejaba QUINTANO citada en su noche de viernes por la proximidad de- -Quiero dejar de no vivir. un personaje tan famoso. Ésas fueron las palabras que musitó, confusamente, la Desde luego, la sinvergonzonería progre está por salvar viuda francesa en su lecho de muerte, y con ellas tiene arrala vida de Iñaqui. Algunos hasta se han comprado un libro, sado en lágrimas de emoción a nuestro progresismo. Es el El abuso del mal de Bernstein, para abrirse paso hasta el mismo progresismo que, sin embargo, se hace cruces por la corazón de Iñaqui. ¿Cómo íbamos a saber que la de Iñaqui no excarcelación de Iñaqui, un William Munny con boina es unamentalidad atraída por los absolutos ycontrapuesque ha matado a todo lo que se moviera, como el asesino de ta al falibilismo pragmático Missouri, y, eso sí, que oliera a español. El progresismo nacional es inasequible al desaliento: ¡Si Iñaqui muere, se habrá aplicado la pena de muerte si la realidad lo desaloja de una posición, inmediatamenen España! -grita un españolazo avant la lettre te ocupa otra. La consigna es salvar la vida de Iñaqui. PePorque Iñaqui, después de tres meses en huelga de hamro, entre progresistas, ¿cómo se explica que una mujer de brepara quelosuelten, haperdido diez kilos, igualquecualprogreso sea dueña de su útero y un hombre igualmente quier marujona puesta a régimen con vistas a la temporade progreso no pueda ser dueño de su estómago? Volveda de piscinas. mos, así, a la lógica de la pena de muerte, contra la cual se- -Lo más importante, ahora, es salvar la vida de Iñaqui rebela todo el progresismo, ávido, en cambio, de aborto y- -ha dicho uno de los besugos de pincho del progresismo loeutanasia. La explicación es la reverencia que el progrecal. sismo tributa a la muerte en el campo capitalista: cuantos Conviene tener en cuenta que Iñaqui nunca ha sido un antes se terminen los capitalistas, antes sobrevendrá la hombre de mucho comer. Como tiene dicho Rodríguez, Iñatierra prometida. La pena de muerte no suele aplicarse, qui es hombre de paz, con lo cual, por ese lado, la caza pueque se sepa, a los filántropos, sino a los asesinos, que sede estarse tranquila. Con ver, por ejemplo, la cara de dolor rían a la causa progresista lo que los antibióticos a la caude tres niños huérfanos de un concejal asesinado, Iñaqui sa de la salud. Y ahí radica la fascinación que en ellos ejerse siente alimentado para un mes, y todo indica que tres ce Iñaqui. años sin muertos lo han dejado fino como una lezna. Ya L A estadística, a pesar de ser una ciencia con decimales, nos ayuda a orientarnos por el difícil camino de averiguar quiénes somos los españoles. Incluso en el intento, más actual y demandado, de saber quiénes no quieren serlo. Por lo que respecta a las conductas individuales y a cuánto tienen de patológico, la prevalencia tiende a ser igual, sin ningún respeto al Título VIII, en todas las regiones españolas. Así, por ejemplo, durante los últimos seis años se han suicidado en España 20.000 personas- -3.381 el año pasado- -sin que puedan deducirse motivaciones y números muy distintos en ninM. MARTÍN guna de las 17 porciones FERRAND en las que algunos, muy abnegados, tratan de clasificar diferencialmente la identidad de sus vecinos. A los gobernantes les preocupan poco estas cuestiones del suicidio; pero no cabe despreciar una cierta presión ambiental, en apoyo de las propiamente personales, para que un hombre tome la dramática decisión de abandonar precipitadamente este mundo. Algo tremendo que marca el límite de la desesperación. Ahí tenemos el caso del teniente coronel, un hombre curtido, que hasta hace una semana estaba al frente del Servicio de Inteligencia de la Comandancia General de Ceuta. Fue retirado del servicio por sus superiores y asociaciones de vecinos cuando trabajaba sobre la pista de algunos fanáticos islámicos posiblemente infiltrados en el Ejército. Agobiado por las circunstancias, siempre según fuentes oficiales, el teniente coronel se tiró por la ventana y, en situación inquietante, ha tenido que ser trasladado al hospital gaditano de Puerta del Mar. Es muy posible que la maquinaria íntima del militar anduviera desajustada, pero también parece probable que sin la presión exterior que ha envuelto su caso nunca hubiera dado un paso tan tremendo y, por ampliación, generador de tantas reflexiones. ¿Cómo se puede investigar, como exige la demanda de la seguridad nacional, a unos soldados, presuntamente fanáticos, sin meter la nariz en las organizaciones asociativas de su entorno? Es algo, sin duda, en el filo de la Ley y en el borde del respeto a los derechos individuales que nos reconoce la Constitución; pero, ¿tiene alternativa? Los servicios de inteligencia del Estado, de los que muchos hemos sido víctimas, requieren especial discreción. Seguramente el teniente coronel de nuestra historia transgrediera los límites de la prudencia; pero, ¿no pudo ser reconvenido con la discrección que exige el caso y la discreta cortesía que merece la dedicación en tan poco grata y necesaria tarea de un vocacional del Estado? El ambiente hostil que generan las distintas Administraciones, que no parecen reconocerse como servidoras del contribuyente, le ayudó al teniente coronel a saltar al vacío. ¿A cuántos más entre los 20.000 del último sexenio? A

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